Rajoy inaugura La Pepa entre protestas por el paro

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, inauguró ayer en Cádiz el puente de la Constitución de 1812, una obra que, tras cuatro años de retraso y una inversión de 511 millones, se abrió por la tarde al tráfico sin la presencia de los vecinos de ninguna de las ciudades limítrofes, la capital y Puerto Real. Los tres centenares de vecinos que se concentraron a ambos lados del puente para manifestarse por su ausencia en el acto y para pedir empleo fueron controlados con un cordón policial para impedir su acceso a la infraestructura, que por sus dimensiones, 69 metros de altura desde el nivel del mar al tablero, constituye uno de los puentes más elevados del mundo.

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La falta de trabajo no fue obviada por ninguno de los representantes institucionales en una ciudad que soporta un 37% de tasa de paro, la más alta del país. Durante la inauguración en la parte más alta del puente, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, lanzó un mensaje claro a Rajoy: “Falta un puente, el del empleo”. Díaz intentó evitar la polémica sobre qué Gobierno ha hecho más por el puente y destacó que la infraestructura es una obra para los ciudadanos. “No importa quien corte la cinta, esta obra no es de nadie, es de todos”, afirmó. Díaz insistió en llamar a todas las administraciones a cooperar por el bien de la población.

Rajoy recogió el mensaje y afirmó que el nuevo puente es un símbolo. “Recordará lo que podemos hacer sobre los pilares del entendimiento y la concordia”, afirmó el presidente del Gobierno. El jefe del Ejecutivo, con los vecinos de la zona esperando a dos kilómetros y medio a cada lado, instó a pensar en el futuro, en que la obra “servirá a las personas” e incidirá en el “empleo y en el crecimiento”.

El alcalde de Cádiz, José María González, conocido como Kichi (Por Cádiz Sí Se Puede, marca municipal de Podemos), también insistió en la necesidad de abordar de inmediato el problema del paro en la ciudad. El alcalde reclamó a Díaz una reunión urgente y entregó a Rajoy un informe de los trabajadores de Navantia, una de las principales industrias de la zona, con las repercusiones de la inversión naval en la riqueza y en la creación de puestos de trabajo.

Kichi lamentó que el puente se haya inaugurado sin tener terminadas las conexiones a ambos lados y la ausencia de los vecinos en la inauguración de una infraestructura que han estado esperando durante más de un lustro.

Antonio Romero, alcalde de Puerto Real, la otra ciudad que acoge uno de los extremos del puente, se ausentó como protesta por el despilfarro de la obra y la exclusión de los vecinos. Sí acudió la anterior regidora de Cádiz, la popular Teófila Martínez, quien afirmó que se puede “morir tranquila porque ha cumplido su promesa”.

El puente, bautizado popularmente como La Pepa, al igual que el apelativo de la Constitución que da nombre oficial a la infraestructura, es uno de los más altos del mundo con 185 metros y ha tardado ocho años en estar concluido. Tiene previsto un tráfico medio diario de 30.000 vehículos y aliviará el colapso de las dos únicas entradas a la ciudad hasta ahora: el puente José León de Carranza y la autovía desde la localidad de San Fernando.

Las obras han sufrido un sobrecoste de casi 240 millones y fueron adjudicadas a la empresa Dragados, aunque en todo el proceso han participado dos centenares de empresas.

El puente es el segundo marítimo de mayor gálibo vertical del mundo, después del de Verrazano Narrows de Nueva York y por delante del Golden Gate de San Francisco. Además, será el tercero en Europa de mayor luz de vano principal, (540 metros), después del de Normandía en Francia y del Rion Antirion en Grecia.