La madre de Asunta repite hasta cinco veces “no maté a mi hija”
Rosario Porto niega haber asesinado a su niña y haberla drogado con Orfidal
"Llevamos ocho horas de interrogatorio y todavía no he escuchado que nadie le preguntase esto: ¿mató usted a su hija?", le planteó su propio abogado a la madre de Asunta. "No, no maté a mi hija", respondió Rosario Porto, abatida, agotada, siempre al límite del llanto. Y lo repitió hasta cinco veces seguidas. "Yo quería a mi hija, no le iba a hacer daño".
Esto sucedía en el tramo final de una sesión, la de la declaración de la madre acusada por el asesinato de la pequeña compostelana de 12 años en septiembre de 2013, en la que Porto presentó la imagen de una familia que, a pesar del divorcio de la pareja, seguía unida con el único objetivo de que Asunta fuese "feliz". "Como padres lo hicimos lo mejor que pudimos", dijo en un momento del interrogatorio del fiscal. Después de una separación que los mantuvo distanciados un tiempo y esa alianza posterior, determinada por el ingreso hospitalario de Porto a causa de un episodio de lupus que devino en depresión, se había hecho la paz: "Si discutíamos por algo era porque ambos queríamos tener más a la niña".
Por tanto, según intentó dejar claro la acusada en una declaración que precede a la que este viernes prestará su exesposo, la niña no les "estorbaba". Ella estaba reformando el piso de sus padres "para las dos", no para introducir en su vida al amante, con el que no se planteaba más que "encuentros intermitentes". La cría iba a muchas clases particulares, y para el curso siguiente pasaría año y medio en un programa de intercambio con Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. Pero todo esto, según su madre adoptiva, no "para dejarla aparcada", sino para "darle una formación integral".
Igual que negó haberla matado, a preguntas del fiscal la madre de Asunta también rechazó haberla drogado. Rosario Porto consumía el antidepresivo Orfidal por prescripción médica tres veces al día desde finales de julio de 2013 y llevaba la caja de comprimidos siempre encima cuando a diario recorría los 300 metros que separan su piso del de Alfonso Basterra para comer y cenar en familia con la hija de ambos. Porto estaba familiarizada con los antidepresivos, pero este jueves negó haber intoxicado a su hija con este medicamento. "En mi vida le he dado un Orfidal a mi niña", aseguró, "y Alfonso tampoco. Podría haberlo hecho mientras yo iba al baño, pero no, no le daría Orfidal a su hija, no tiene ningún sentido".
Los análisis del pelo de la víctima reflejaron que llevaba meses recibiendo este fármaco, cuyo principio activo es el lorazepam. La tarde en la que murió, según los forenses a causa de una asfixia por sofocación, había recibido una cantidad tóxica, capaz de anular su voluntad y su capacidad de lucha. "Si las pruebas lo dicen, será que le dieron Orfidal", admitió Porto. "Pero también en mi pelo salía que tomaba Orfidal desde febrero y lo tomaba desde julio".
La madre de Asunta, abogada que hacía tiempo que ya no ejercía, aguantó el incisivo y extenso interrogatorio del fiscal Jorge Fernández de Aránguiz y respondió prácticamente a todo. A veces, sin embargo, se escudó en el estado de conmoción que padecía la noche en la que apareció el cuerpo, en los 10 orfidales diarios que tomó durante el duelo, y no supo precisar detalles. "Yo no sé si usted tiene hijos", le dijo con la voz rota al representante del ministerio público para justificar, también, contradicciones con las distintas versiones que dio tras su detención. "No me puedo acordar de muchas cosas. Aquella noche estaba asumiendo la noticia que me acababa de dar la Guardia Civil de que mi hija, a la que esperaba en casa, había aparecido muerta". Tampoco fue capaz de precisar la hora en la que, según su versión, dejó a la niña por la tarde cerca de la casa del padre: "¿Cómo lo voy a saber? Yo no sabía que era el último minuto que la iba a ver".
La madre se tapó la cara y rompió a llorar ya sin poder contenerse cuando el fiscal pidió que se le exhibiesen las fotos de las cuerdas naranjas que aparecieron junto al cadáver en el arcén de una pista forestal en el lugar de Feros, en Teo (municipio vecino de Santiago en el que la familia tiene un chalé, supuestamente el lugar del crimen). Se cortó la emisión al exterior de la sala para evitar que trascendiesen unas imágenes en las que, al lado de los cordeles de uso agrícola, se podía ver el cuerpo muerto de la pequeña. Ante la insistencia del fiscal en esas fotos, la madre, que declaró siempre en voz baja y quebrada, levantó el tono y protestó: "¡Sí, el cadáver, ya lo he visto, ya lo he visto!". Supuestamente, durante la investigación jamás se le habían presentado esos documentos.
En esta declaración ante el jurado popular, según la acusación incurrió en contradicción con otras anteriores en las que, a diferencia de ahora, Rosario Porto presentó a Basterra como un hombre que la amenazaba y le daba miedo, o contó que su hija se le había quejado de que el padre le daba "unos polvos blancos". "Es posible que dijera eso", reconoció cuando se le insistió en que explicase esto último: "La única forma de que Asunta se tomase una pastilla era machacada", era "reacia" a los fármacos, pero "la medicación, a la niña, se la daba generalmente yo". Rosario Porto no se refería al Orfidal cuando en el juicio hablaba de las medicinas de la cría, sino a los populares jarabes "Apiretal y Dalsy" y, durante los "episodios estacionales de rinitis alérgica", alguna pastilla de "Ebastel o Aerius", porque "la pediatra", según ella, les dijo que "a partir de los 12 años ya podía tomar algún antiestamínico en caso de necesidad". Precisamente a estas pastillas fue a lo que el padre atribuyó el fuerte adormilamiento y mareo que presentaba su niña un día que fue a recogerla a clase de música en julio de 2013. Ante la preocupación de las docentes, achacó el estado de la pequeña a los efectos secundarios de un medicamento para la alergia.
Respecto a la relación con Basterra, en una declaración ante el juez de instrucción dijo que el día de la ruptura, en torno a la fecha de Reyes de 2013, se tuvo ir de casa una noche porque tenía "miedo". Él se "comportaba como un energúmeno" y la "amenazaba". Ayer, no obstante, rebajó algunos grados aquella escena."¿Se puso como un energúmeno?", le preguntó el fiscal. "Un poco sí", respondió ella. "¿Le pegó alguna vez?", "Esto está resultando dolorosísimo para mí... No sé qué tiene que ver con la muerte de mi hija... En alguna ocasión... él es más fuerte que yo, y en ocasiones las personas perdemos el control". "Pero sigo creyendo que era un padre maravilloso", dijo más adelante, "le daba lo mejor de sí a su hija". Porto reconoció que el "denotante" de aquel divorcio, que fue firme por sentencia ya en febrero, fue el descubrimiento de que ella tenía un amante, pero quiso equiparar el cariz de su ruptura matrimonial con el común de los divorcios. "Todas las separaciones son difíciles", dijo. Y admitió que había una especie de acuerdo tácito, una "transacción", lo llamó, por el que él cedió en algunas cosas y ella, a cambio, se alejó temporalmente de la tercera persona con la que mantenía una relación. Tras su ingreso hospitalario y su difícil convalecencia, Porto refundó con Basterra "una relación diaria más estrecha". Tanto "en beneficio de Asunta", como por ella misma. Tenía más personas cercanas alrededor, pero estaba sola en su depresión. Y reconoció que dependía de su exmarido.
Un supuesto intento cuatro días antes
El fiscal exhibió un extracto de la central de alarmas que demuestra que alguien estuvo en el chalé del municipio de Teo —el lugar donde se cree que mataron a la niña— cuatro días antes de morir Asunta. El papel revela que ese martes la alarma se desconectó a las mismas horas que fue desconectada el sábado 21 de septiembre, cuando Asunta fue asfixiada tras ingerir Orfidal. La niña no fue a clase el miércoles. La madre justificó la ausencia ante el tutor con una nota en la que decía que estaba “KO”. Los investigadores siempre han defendido que la muerte fue ensayada por los padres con anterioridad. La madre respondió al fiscal con vaguedad. Dice que no sabe quién estuvo ese martes Teo, que quizás fue su exesposo. Y que la niña estaría esa tarde con la cuidadora, o comprando libros de texto con Basterra en Hipercor. El hipermercado se halla en la misma ruta que el chalé de Teo.
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