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Aflora la disidencia en la izquierda ‘abertzale’ por el futuro de los presos

Los malos resultados del 24-M, cuando perdieron la Diputación de Gipuzkoa y la Alcaldía de San Sebastián, envalentonan a los críticos con la estrategia de Sortu

Luis R. Aizpeolea
Manifestación el 29 de agosto en Bilbao por la amnistía a los presos etarras.
Manifestación el 29 de agosto en Bilbao por la amnistía a los presos etarras.Iñaki Andrés (EFE)

Seis años después de que la izquierda abertzale anunciara su rechazo a la violencia, con la ponencia Zutik Euskal Herria, y cuatro de la legalización de Sortu, esta formación afronta sus primeras disensiones de cierta entidad. La paralización del proceso de desarme, el estancamiento en la situación de sus presos, unido a los malos resultados en las elecciones municipales de mayo, que les ha supuesto la pérdida de la Diputación de Gipuzkoa, la Alcaldía de San Sebastián y las de otros municipios guipuzcoanos, ha hecho aflorar la disidencia interna. Su primera expresión fue, en junio, con una carta de 93 ex presos de ETA, discrepantes de la línea oficial de Sortu. Le siguió el 15 de agosto el manifiesto crítico de Eusko Ekintza y hace dos semanas, ATA (Amnistia Ta Askatasuna), una organización de apoyo a los presos, desafió a la línea oficial de Sortu con una manifestación en Bilbao a favor de la amnistía que congregó a más de un millar de personas.

Previamente, en agosto de 2014, la izquierda abertzale sufrió el primer aviso de una disidencia que hasta entonces se creía inexistente. Ibil -Iraultzaileen Bilguneak-, un grupo violento en favor de la amnistia, irrumpió con el incendió de cinco autobuses en Loiu (Bizkaia), el mayor acto de kale borroka desde el cese definitivo de ETA. Sortu, que se jugaba la credibilidad de su apuesta pacífica, condenó sin paliativos el atentado. Pero hizo más. Envió un aviso a Ibil, integrado por unas pocas decenas, y les advirtió que les tenía enfrente. Al parecer, ETA hizo lo mismo y desde entonces Ibil no ha vuelto a dar señales de vida.

Sortu tuvo el siguiente aviso en junio y ya no procedía de un grupo violento. Una carta firmada por 93 ex presos de ETA reprochaba a Sortu haber renunciado a la amnistia como eje en la política sobre los 437 presos de ETA (93 de ellos encarcelados en Francia). Una organización afín a la línea de Sortu, Gureak Gugaz, tras señalar que “somos más de diez veces 93”, les respondía: “Hemos recibido insultos y amenazas de quienes creen que tienen el monopolio de la defensa de los derechos de los presos y siguen obcecados en las estrategias más caducas y condenadas al fracaso y a prolongar el sufrimiento”. El enfrentamiento estaba servido.

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En agosto, quien manifestaba su disidencia con Sortu, a través de un manifiesto, era Eusko Ekintza (Acción Vasca), un grupo de la izquierda abertzale, heredero de la antigua ANV (Acción Nacionalista Vasca). La crítica trascendía la situación de los presos y reprochaba a Sortu el fracaso electoral en las municipales por haberse distanciado de la militancia y de la calle, haber primado las tareas institucionales e incluso les reprochaba no haber impulsado un movimiento como el 15-M en Euskadi.”El retroceso electoral nace fundamentalmente de la pérdida de ilusión por el proyecto y la falta de implicación de una militancia que históricamente lo ha defendido en las condiciones más duras, también en la lucha electoral e institucional”, señala el manifiesto publicado el 15 de agosto.

Dos semanas después, el 29 de agosto, ATA , la organización de apoyo a los presos disidente de Sortu, y que cuenta con el respaldo de reclusos de la línea dura, como Unai Parot e Iñaki Bilbao Goikoetxea, sacaban a la calle en la capital bizkaina a más de un millar de personas en reclamación de amnistia. Su disidencia era aún más relevante porque la víspera Sortu había convocado en el mismo lugar por una reivindicación más limitada: la excarcelación de los 13 presos enfermos graves de ETA.

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Nadie duda, ni siquiera en Sortu, que esta disidencia ha aflorado porque los malos resultados electorales de mayo han envalentonado a los críticos. Sortu minimiza su importancia, especialmente la procedente de Eusko Ekintza por ser “muy minoritaria”. Ha abierto una reflexión sobre el funcionamiento interno, que apunta a ofrecer mayor protagonismo a sus bases o contar con independientes para reforzar las candidaturas de Bildu y responder al reto de Podemos por su flanco de izquierda radical.

Pero su mayor desafío procede de la disidencia de ATA porque incide en un problema candente, el enfrentamiento interno sobre la vía a seguir con los presos de ETA. La reivindicación de amnistia de ATA, igual que la de la carta de los 93 de junio, choca con la política más pragmática de Sortu, partidaria de que los 437 presos etarras asuman la legalidad penitenciaria, y esa tensión se manifiesta en las cárceles. El resultado de esa tensión es que los presos de ETA asumen teóricamente la legalidad penitenciaria, pero no solicitan beneficios penitenciarios de modo individual, como marca la ley, con lo que desbaratan y bloquean cualquier mejora en su situación. En consecuencia, resulta insatisfactorio para todos,

La réplica de Gureak Gugaz a la carta de los 93 ex presos de ETA, que exigían amnistia, deja claro el debate cuando reclama al colectivo de presos “la libertad de los presos para cumplir los requisitos legales impuestos por la legislación española y francesa, siguiendo el itinerario tomado por Sortu”.

Tampoco ayuda a las posiciones pragmáticas de Gureak Gugaz la actitud del ministerio de Jorge Fernández, que no ha realizado ningún movimiento, ni siquiera un acercamiento a las cárceles vascas, entre los presos reinsertables. Ni tampoco ha estimulado una vía como la Nanclares, promovida por su antecesor Alfredo Pérez Rubalcaba.

Ante este reto, Sortu cuenta con dos bazas. Una externa, como es la posibilidad de un cambio en la política penitenciaria del próximo Gobierno que salga de las urnas en diciembre, ante la más que probable pérdida de la mayoría absoluta del PP. Y otra interna, como es el liderazgo de Arnaldo Otegi que la próxima primavera saldrá de prisión, con lo que, previsiblemente, además, encabezará su lista en las elecciones vascas de 2016. Al Gobierno vasco le preocupa la “situación de deterioro en las cárceles”, que atribuye a la “ausencia de un final ordenado de ETA”.

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