Lucía Figar, de ‘presidenciable’ a abandonar la política imputada
Su nombre llegó a sonar como sucesora de Esperanza Aguirre y como ministra de Rajoy
Llegó a Madrid de la mano de Esperanza Aguirre, que la nombró con 31 años consejera de Inmigración, una cartera que estrenó ella. Lucía Figar de Lacalle (Madrid, 1975), una política joven, preparada y precoz, llegó a sonar como sucesora de su maestra para estas elecciones autonómicas. Sin embargo, no ha ido ni en las listas e iba a abandonar la política una vez se constituyera el nuevo Gobierno regional. Alegó "motivos personales" para no volverse a presentar y no hizo declaraciones públicas al respecto. Este martes, la consejera de Educación y Empleo en funciones de la Comunidad de Madrid ha sido imputada en la trama Púnica de corrupción junto a Salvador Victoria, vicepresidente en funciones. Victoria tampoco fue en las listas. Este jueves, ambos han presentado su dimisión.
Muy deportista y la mayor de una familia numerosa con seis hermanos varones, Figar es, sobre todo, una mujer muy cercana a Aguirre, apreciada por ella, de su confianza. En la despedida de su jefa, cuando dimitió como presidenta, ambas lloraban. Un exjefe de la consejera en Moncloa, que es además amigo, asegura que ambas tienen buena sintonía. Hay quien la ve como "la hija que Aguirre nunca tuvo". "Esperanza se ve reflejada en Lucía, es como ella con 30 años menos", añade.
Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales, dio sus primeros pasos en política junto al yernísimo de Aznar, Alejandro Agag. Se conocieron en el Colegio Universitario de Estudios Financieros, un centro privado de Madrid. La consejera se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales. Ella era más joven y mejor estudiante, habla inglés y francés fluidos y controla el italiano. Coincidieron porque Agag repitió algunas asignaturas. Congeniaron. Y la invitó a trabajar con él. Su relación se ha estrechado con los años. La consejera es madrina de Alejandro, el primer hijo de Agag con Ana Aznar Botella, hija del expresidente del Gobierno.
Con solo 23 años, puso el primer pie en La Moncloa reclamada por Agag. Trabajó como asesora júnior del Gabinete de la Presidencia del Gobierno entre 1998 y 1999, en la primera legislatura de Aznar. "Echaba muchas horas, podía pasar la vida allí", recuerda su exjefe. En esa época conoció a su marido, Carlos Aragonés (Leganés, 1956), jefe de Gabinete de Aznar y estrecho colaborador. Aragonés, Agag y Figar fueron miembros destacados del llamado clan de Becerril, una especie de escuela de verano de postín para que el presidente se codeara con gente joven al margen del partido. A la vera del expresidente, los cachorros ("el banquillo del banquillo del PP", lo definía Agag) fueron copando nuevos cargos.
De asesora pasó a jefa de gabinete del secretario de Estado de Organización Territorial (2000-2003) y a secretaria general de Asuntos Sociales (2003-2004) a las órdenes del entonces ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana. Después, fue jefa de la asesoría del grupo parlamentario popular en el Congreso de los Diputados de 2004 a 2005, un año de grandes cambios. Se casó con Aragonés, con el que ya tiene tres hijas, e inició su trayectoria en Madrid como consejera de Inmigración, cargo que ocupó entre 2005 y 2007, cuando pasó a Educación.
Figar gestiona desde junio de 2007 una de las áreas preferidas de Aguirre, que ministra de Educación entre 1996 y 1999. Desde esta cartera ha firmado los importantes recortes que dieron lugar a la marea verde de los profesores, el tarifazo universitario —una subida de más de un 65% en las tasas universitarias en los dos últimos cursos— y una subida del 175% en la Educación Infantil. También se la recordará por polémicas como el fichaje a dedo de profesores nativos de inglés sin haber pasado por oposiciones y por los cambios en las oposiciones a maestro.
En el sector, fue recibida como una extraña. "Nos han traído a alguien de fuera", pensó entonces un representante de la escuela concertada que la define como una política "simpática, pero con un carácter frontal similar al de Aguirre". Es más seria que Aguirre, capaz de casi todo por una buena foto. En septiembre de 2008, ambas coincidieron en la inauguración de una escuela infantil. La entonces presidenta se metió en una casita de colores para llamar la atención de los fotógrafos. Figar se quedó de pie, casi rígida. Un excolaborador asegura que nunca se haría una foto así.
Muy cuestionada tras 11 huelgas educativas, Aguirre la mantuvo contra viento y marea en Educación y también lo hizo Ignacio González cuando remozó su Gobierno al asumir la presidencia. Aunque le quitó Empleo, González le dio Deportes y Juventud. En el Partido Popular, al que pertenece desde 1995, es miembro de la Junta Directiva Nacional y secretaria de Comunicación y portavoz del PP de Madrid.
Es ambiciosa, resaltaban adversarios y amigos. En el verano de 2011, su nombre sonó como presidenciable madrileña por los pasillos de la Asamblea regional y meses después, como ministrable de Mariano Rajoy. Pero Aguirre anunció su retirada en septiembre, Rajoy no la llamó a su lado y parecía que González sería el sucesor en Madrid. Parecía hasta que Mariano Rajoy intervino e impuso a Cristina Cifuentes que, al conocer la decisión de Figar de abandonar la primera línea al término de la legislatura, aseguró que estaría encantada de contar con ella para su eventual gobierno si deseara seguir. Hoy, Cifuentes ha opinado que las nuevas imputaciones en el seno del PP son un "lastre" que "no ayuda" a mejorar la confianza de los ciudadanos, al tiempo que ha esperado que quien haya cometido alguna irregularidad pague por ellos.
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