¿Qué tipo de deberes son los adecuados para el aprendizaje?
Los expertos aconsejan tareas creativas y personalizadas en vez de fichas repetitivas
Fichas mecánicas que repiten otras decenas ya realizadas en clase, y que se mandan por igual a todos los alumnos; maestros que obligan a copiar el enunciado de cada problema además de a resolverlo, a copiar tres veces una redacción porque tenía un tachón, o borran una página de cuentas resueltas correctamente porque no eran las que tocaban ese día… Son ejemplos de deberes y de formas de gestionarlos habituales en el día a día de muchos niños.
Dejando aparte el debate sobre si tiene que haber o no deberes, todas las voces consultadas para este reportaje coinciden en que la tarea más importante en Primaria es fomentar la lectura. Y en criticar la imposición de los mismos deberes para todos. “Los profesores tendrían que hacer propuestas pedagógicas ajustadas a cada niño”, aconseja Enric Roca, profesor de Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona. Lo que no tiene sentido, explican los expertos, es mandar los mismos ejercicios a un niño que saca sobresaliente en una materia que a uno al que le cuesta y necesita refuerzo.
Sin embargo, muchos profesores lo hacen bajo la presión del temario a completar y del ritmo marcado por la editorial del libro de texto elegido. “Las tareas que mandamos, en muchos casos, no siguen criterio pedagógico alguno”, afirmaba en una carta muy difundida Alfonso González, profesor de Biología. Muchas veces, “mandamos todos los ejercicios que vienen en el libro, sin plantearnos cuántos o cuáles son los necesarios: si son 10, 10, y si son 20, 20”. “Y si el maestro se salta alguna página, los propios padres vienen a preguntar que por qué la dejan en blanco”, añade Laura Bermúdez, tutora de Primaria.
“Los deberes actuales están vinculados a la organización del trabajo del colegio: el profesor explica y tienes que hacer unos ejercicios. Pero como no hay tiempo, los terminas en casa”, afirma José Antonio Rodríguez, director del Colegio Estudiantes Las Tablas (Madrid), cuyos alumnos aprenden por proyectos de investigación y sin deberes y exámenes al uso. “Hay que plantearse qué sentido tienen las actividades en casa de los alumnos”, dice. “El reto es despertar en el niño el interés en aprender”, de forma que continúe naturalmente el proceso en casa, buscando información sobre el tema trabajado en clase o comentándolo con los padres.
Para ello, la típica ficha tiene poca utilidad. “Los deberes tendrían que fomentar la creatividad, el trabajo en equipo, la búsqueda de información, estimular la lectura y la reflexión, en vez de la pura repetición de lo hecho en clase”, dice Roca. “Parto de que no tendría que haber deberes”, opina la experta en innovación educativa María Acaso. “Pero si los hay, tendrían que ser tareas creativas, de resolución de problemas o relacionadas con el arte”, opina. Incluso, “deberían ser placenteros, lúdicos”, abunda. Frente al miedo que despierta la idea de plantear deberes divertidos y el tradicional argumento de que las tareas crean hábito de estudio, defiende: “Cuando algo realmente te gusta, eres capaz de dedicarle esfuerzo y ser disciplinado”.
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