La incógnita sobre los candidatos tensiona al PP valenciano

El debate sobre las candidaturas autonómicas y municipales ha tensionado el PP valenciano. Tras una legislatura lastrada por los escándalos de corrupción y el desgaste provocado por la crisis económica y 20 años de gobierno, el PP valenciano, que preside Alberto Fabra, está inmerso en un debate sobre quiénes pueden ser los mejores carteles electorales para intentar mantener una mayoría suficiente que los sondeos dan por perdida.

El debate afecta al propio Fabra, que sustituyó al dimitido Francisco Camps a las pocas semanas de revalidar la mayoría absoluta en mayo de 2011. El presidente de los populares valencianos confía en que Mariano Rajoy lo designe, en las próximas semanas, candidato a la presidencia de la Generalitat. Una decisión que cuestionan, en privado, algunos de los pesos pesados del PPCV, como la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y los presidentes provinciales del partido en Valencia, Alfonso Rus, y Alicante, José Ciscar, que consideran que Fabra no reúne el perfil más adecuado para cohesionar el partido, en caso de que se pierda en los comicios de mayo el Gobierno de la Generalitat y con unas elecciones generales a seis meses vista. De hecho, los críticos a Fabra han postulado en privado otras posibles candidaturas, como la de la secretaria regional del PP, Isabel Bonig.

“Apenas ha mantenido dos reuniones con los presidentes provinciales en los últimos seis meses”, argumenta un cargo popular crítico con el actual presidente de la Generalitat, que reprocha a Fabra que “apenas consulta nada con la estructura del partido”. El entorno del presidente valenciano, por su parte, está convencido de que Fabra —que asegura que “progresa adecuadamente”— ha hecho un buen trabajo y que el tiempo, poco a poco, le ha ido dando la razón.

Fabra se mantiene inflexible en que no haya cargos imputados por corrupción en las candidaturas

Fabra se ha mantenido inflexible en su idea de que no haya cargos imputados por corrupción en las próximas candidaturas electorales y, además, ha mantenido la presión para que los implicados en los escándalos abandonasen el cargo público, a más tardar, en el momento de su procesamiento judicial. Un criterio que le ha costado duras críticas por parte de sectores del PP, que no lo comparten.

Lo cierto es que Fabra asumió el puesto de presidente de la Generalitat con una decena de imputados en la bancada de las Cortes Valencianas y cargos importantes envueltos en escándalos, como la exalcaldesa de Alicante Sonia Castedo y el expresidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra, y acabará la legislatura, casi seguro, con ninguno.

Sin embargo, no ha sido su política contra la corrupción la única que ha levantado ampollas en el seno del PP de la Comunidad Valenciana. La idea de que los presidentes provinciales del partido no sean obligatoriamente los candidatos a presidir las diputaciones también ha provocado ronchas, especialmente en la provincia de Alicante.

La idea de que los presidentes provinciales no sean obligatoriamente los candidatos a presidir las diputaciones también ha provocado ronchas

En este territorio, una decisión de estas características dejaría sin espacio propio al presidente provincial del PP de Alicante, José Ciscar, que también es vicepresidente del Gobierno valenciano. Fabra considera que Luisa Pastor, que relevó a Joaquín Ripoll en la Diputación de Alicante tras dimitir por los escándalos de corrupción, se merece una segunda oportunidad aunque no ocupe la presidencia provincial del PP. Una decisión que rompe con una norma no escrita de los populares valencianos y que traslada, además, las tensiones a la candidatura popular del Ayuntamiento de Alicante, una plaza clave en la correlación de fuerzas y en la que el PP discute sobre quién puede ser la persona idónea como cartel electoral tras la dimisión de Castedo.

Tampoco ha sido recibida con agrado la pretensión del presidente de los populares valencianos de intentar vaciar de alcaldes el Parlamento autonómico. Fabra, al contrario que su antecesor, solo aceptaría una excepción en las candidaturas a Cortes Valencianas: la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que es un activo electoral indiscutible en el PP. La decisión, de consumarse, dejaría fuera del Parlamento al presidente provincial de Valencia, Alfonso Rus, que es alcalde de Xàtiva y piensa optar a la reelección.

Barberá es, probablemente, el único liderazgo que no está cuestionado en el PP valenciano. En el partido dan por hecho que repetirá como candidata por octava vez consecutiva y que, cuando llegue el momento, pilotará su propia transición.