Carlos, el nuevo duque de Alba
Recibe el legado a los 66 años y su gran reto es preservar el patrimonio histórico artístico de sus antepasados
Carlos Fitz-James Stuart (Madrid, 1948), primogénito de la duquesa y de su primer marido, Luis Martínez de Irujo, será el nuevo duque de Alba. Recibirá además de tan importante título todo el legado que atesora su familia: la Fundación Casa de Alba (con sus palacios de Liria y Monterrey, entre otros), la colección de medio centenar de ducados, marquesados, condados y grandezas, y la responsabilidad de preservar el legado histórico y monumental. Tomará el relevo de los 18 duques que le han precedido, desde el primer portador del título, García Álvarez de Toledo, en el último cuarto del siglo XV. Su madre, en el reparto de la herencia le donó fincas rústicas —entre ellas, uno de los mayores latifundios de Córdoba, en El Carpio— y varias casas en alquiler. De carácter reservado huye de la vida mediática pero tiene muy clara su misión para la que fue educado desde niño. "Carlos es conservador y protegerá el título", dijo de él la duquesa en su biografía titulada Lo que la vida me ha enseñado. Ese es su gran reto; preservar el patrimonio histórico artístico de sus antepasados.
El nuevo duque estudió bachillerado en el colegio de Los Rosales. Se licenció en Derecho en la Universidad Complutense e hizo el servicio militar, donde alcanzó el grado de alférez. Desde hace años trabaja por mantener el patrimonio familiar junto a sus hermanos, Alfonso y Cayetano. Además participa en todas las empresas de los Alba (Inversiones Princesa, Eurotécnica Agraria, Euroexplotaciones Agrarias, Agrotecsa, Agralsa y Castrofresno).
El futuro duque está divorciado de Matilde Solís- Beaumont, hija de los marqueses de la Motilla. El matrimonio se anuló en 2006. La pareja tuvo dos hijos varones, Fernando y Carlos. El primero de ellos se convierte, tras la muerte de su abuela, en el nuevo heredero. Carlos Fitz-James tuvo posteriormente una relación con la empresaria Alicia Koplowitz.
Amante de la caza, hace años que dejó de jugar al tenis y de volar. Eso sí, sigue esquiando y navega, pero su gran pasión es la música y la lectura.
De carácter conciliador, mantiene una buena relación con sus cinco hermanos aunque de manera especial se ha acercado en los últimos años a Alfonso y Cayetano, con quien lleva las empresas de la familia.
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