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El rastro del Jabalí de ETA

El juez Eloy Velasco procesa a Tomás Miguel Madina, por intentar asesinar en junio de 2010 al lehendakari Patxi López

Fernando J. Pérez
El presunto colaborador de ETA, Tomás Madina Echevarría, detenido en Galdácano (Bizkaia).
El presunto colaborador de ETA, Tomás Madina Echevarría, detenido en Galdácano (Bizkaia).Alfredo Aldai

El 2 de mayo de 2010, domingo, Tomás Miguel Madina Etxebarria, un hombre bajito, tirando a rechoncho, de unos 45 años, se levantó temprano, salió de su casa en Galdakao (Bizkaia), y se dirigió en su coche a la localidad de Zollo, a unos 15 kilómetros. Sobre las 8.30, tras aparcar el Peugeot 307 gris, se calzó un gorro rojo en su cabeza calva y rotunda y comenzó a caminar, como un dominguero más, hacia la cima del monte Ganekogorta. A las 11.00, llegó a la cumbre, a 998 metros, y sobre una mesa de orientación situada allí colocó una naranja, a modo de señal. Tras permanecer en el lugar un cuarto de hora, comiendo una manzana y esperando a alguien que nunca llegó, emprendió el descenso, recogió su coche, y regresó a su domicilio.

Esta cita fallida, vigilada por la Guardia Civil, pudo salvar la vida del entonces lehendakari Patxi López, y del exconsejero de Interior del Gobierno vasco Rodolfo Ares. El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco acaba de procesar a Madina, detenido en junio de 2014 por su supuesta pertenencia a organización terrorista y conspiración para asesinar a ambos políticos.

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Cuando Madina Etxebarria —un hombre anodino cuya rutina consistía en ir de su trabajo en la aseguradora Lagun Aro al caserío familiar Erdikoetxe— realizó su extraña excursión, ya había sido mordido por el instituto armado como un supuesto miembro legal (no fichado) de ETA, y sometido a una vigilancia discreta. La Guardia Civil había dado con su pista en agosto de 2009 y había descubierto el alias que le puso la organización: Basurde, que en euskera significa "jabalí".

Este nombre de guerra no era casual. Madina Etxebarria, cazador con licencia de armas y frecuentador de cotos en Burgos y Bizkaia, había sido captado por ETA por su pericia con el fusil. El supuesto terrorista hizo el servicio militar en 1986 en infantería de Marina, donde destacó como tirador de élite. Pertenecía, además, a la Federación Vizcaína de Tiro Olímpico, con la que compitió numerosas veces. Un francotirador probado.

El 1 de agosto de 2009, las fuerzas de seguridad francesas y españolas establecieron un dispositivo de vigilancia en torno a la localidad de Castres, a 70 kilómetros de Toulouse, ante la posibilidad de que siguiera en pie una cita marcada en una agenda incautada a un comando de ETA. Y así fue: junto a la oficina de turismo, aparcó un Peugeot 307 con matrícula española. De él bajó un hombre, desconocido hasta entonces para los agentes, que se reunió con otro, cuya identidad también se ignoraba. Ambos subieron al vehículo y comenzaron a realizar cambios de sentido repentinos para burlar un nada hipotético seguimiento policial. Al día siguiente, el dueño del Peugeot ya no era un desconocido: las bases de datos de Tráfico y el cotejo de las fotos del DNI revelaron la identidad de Madina.

Mientras caían los comandos, el etarra hacía una vida normal

Desde ese encuentro en Castres, a medida que se aceleraba la detención de comandos y se sucedían las caídas de cúpulas etarras, el cazador hacía vida normal en Galdakao. El 11 de octubre de 2009 era detenido Joanes Larretxea, al que las fotos policiales identificaron como el etarra con el que se reunió Madina en Francia. Los investigadores apenas detectaban movimientos sospechosos de Basurde, que iba del trabajo a casa con algunas escapadas para practicar la caza. Por eso, cualquier ruptura de la rutina llamaba la atención.

El 17 de diciembre de 2009, el dispositivo de seguimiento detectó que Madina llegaba al parque Larreagaburu de Bilbao tras realizar una serie de cambios de sentido y giros repentinos en su Peugeot. El supuesto etarra permaneció allí poco más de cinco minutos. Los agentes que le seguían pensaron que entre la vegetación abundante de ese parque había algún zulo de ETA. Sin embargo, la búsqueda de algún depósito de armas resultó infructuosa. Las evoluciones en la lucha antiterrorista dieron, con el tiempo, una nueva explicación a la visita de Madina a Larreagaburu y permitieron cerrar el puzle de su papel en la organización terrorista.

Tres semanas después de la visita de Madina al parque bilbaíno, el 10 de enero de 2010, la Guardia Civil interceptó en Bermillo de Sayago (Zamora) una furgoneta en la que dos etarras trataban de sacar a Portugal explosivos, armas y una troqueladora de placas de matrícula. A los agentes les llamó la atención un rifle Mosin Nagant de fabricación polaca utilizado por francotiradores de varios ejércitos. Esta carabina tiene un alcance de 550 metros.

Estas armas tenían como destino el comando Otazua de ETA. Cuando este grupo de terroristas, responsable de 14 atentados, fue desarticulado en marzo de 2011, dos de sus miembros, Beatriz Etxebarria Íñigo Zapirain, declararon que tenían orden del jefe de la banda Mikel Carrera, Ata, de acudir a una cita los primeros domingos de cada mes en la cima del monte Ganekogorta con una persona de baja estatura y 45 años que hizo la mili como “tirador selecto”.

Una cita fallida en un monte vizcaíno pudo salvar la vida al político socialista

La contraseña para el encuentro era sentarse en la cima del monte con una pieza de fruta en la mano y un gorro rojo. Ata les dijo que el encuentro tenía como intención preparar un atentado contra el lehendakari Patxi López y el consejero de Interior Rodolfo Ares el 19 de junio de 2010, en el homenaje al policía Eduardo Puelles en el primer aniversario de su asesinato. El dirigente de la banda les explicó que su interlocutor era un cazador que participaba periódicamente en concursos de tiro. Los etarras trataron de reunirse en tres ocasiones, en los meses de marzo y abril de 2010, y también en mayo, cuando Madina fue seguido por la Guardia Civil. Todos los encuentros resultaron fallidos.

La acción criminal contra Patxi López y Rodolfo Ares se iba a perpetrar con un fusil de mira telescópica. El acto de homenaje a Puelles se realizaba en el lugar del asesinato del inspector, situado a 300 metros en línea recta del parque Larreagaburu de Bilbao pero con la huida asegurada porque el río Nervión separa ambos parajes.

El juez Velasco, en el auto por el que procesa a Madina Etxebarria, afirma que “de no haber sido por la incautación de la furgoneta y la descoordinación de las citas que debía mantener este con los miembros del comando Otazua, los mismos habría dispuesto todos los elementos necesarios” para cometer el atentado contra el lehendakari.

El hilo de las agendas etarras

La Guardia Civil detuvo a Tomás Miguel Madina Etxebarria, Basurde, el 10 de junio de 2014, tres años y tres meses después de la desarticulación del comando Otazua, en el que estaba encuadrado, y cuatro años después del arresto de Mikel Karrera Sarobe, Ata, el jefe militar etarra que supuestamente le captó.

Las agendas de Garikoitz Aspiazu, Txeroki, arrestado en noviembre de 2008, y su efímero sucesor en la jefatura etarra Jurdan Martitegi (detenido en abril de 2009), contenían sendas referencias a unos tales Bas y Basu. Y en las agendas del comando de control de zulos, desarticulado en 2009, había una anotación que rezaba "KbinCxastres A1-A2 Bsd ik". Los analistas de la Guardia Civil descifraron esta inscripción: ik significaba ikastaroa (cursillo en euskera); A1-A2, 1 y 2 de agosto; y KbinCxastres podía hacer referencia a la localidad francesa de Castres, a 80 kilómetros al este de Toulouse. El Bsd fue interpretado, ya a posteriori, como Basurde.

Las fuerzas de seguridad pusieron en marcha un dispositivo de vigilancia en Castres el 1 de agosto de 2009 y la cita de las agendas resultó ser cierta. Allí fue desenmascarado Madina Etxebarria. Desde entonces, el supuesto etarra fue objeto de seguimiento estrecho.

Tras su detención en Galdakao (Bizkaia), los agentes de la Guardia Civil hallaron tres escopetas del calibre 12, con su correspondiente libro de registro, que el supuesto terrorista utilizaba para ir de caza. Y junto a ellas encontraron una mira telescópica que no correspondía con ninguno de esos tres fusiles.

Basurde no fue el único francotirador con que contó ETA. Jorge García Sertucha, detenido en 1995, llegó a tener en el punto de mira de su rifle en tres ocasiones al rey Juan Carlos durante sus vacaciones en Palma de Mallorca. Sin embargo, no llegó a disparar al monarca al no tener preparada convenientemente su huida, según su sentencia.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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