Jesús Neira, contra viento y marea
El profesor universitario alcanzó gran notoriedad cuando intentó parar una agresión de género que le costó graves secuelas físicas
La muerte llegó al profesor Neira el pasado sábado 29 de agosto, después de siete años de prolongada enfermedad: olvidado, incapacitado y empobrecido. Su cruz al mérito civil colgaba todavía junto a su chimenea. El cariño y los cuidados de su mujer Isabel y de sus tres hijos le acompañaron hasta el final. Contaba 62 años.
El héroe de antaño (el hombre que dijo basta) fue apartado de la memoria colectiva por los mismos medios que le auparon. Jesús fue el primer hombre que frenó a otro hombre en una agresión de género, pagando por ello un alto precio. Representó al arquetipo del caballero que sale en socorro de una dama. Recibió medallas, premios, loas y reconocimientos, pero Jesús nunca fue el mismo después del 2 de agosto de 2008, fecha en que sufrió una cobarde agresión por parte de un maltratador. Salió del hospital desinhibido, con secuelas incurables, padeció ataques de ira y depresión hasta su muerte. Su exposición mediática fue suficiente para demoler su imagen. Sus declaraciones excéntricas no se correspondían con el comportamiento de aquel profesor. La gente pensó que Neira no merecía su admiración porque no respondía a la imagen que se habían creado de él y algunos programas basura —que fueron condenados por intromisión en su honor— hicieron el resto.
Jesús Neira no supo ni quiso vivir en el Sistema, no se adaptó jamás. El secreto de su rebeldía se lo lleva a la tumba. Su lucha contra el régimen del 78 fue la constante que marcó su vida a partir de los años 90. Brillante profesor de Teoría del Estado, premio extraordinario, en cierta manera Neira encarnó en su biografía el auge y la decadencia del sistema político vigente.
Descendiente de un linaje de marinos gallegos, el joven Neira vivió la Transición con esperanza. Fue socialista y militante del PSP de Enrique Tierno Galván. Desencantado con el referéndum de la OTAN y el funcionamiento interno del partido, abandonó el PSOE. Su proximidad y amistad con diversos jueces y fiscales como Baltasar Garzón y Joaquín Navarro le dotaron de información suficiente para conocer los entresijos de la guerra sucia y para considerar que en España no existía una verdadera separación de poderes ni por tanto una democracia.
Los noventa fueron sus años más fructíferos: editoriales en el periódico Ya y en Diario 16, artículos en El País o ABC, intervenciones en radios, televisiones y cursos de verano, tertulias en Lhardy, lecciones magistrales. Pero Jesús fue separándose del pensamiento oficial y confluyendo con las ideas de Antonio García-Trevijano. Nuestro sistema, para Jesús, no era una democracia representativa, sino un régimen oligárquico. En su opinión, la Transición había traído libertades personales pero no la libertad política. La Constitución conducía a la disolución de España. ¿Les suena?
La desaparición en los programas de la asignatura que impartía – Teoría del Estado- supuso el final de su docencia en la universidad pública. La Universidad Complutense le echó tras desdotar su plaza. Un caso único y vergonzante que le supuso una gran decepción. Pero no sería la única. Con motivo del caso Sogecable, el grupo de amigos de la Audiencia Nacional se dividió y Neira no quiso tomar partido en la crucial batalla que provocó aquel asunto, porque tenía amigos en ambos bandos. Su neutralidad le dejó fuera de los medios, lo que sumado a su pérdida de plaza universitaria lo sitúo en la marginalidad profesional. Entonces conoció la penuria y su visión del poder se fue haciendo más radical: España no sólo no era una verdadera democracia sino un país gobernado por una suerte de criminalidad política organizada.
Así pasó el profesor ocho años de su vida, casi sin trabajo, pero sobrevivió dando clases en algunas universidades privadas, como la UCJC. Y en aquellas circunstancias tuvo lugar el incidente de agosto del 2008 que le haría famoso.
Jesús era de esos hombres que siempre ceden el paso a las mujeres. Educado como un caballero no toleró la escena en la que un hombre corpulento pegaba a una chica que amaba a su agresor. Y fue golpeado con saña.
Cuando Jesús despertó -después de meses en coma- sus antiguos correligionarios socialistas, representados por Bibiana Aído, fueron a verle con flores. Desde la Comunidad de Madrid tendían puentes a toda velocidad para frenar la querella criminal contra cuatro de sus médicos. Lo cierto es que a Jesús, pese a acudir al hospital cuatro veces, no le hicieron un TAC que era preceptivo en una persona anticoagulada que había sido golpeada hasta la inconsciencia. Luego vino el primer derrame cerebral.
El despertar de Jesús fue muy duro, doloroso. Sin poder asimilar ni conocer realmente lo ocurrido, seriamente deteriorado en sus funciones cognitivas y físicas, aceptó un cargo en el Observatorio contra la Violencia de Género y trató de llevar adelante su labor como pudo. Después se arrepentiría de haber aceptado ese nombramiento. Todos querían hacerse la foto con el profesor aunque no se tuviera en pie. Millones de españoles vieron su primera entrevista. Pero Jesús no estaba bien. Se deprimía y comenzó a beber de vez en cuando. Cuando su agresor Antonio Puerta salió en libertad condicional Jesús revivió el trauma y los medios de comunicación explotaron sus declaraciones pidiendo una pistola para defenderse. Después vino su sonado enfrentamiento con Tomás Gómez, el extraño incidente de la alcoholemia (le esperaban unos cámaras en el lugar de su detención) y sus declaraciones intempestivas contra unos y otros políticos. La Comunidad de Madrid lo cesó tras una agria polémica. En pocas semanas Neira pasó al olvido del inconsciente colectivo.
Aún estaba abierto el tema judicial y desde la Comunidad de Madrid le ofrecieron un acuerdo verbal que resultó ser un engaño sin calificativos. Él culpo directamente a Esperanza Aguirre en su última aparición mediática. El asunto de la responsabilidad médica sigue en los tribunales. Jesús murió convencido de que fue víctima de los primeros recortes y de la orden no escrita de ahorrar en la realización de los TAC y otras pruebas médicas costosas.
Jesús, durante su enfermedad, se hizo verdaderamente religioso, pero la política era lo único que le sacaba de sus meditaciones sobre el sentido de la vida y sus reflexiones sobre el dolor que había padecido. Neira, rebelde e indomable, estaba convencido de que para la supervivencia de nuestra sociedad y del propio estado español se hacía inevitable un cambio de régimen político. De tarde en tarde celebraba la llegada de ese cambio, aunque era consciente de que no viviría para verlo…
Javier Esteban es escritor y profesor de Derecho Constitucional. Universidad Camilo José Cela
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.