La esperanza de vida aumenta más de 40 años en un siglo
Entre 1910 y 2009 los españoles viven, de media, el doble de tiempo
La esperanza de vida de los españoles se ha duplicado en apenas cuatro generaciones. Entre 1910 y 2009 la ganancia de un recién nacido ha sido de más de 40 años respecto a la expectativa que tenía su bisabuelo cuando era un bebé. Estos 40 años son el doble de la vida media de una persona hace un siglo. El avance ha sido mayor en mujeres (creció 42,6 años hasta los 84,5) que en hombres (38,8 hasta los 78,4), según un estudio que analiza las causas de este espectacular incremento hasta la primera década de este siglo.
De la combinación de motivos sociales, económicos, demográficos, sanitarios y epidemiológicos que explican esta evolución, el trabajo ¿Por qué vivimos más? Descomposición por causa de la esperanza de vida española de 1980 a 2009, elaborado por el profesor de la Universidad Internacional de La Rioja Juan Manuel García González, destaca dos aspectos. En una primera etapa, la reducción de la mortalidad infantil. En una segunda, el impacto del control de las enfermedades cardiovasculares, que —junto a otras cuestiones— ha permitido ganar vida en edades cada vez más avanzadas, a un ritmo paralelo al envejecimiento de la sociedad española. Ello ha hecho posible que solo las japonesas (87 años) tengan una mayor esperanza de vida que las españolas (85,1; según datos de la OMS de 2012).
El control de la mortalidad en los niños menores de 4 años es responsable, por sí solo, de un 50% del incremento alcanzado ya que las mejoras a edades más tempranas tienen un mayor impacto en la tasa global (se gana mucha más edad si se corrigen los fallecimientos en bebés que en adultos). En ello ha tenido que ver los avances en la atención del parto, así como la lucha contra las principales enfermedades infecciosas: meningitis, neumonías, diarreas o la tuberculosis, cuya tasa de mortalidad se encontraba hace 100 años en 20 casos por 10.000 habitantes y ahora es prácticamente inexistente.
A partir de 1970 las mejoras se concentran en el aumento de esperanza de vida en las edades más avanzadas. El autor del trabajo, publicado en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, echa mano de la expresión “revolución cardiovascular” para subrayar los avances frente a los accidentes cerebrovasculares (ictus) o patología isquémica (infartos), gracias a las mejoras introducidas en el control de la hipertensión arterial, el colesterol, el tratamiento de la insuficiencia cardiaca o la reciente reducción del tabaquismo entre los hombres. Con todo, la Sociedad Española de Cardiología advirtió recientemente que las muertes debidas a estas dolencias habían aumentado tras una caída continuada en los últimos 20 años.
El papel de la otra gran causa de muerte, el cáncer, en la expectativa de vida también ha sido positivo, aunque su impacto “es más complejo, debido a las diferencias en incidencia y mortalidad en los distintos tipos de tumores”, explica el autor del trabajo. El envejecimiento de la población favorece la aparición de la enfermedad, ligada a la edad, aunque la mortalidad por los tumores está cada vez más controlada gracias a los avances en los tratamientos y la detección temprana.
El artículo también describe la irrupción de las enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer, que se han de tomar en cuenta "no solo por los efectos demográficos o epidemiológicos, sino por su impacto en la calidad de vida de los afectados y sus familiares".
El ritmo de aumento anual de la expectativa de vida se mantiene constante en torno a los tres meses y medio o cuatro meses
Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos en la Universidad Autónoma de Barcelona
Más allá de los años que analiza el trabajo, en la segunda década del siglo XXI “el ritmo de aumento anual [de la expectativa de vida] se mantiene constante en torno a los tres meses y medio; de forma que cada cuatro años se gana uno”, explica Albert Esteve, director del Centro de Estudios Demográficos en la Universidad Autónoma de Barcelona. En 2012 hubo un pequeño susto que puso en alerta a los demógrafos al reducirse ligeramente (de 82,3 años a 82,2), una circunstancia que se atribuyó a una anormal mortalidad por la gripe.
Pero en 2013, volvió a aumentar la esperanza de vida hasta los 82,8 años lo que despejó todas las sombras. De mantenerse la tendencia de los últimos años, la mitad de los niños que nacen ahora llegarán a los 100 años, según comenta Esteve. “A medida que crecemos, nos vamos beneficiando de las mejoras sanitarias que repercuten en el aumento de las expectativas de vida”, relata este demógrafo para explicar que todos estos bebés rebasarán el siglo de vida.
Hay quienes defienden que el límite de la expectativa de vida humana está cercano, aunque Esteve se alinea con demógrafos como el estadounidense James Vaupel, muy conocido por sus trabajos en la materia, más optimistas respecto a la extensión de los límites de la existencia humana. “Si durante los últimos 100 años hemos conseguido vivir unos 40 años más ¿Por qué no vamos a ganar otros 40 en el próximo siglo?”, se pregunta.
Ante este escenario, el responsable del CED anima a replantear algunas ideas a medida de que aumenta el número de personas mayores. Por ejemplo, revisar el concepto de viejo. “Estamos muy obsesionados con la frontera de los 65 años, pero si la esperanza de vida aumenta al mismo ritmo y en otros 100 años llega a los 120, esa edad será la mitad de la vida”, apunta.
“Hay quien plantea usar el término viejo para hablar del momento cuando queda un promedio de 15 años de vida por delante o menos”, propone. Pero hay más opiniones. Salvador Peiró, del Centro Superior de Salud Pública de la Comunidad Valenciana plantea separar esta idea de una edad concreta y apuesta por vincular esta etapa al estado de salud de la persona.
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