Los sindicatos pasan de puntillas sobre las elecciones andaluzas

Pocas cosas unen más que tener un adversario común. Algo así ocurrió en las elecciones andaluzas de marzo de 2012. La izquierda andaluza (política, sindical y social) sumó sus fuerzas para frenar la llegada del PP al Gobierno autónomo. Mariano Rajoy había ganado las elecciones generales cuatro meses antes y puso en marcha un paquete de medidas (recortes, subidas de impuestos, reforma laboral...) que costaron muy caro a su candidato andaluz, Javier Arenas, que se quedó sin el Gobierno de Andalucía, que ya estaba acariciando.

Un factor determinante en esas elecciones fue la movilización de los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, que convocaron decenas de actos y protestas por la comunidad en las semanas previas a los comicios contra la reforma laboral de Rajoy. En esos actos, los dos sindicatos pidieron directamente el voto para los partidos de izquierda, sin distinción de PSOE o IU.

En las elecciones andaluzas del próximo domingo, el papel de los sindicatos está siendo muy diferente. Están pasando de puntillas, sin apenas actividad. “Esta vez no pedimos el voto para nadie ni contra nadie ni vamos a hacer movilizaciones de ningún tipo”, afirma Carmen Castilla, secretaria general de UGT, sindicato hermano del PSOE. En 2012, esta central llegó a convocar más de 300 actos en la comunidad contra el Gobierno del PP antes de las elecciones.

“Nos movilizamos mucho porque el ataque que suponía la reforma laboral era tremendo. Nuestras movilizaciones hicieron que PSOE e IU resucitaran, mientras que el PP actuó con prepotencia porque creía ganadas las elecciones”, afirma Francisco Carbonero, secretario general de Comisiones Obreras en Andalucía.

Desde entonces, en el PP ha cuajado la idea de que Arenas no alcanzó la mayoría absoluta en Andalucía, entre otras razones, por la intensa actividad que tuvieron CC OO y UGT antes de los comicios.

En la actualidad, las relaciones del Gobierno de la socialista Susana Díaz con los sindicatos atraviesan momentos delicados, sobre todo con UGT. Las irregularidades detectadas en las facturas que la central cargó en el pasado al Ejecutivo autónomo y en los cursos de formación han abierto una brecha que ahora parece insalvable.

De forma paralela a la investigación judicial, la Administración tiene abiertos varios expedientes de reintegro a UGT, a la que reclama más de 15 millones de euros por ayudas sin justificar. De hecho, el sindicato rompió relaciones con la Junta de Andalucía al entender que la Administración había emprendido una “causa general” por las anomalías detectadas en las subvenciones. “Seguirá salvo que la cosa cambie”, afirma Castilla. Algunos dirigentes del PSOE han intentado limar asperezas con este sindicato, con el que numerosos dirigentes socialistas comparten afiliación.

En la campaña electoral, solo ha habido una foto de un sindicato con un partido. Fue este lunes, cuando el candidato de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, visitó la sede de Comisiones Obreras para reunirse con Carbonero. El dirigente sindical ha afirmado que los trabajadores “no deberían optar” por formaciones que han recortado derechos y ha hecho el único guiño político en estas dos semanas al alabar la “valentía” de IU al visitar su sede.