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Elecciones andaluzas
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Adónde se fueron los votos del PP

Una parte de los antiguos electores del PP ha cambiado en favor de Podemos

Los votos en las elecciones son como la energía: ni se crean ni se destruyen, sino que se transforman. Seguro que este lunes la Comisión Ejecutiva del PP se estuvo preguntando adónde se fueron los 506.665 votos perdidos en las elecciones del pasado domingo respecto a 2012. Una respuesta difícil de entender, porque solo cabe concluir que una parte de ellos fueron a parar a las arcas de su competidor más opuesto: Podemos. Y esa es mucha transformación. Pero los datos son muy tozudos y ni Ciudadanos ganó tantos votos como perdió el PP, ni la suma de los votos perdidos por el PSOE e IU justifican los 590.000 obtenidos por Podemos. La única explicación es que un porcentaje de los andaluces que otorgaron la victoria a Javier Arenas en 2012 se han dejado convencer por los mensajes de indignación del partido que encabeza Pablo Iglesias.

El voto joven, teniendo en cuenta el altísimo nivel de paro juvenil en Andalucía (más del 50%), puede explicar la caída del PP y del PSOE

Según los datos difundidos con el 99,95% de los votos escrutados, en las elecciones al Parlamento andaluz votaron 4.017.912 personas, es decir, 132.775 más que tres años antes, sobre un censo superior en 104.065 al de 2012. El nivel de abstención fue un 10% inferior al de entonces y los votos nulos y en blanco casi se duplicaron. Hay, sin embargo, un dato importante que no está en el balance oficial, pero que sitúa la cifra de nuevos votantes (jóvenes de entre 18 a 21 años) en torno a los 250.000; un número que se contrarresta con los fallecidos en esos tres años o los que emigraron. Y ese voto joven, teniendo en cuenta el altísimo nivel de paro juvenil en Andalucía (más del 50%), puede explicar la caída del PP; y del PSOE, por supuesto.

El partido que encabeza Susana Díaz ha perdido 118.881 votos, aunque la fragmentación de formaciones en liza le ayudó a mantener los 47 escaños que marcaban la raya roja del éxito o el fracaso de la presidenta de Andalucía. Si sumamos a esta cifra los 164.445 votos que perdió Izquierda Unida e incluso los 36.063 que dejó de obtener el Partido Andalucista, el botín posible de Podemos sumaría 319.389 votos. Se pueden sumar también los 132.775 nuevos votantes netos, con lo que la cifra ascendería a 452.164 votos que han llegado de forma natural a Podemos y su candidata Teresa Rodríguez. Faltan, por tanto, 137.847 votos para explicar el total obtenido por Podemos.

El partido de Susana Díaz ha perdido 118.881 votos, aunque la fragmentación de formaciones le ayudó a mantener los 47 escaños

Si hacemos el mismo cálculo por el lado de la derecha (o del centro derecha), obtenemos casi la misma cifra al restar a los 506.665 votos perdidos por el PP los 368.988 obtenidos por Ciudadanos: 137.677. La política no es una ciencia exacta, pero las cuentas dicen que buena parte de esa cifra se corresponde con el número de antiguos electores del PP que han ido a parar a Podemos. Algo que le debería preocupar al partido de Rajoy.

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A los políticos no les gusta extrapolar resultados de unas elecciones a otras, pero las tendencias se acaban convirtiendo en realidad. Y aunque en Andalucía el bipartidismo ha aguantado el tirón de forma digna (con un 62% de los votos, lo que ha dejado a los dos partidos emergentes en situación de fuerzas de oposición, no de posible Gobierno), PP y PSOE se tienen que dar cuenta de que Podemos y Ciudadanos están pescando indistintamente en caladeros que van desde el centro hasta la extrema izquierda. Es lo que Iglesias denominaba “la centralidad del tablero”. Un espectro muy amplio al que se llega a través de los más desesperanzados o desencantados con el sistema político. La transformación de la energía de las leyes de Newton hacen posible algunos cambios de bandera hasta ahora inimaginables.

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