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Columna
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Hasta la derrota final

En el PP sigue en marcha la maquinaria infernal para perder las elecciones

Convocada por su presidente, Mariano Rajoy, se reúne hoy la Junta Directiva Nacional del Partido Popular, máximo órgano de dirección entre congresos. Lo hace por primera vez desde abril de 2013, aunque sea preceptivo que se celebre cada cuatrimestre. Es decir, que se han omitido siete convocatorias: dos en 2013, cuatro en 2014 y una en 2015. Dice el artículo 32.3 de los estatutos del partido que la cita deberá formalizarse por escrito, con inclusión del orden del día, pero ha sido imposible averiguar de qué puntos constará. La junta tiene facultades (artículo 33) para impulsar el cumplimiento de los programas y controlar la gestión del comité ejecutivo; debatir informes sobre organización, estrategia y programas; velar por el cumplimiento de los estatutos y aprobar la normativa reglamentaria; conocer las modificaciones de los órganos de gestión y los nombramientos efectuados por el presidente o el secretario general; convocar los congresos; nombrar y cesar a los vocales del comité de derechos y garantías; aprobar las uniones, federaciones y coaliciones con otros partidos y designar al candidato a la presidencia del Gobierno cuando existiera la vacante y no pudiera hacerse un congreso extraordinario. Indiquemos que a la junta pertenecen unas 600 personas, cifra del todo inadecuada para deliberar y adoptar decisiones en apenas unas horas.

Los marianólogos consideran improbable que la junta de hoy ejerza algunas de las facultades más arriba detalladas. El esquema previsto responderá al de los ejercicios espirituales, combinando el santo temor a la derrota con las ventajas que para alcanzar la victoria representa esforzarse por el buen camino y permanecer unidos al mando. Todo se juega en la elección de los oradores y en el acierto de las alocuciones que dirijan a los congregados. Que en el último comité ejecutivo, tras la derrota electoral de Andalucía, todos guardaran silencio es revelador de un ambiente donde preguntar ofende, opinar descalifica y solo el asentimiento lanar es garantía de progreso.

Todo indica que estamos

Entre tanto, sigue en marcha la maquinaria infernal para perder las elecciones, escalón por escalón, hasta las generales de otoño. Es, otra vez, la ingratitud. Cuando había logrado desmontar el franquismo, Suárez hubo de despedirse; cuando resolvió el juicio del 23-F e ingresamos en la OTAN, Calvo Sotelo perdió; cuando Aznar nos había sacado del rincón de la historia, su candidato Rajoy fue derrotado; cuando se puso fin al terrorismo de ETA, el designado por Zapatero fue vencido. También ahora, pasado lo peor de la crisis, cuando apunta la recuperación, Rajoy se convierte en perdedor irremediable. Todo indica que estamos en vísperas de una nueva migración de la derecha, que jugó al progresismo con la UCD, quiso volver por sus privilegios con AP, intentó el vale todo con el PP y ahora, insostenibles las gaviotas, podría anidar bajo otro logo.

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