Herzog vuelve a la selva
El nuevo líder de UPyD ante la titánica tarea de reconstruir en cuatro meses un partido devorado desde dentro
La peletería Kalter de San Sebastián está en liquidación. Su dueño, Carlos Herzog, ha decidido jubilarse y clausurar un negocio familiar, ahora en declive, que emprendió su abuelo Willy al llegar a la ciudad y continuó su padre con buen tino. A su hijo mayor, Andrés, pese a criarse entre pieles, nunca le tiró ese mundo. Huyendo de los curtidos, se refugió en el deporte y el derecho y se defendió bien en los dos. Llegó a ser subcampeón de España de judo y asociado (paso previo al rutilante estatus de socio) en Garrigues, el bufete más grande del país. Todo eso antes de que la política se cruzara en el camino de este abogado donostiarra de 41 años, elegido hace un par de semanas líder de Unión Progreso y Democracia (UPyD). De repente se ha encontrado en la misma tesitura que su padre al colocarse al frente de un negocio al borde de la liquidación.
“La marca UPyD ha quedado muy dañada” tras la crisis interna, admite Herzog
Tiene muy poco tiempo para desarrollar la operación salvar UPyD. En cuatro meses debe afianzar su liderazgo dentro del partido y darse a conocer fuera para presentarse a unas elecciones, primarias mediante, que se presentan hostiles. ¿Por dónde empezar? “Lo primero es saber cuántos somos, cuántos quedamos”. La estrategia de Andrés Herzog parece la de un general tras la batalla: balance de bajas y supervivientes seguido de evaluación de daños: “La marca UPyD ha quedado muy dañada”, admite. Y luego, preparar el contraataque para recuperar las plazas perdidas o, en su lenguaje, “para que UPyD recupere su espacio”. Todo un desafío para alguien que entró de lleno en política hace solo cuatro años más como técnico que como ideólogo.
El apellido Herzog, de origen judeopolaco, tiene cierta raigambre en la política de medio mundo. Un Herzog presidió Israel (Jaim, cuyo hijo es el actual líder de la oposición) y otro Alemania (Roman, que pidió perdón por el bombardeo de Gernika). Hubo Herzog en Gobiernos de Francia, México, Bolivia, Sudáfrica, Suiza… En España Enrique Múgica Herzog ejerció una década de defensor del pueblo. Pero fue su hermano Fernando, asesinado por ETA, el realmente determinante en la biografía del nuevo capitán de UPyD.
Es familiar de Enrique y Fernando Múgica Herzog. A este le asesinó ETA. “Eso marca tus convicciones”
Los Herzog peleteros mantienen antepasados comunes con los Múgica Herzog, abogados y políticos, todos de San Sebastián. Andrés siguió los pasos de esta otra parte de la familia. En 1996 estaba estudiando sus últimos años de Derecho en la Universidad de Navarra y luchando por hacerse un hueco en el equipo olímpico de judo que iba a competir en los Juegos de Atlanta. El tiro en la nunca que mató a Fernando Múgica entonces fue la brutal manera en la que la política irrumpió en su vida. “Eso marca tus convicciones”.
Tras foguearse unos años en el turno de oficio y en el bufete de sus primos, Herzog dio el salto a Madrid libre de ataduras. Ni fue educado en la tradición judía ni en la vasca. “Hablábamos mucho en casa de cómo el nacionalismo nos hacía sentir ciudadanos de segunda”, explica. Entró a trabajar en Garrigues y se especializó en Derecho Procesal y pleitos entre empresas. Una experiencia que le sería muy útil estos últimos años cuando, ya dentro de UPyD, se encargó de arremeter contra gigantes como Bankia en desigual batalla. Presentó la primera querella contra todos los consejeros por engañar a miles de accionistas. “Recuerdo la primera vez que nos citó el juez Andreu en su despacho de la Audiencia Nacional por este caso. Solo, frente a una legión de abogados muy reputados, algunos de ellos catedráticos de Derecho Penal, que ejercían la defensa de cada uno de los 33 consejeros”.
Los Herzog llevan cuatro generaciones en Donosti, pero el nacionalismo les ha hecho sentirse "ciudadanos de segunda”, explica
Cuando en 2007 nació UPyD, Herzog vivía enfrascado en las jornadas interminables de Garrigues, donde le enseñaron, dice, a perder el miedo a rivales de postín (los Albertos fueron unos de ellos). Pero le gustó el manifiesto fundacional. Se presentó en la sede del partido dispuesto a ayudar en lo que fuera. No sobraban manos, así que pronto se vio involucrado en la preparación de la primera campaña electoral del partido, la del único escaño para Rosa Díez. En Donosti, adonde retornó por unos años, se hizo un hueco en el equipo de asesores gratis total de Gorka Maneiro, el solitario diputado que la formación mantiene en el Parlamento Vasco desde 2009.
Maneiro recuerda la primera iniciativa que escribió Herzog. Era contra las multas a las empresas que no atendían a los ciudadanos en euskera. Aquella moción se rechazó, pero a Maneiro le llamó la atención su argumentación y su redacción. “No suele haber iniciativas bien escritas”, lamenta. En 2011, “le propuse como candidato a diputado general en Guipúzcoa, pero le tenían reservado un hueco en Madrid”.
“Esto ha sido un máster en condición humana y la de político es la profesión más dura e ingrata”, comenta sobre la crisis de UPyD
Ese año el partido obtuvo cinco escaños y vivió su mejor momento. Consiguió grupo propio y necesitaba a alguien metódico para llevarlo. Carlos Martínez Gorriarán, diputado y fundador de UPyD, donostiarra también, le echó el lazo y Herzog no se resistió. Le gustaba la idea de zambullirse en política en un momento aún virginal en el que parecía que no había lugar para el desengaño. “Le agradezco que no haya comentado ni una sola vez, siquiera en broma, el dinero que perdió con el cambio”, comenta Gorriarán.
El trabajo en la sala de máquinas del grupo se fue complicando. UPyD decidió meterse en los juzgados y encontró el hombre oportuno para ello. Herzog, que estaba feliz por haber dejado atrás los pleitos, los multiplicó y organizó tres decenas de querellas (contra Bankia, los Pujol, multiples cajas, las preferentes, la Comunidad de Madrid… que ahora peligran por falta de dinero). Y además, Rosa Díez le hizo portavoz adjunto para mantener a flote un partido que se fue descascarillando a medida que crecían los partidarios de unirse a Ciudadanos. Tras todo ello, Herzog ya no piensa igual de la política. “Esto ha sido un máster en condición humana y la de político es la profesión más dura e ingrata”.
A su lado, incondicional, su esposa argentina, Natasha Goffman, que estos días de agitación ha puesto su Twitter al servicio de las actividades de su marido dejando casi al margen su mundo profesional de las exposiciones de arte. Goffman se encarga también del ocio de Herzog. En la agenda destacan las visitas al Auditorio Nacional de música clásica, aunque si por él fuera, escogería más cine. Uno de los Herzog más famoso, Werner Herzog, filmó las locas empresas de Lope de Aguirre en busca de Eldorado o de Fitzcarraldo tratando de llevar la ópera a la selva. Titánicas tareas, pero en nada comparables con las de reconstruir un partido en cuatro meses.
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