El Quijote del PP se refugia en La Mancha
El candidato-presidente se vuelca en la búsqueda del voto de la España rural y de los municipios de menos de 20.000 habitantes alejados de Madrid
El 20-D están en juego unas cruciales elecciones generales y hay 20 millones de votantes en la España rural alejados de los cenáculos madrileños que tienen mucho qué decir y decidir. El PP lo sabe y Mariano Rajoy lo cultiva. El candidato-presidente se refugió este jueves todo el día de gira por Castilla-La Mancha, visitó cuatro pueblos de menos de 20.000 habitantes y se hizo todas las fotos, incluida la más tópica frente a los molinos de El Quijote. Se sintió en su salsa entre miguelitos y aspas.
El presidente-candidato del PP dedicó este jueves toda su jornada laboral, más de 12 horas, a visitar Castilla-La Mancha. Recorrió más de 500 kilómetros, pisó cuatro provincias y paseó por el centro de cuatro pueblos estratégicamente elegidos, en los que el PP arrasa, normalmente, desde hace 20 años. Rajoy se dio así lo que se conoce como un cómodo baño de masas, a la misma hora que en Madrid tres nuevos partidos se sumaban en el Ministerio del Interior al pacto antiyihadista que en febrero suscribió él mismo con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, que tampoco estuvo este jueves en la rúbrica por compromisos electorales en Córdoba. En una alusión colateral a lo que se cocía en Madrid, Rajoy comentó en Las Mesas (Cuenca), que daba la bienvenida a los nuevos socios porque "todos unidos seremos más eficaces". Fue un mitin breve de 11 minutos y luego conoció la bodega.
España rural
El PP trabaja en varios frentes electorales ante la cita del 20-D. Por un lado están las grandes comunidades y provincias prioritarias, apenas siete, donde se disputan casi la mitad de los 350 escaños en juego. Por otra parte está la España rural, "en la que habitan casi 20 millones de personas, que también votan y tienen sus derechos", subrayan los colaboradores de Rajoy. Son los vecinos de las localidades menores de 20.000 habitantes, donde los partidos emergentes apenas tienen implantación.
Los populares han iniciado esta semana una campaña específica bajo el lema Mi pueblo no se cierra para presumir de ser los auténticos defensores de la no fusión de los pequeños municipios, de que las Diputaciones no se tienen que suprimir y de la unidad de España. Rajoy se perfila así como el presidente de la España que desde Madrid parece no existir, porque no se ve, no interesan sus problemas y nadie habla de sus reivindicaciones.
Los estrategas decidieron, tras el fracaso en las autonómicas y locales, que Rajoy tenía que salir más de La Moncloa, pasear, sacarse fotos, apretar más manos y dejarse ver por los pueblos más pequeños. Hacerse más cercano. Desde entonces ha seguido esa táctica a rajatabla porque además le encanta si el territorio está bien seleccionado. Le desintoxica de los problemas, como su afición a los deportes o al Marca. "¿A qué en corto parece otra cosa?", le comentó anoche el dueño de la taberna El Botijo de Plata a su corro de amigos tras asistir en la plaza Mayor de Ocaña a la llegada del presidente al Ayuntamiento, donde firmó en el libro de honor y se asomó al balcón principal como un rey mago. Luego se personó en el muy logrado belén del convento de los Dominicos.
La alcaldesa de Ocaña, Remedios Gordo, del PP, aprovechó la visita para presumir de su pueblo y para recordar a los recién llegados que ella gobierna desde mayo gracias al apoyo externo del único concejal de Ciudadanos. Rajoy, antes en La Roda, se llevó hasta tres cajas de los famosos hojaldres miguelitos y una camiseta del equipo local para su hijo Juan, que ha pasado del anonimato a la fama por una colleja viral.
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