Reforma del aborto. La película
El pasado domingo, día 21, he vuelto a ver el film El discurso del rey (Tom Hooper, 2010). Al oirla por segunda vez, recordé una de las frases importantes del excelente diálogo que cruza toda la película de la mano del guión escrito por David Seidler.
En cierto momento, el rey Jorge V explica a su hijo Bertie, quien finalmente será coronado como Jorge VI:
-En el pasado todo lo que un Rey tenía que hacer era parecer respetable en su uniforme y no caerse de su caballo. Ahora debemos invadir los hogares de las personas y tenemos que congraciarnos con ellas. Esta familia se ve reducida a esas más bajas, a las más viles de todas las criaturas, nos hemos convertido en actores.*
En su día, hace un par de años, pensé que era una buena definición para la actuación de los políticos contemporáneos.
Alberto Ruiz-Gallardón es uno de esos actores. En la película de la reforma de la ley del aborto es Ruiz-Gallardón el protagonista. Pero no es el director. Porque el director se llama Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno. Quizá el protagonista, por su personalidad, codirige algunas escenas el film. Pero, insisto, no es el director.
Un planteamiento guía al director y a su protagonista: el PP ha incumplido nada más llegar su programa de mantener los impuestos o no subirlos bajo ningún concepto con el deseo de bajarlos despues. Pero Rajoy los sube.
Se trata, pues, de cumplir lo que se está en condiciones de cumplir.
Estiman que mientras tarda en llegar la pretendida recuperación económica de Rajoy, un sector de electores del PP debe ser alimentado con ideología. Que es necesario cuidarlo. Mimarlo. Es un sector a horcajadas de cuya movilización, callejera muchas veces, el PP ha cabalgado contra Zapatero durante la legislatura 2004-2008, un sector de votantes que ha sido usado para desgastar al Gobierno del PSOE.
Ruiz-Gallardón asume entre sus tareas el diseño del anteproyecto de reforma de la ley del aborto. Se metarmorfosea totalmente en el personaje que debe interpretar. A tal punto que su papel se ve muy influenciado por otros anteriores. De centrista-progre, un papel que ha asumido con gusto durante años, debe pasar a conservador-reaccionario.
Esta actuación tiene, o puede tener, su recompensa. Ese premio es ganarse la confianza de un sector del Partido Popular que le critica y que desconfía de él.
Poseedor del don de la eterna juventud, cual Dionisos en la mitología griega, nunca ha dejado de acariciar la presidencia del Gobierno. Es una tentación sobre la cual no puede pasar página.
Su actuación como protagonista de la reforma del aborto que le confía Rajoy es excesiva. Ruiz-Gallardón sobreactúa. Se mete en la piel del personaje conservador-reaccionario que debe interpretar, se abandona a tal ensimismamiento que olvida una cosa fundamental: no está rodando una película, está en un lugar preeminente de la política española. Y europea.
Parece creer que mientras llega la pretendida recuperación económica de Rajoy, un sector de electores del PP debe ser alimentado con ideología. Que es necesario cuidarlo. Mimarlo. Es un sector a horcajadas de cuya movilización, callejera muchas veces, el PP ha cabalgado contra Zapatero durante la legislatura 2004-2008.
Esta sobreactuación no está presente solamente en su interpretación de la reforma del aborto. Al tiempo encara otros proyectos presuntamente históricos: la ley de reforma del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la nueva ley Orgánica del Poder Judicial, la tasas judiciales, la reforma de ley de enjuiciamiento criminal elaborada por el magistrado Manuel Marchena y abandonada, la prisión permanente revisable...
Y su reacción ante los problemas que surgen en lugar de hacer brillar al Gobierno le provocan deterioro político y tensión con la jueces y sus asociaciones: la defensa de Carlos Dívar como presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, el fallo sobre la doctrina Parot (tenía el preaviso de la Sala Pequeña del Tribunal Europeo de Derechos Humanos con un año de anterioridad), reforma de la jurisdicción universal (considerada "confusa" por el Tribunal Supremo) y otros.
Ruiz-Gallardón está en todo y en ninguna parte.
Su huida hacia adelante está jalonada, finalmente, por la idea de que es necesario dar una respuesta al ascenso de Podemos -los frikis de Pedro Arriola, el asesor áulico de Rajoy- en las elecciones europeas y arrebatarle (!) la bandera de crítica a la clase política... a través de la reforma de los aforamientos. Una reforma que en realidad desvía la atención desde los políticos hacia aquellos a quienes el ministro de Justicia ya ha golpeado con anterioridad: los jueces, magistrados y fiscales. El partido habla por los labios de María Dolores de Cospedal. Y le echa agua a la copa de vino con la que se apresta a celebrar el ministro de Justicia su rentrée de septiembre.
Pero algo ha pasado en el final de esta escapada.
Ruiz-Gallardón ha hecho una catarsis de mesa y mantel. Se presenta ante sus amigos siempre como el el dueño de su destino. El que no va a tolerar que lo ninguneen.
Veamos.
El sábado 6 de septiembre es una fecha relevante. Rajoy reúne en el parador de Sigüenza al comité de dirección del PP, al que acude Pedro Arriola. El asesor de Rajoy, con los números en la mano y el análisis de la situación del electorado del PP, explica en qué hay que centrarse en esta etapa post pérdidas electorales del 25 de mayo de 2014. En qué caladeros de votos hay que pescar de aquí a las elecciones municipales y autonómicas de mayo próximo, antesala de las generales de finales de 2015.
Rajoy baja el pulgar para al proyecto de reforma de la ley del aborto.
El mismo, día Rafael Hernando, portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular, explica que si no se consigue el consenso en el conjunto del PP y con otras formaciones políticas el PP se replanteará si sacar adelante la reforma del aborto.
La vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos, esposa de Pedro Arriola, recibe la oferta, en el patio de Las Cortes, de un par de micrófonos con una pregunta que no puede rechazar. Sobre la retirada de la reforma del aborto. Y balbuceante, deja saber que la falta de consenso es una razón importante para retirar la reforma.
Entre todos la mataron y ella sola....
La semana pasada, Ruiz-Gallardón anunció que estaba dedicado de cuerpo y alma al tema más importante de la política española: el recurso contra la ley de Consultas catalana. Y que, finalmente, esta semana en curso hablaría con los medios de comunicación sobre el proyecto de reforma de la ley del aborto.
Este martes, a primera hora, el ministro, preguntado por la reforma del aborto, explicó que tenía preguntas de varios grupos parlamentarios para contestar en la sesión de control de este miércoles, día 23 de septiembre.
Parecía así seguir dominando los tiempos...
Pero, unas horas más tarde, Rajoy, quizá imbuído del espíritu de comunicación del VII Foro Mundial de la Comunicación al que acudía, y ante su inminente viaje a China, decidió que ya era hora de reconocer que él y su gobierno estaban desnudos o, mejor, confirmar el secreto a voces que el ministro pretendía aclarar en el Congreso en la sesión de control de los miércoles: que el proyecto de reforma se retira por falta de consenso.
Que la reforma Gallardón ha muerto.
Fue la estocada definitiva al corazón de Alberto Ruiz-Gallardón. El presidente del Gobierno le arrebató la escena final, la más dramática de toda la película: la confirmación de la retirada del proyecto de reforma Gallardón.
Rajoy, apoyado de facto en un amplio sector del partido, le dio el último empujón.
Y Ruiz-Gallardón, destrozada su agenda, no tiene más remedio que anticipar su comparecencia. Su escena solemne en el Congreso no se iba a rodar. El director de Reforma del Aborto. La película, Mariano Rajoy, había gritado: ¡Corten!
Ni siquiera vaciló el presidente del Gobierno ante el solemne momento que supone la inminente convocatoria del referéndum de Cataluña y el papel central del ministro de Justicia, que el propio Ruiz-Gallardón se encargó de realzar la semana pasada de manera grandilocuente.
Porque, claro, ya tenía Rajoy un propio como sustituto.
Y ello confiando a la vicepresidenta Soraya Sénz de Santamaría la cartera de Justicia. Hasta que con Rajoy de vuelta de China la semana próxima y el rey Felipe, de regreso de Nueva York, se pueda montar la ceremonia de juramento del nuevo ministro en el Palacio de la Zarzuela.
Será pues la vicepresidenta quien coordinará la acción del recurso contra la ley catalana de Consultas, en estrecha relación con el presidente del Consejo de Estado Romay Beccaría, un papel que Ruiz-Gallardón se disponía, según había anunciado, a cumplir. Sin Ruiz-Gallardón. Una sugerente nota a pie de página de la historia del fallido referéndum catalán.
Quizá Rajoy recordase, al observar la conducta de Ruiz-Gallardón y de Esperanza Aguirre estos días, aquella frase del Conde de Romanones que pronunció en 2006 en referencia, precisamente, a ambos: "¡Joder qué tropa!"
* In the past all a King had to do was look respectable in uniform and not fall off his horse. Now we must invade people's homes and ingratiate ourselves with them. This family is reduced to those lowest, basest of all creatures, we've become actors!
NB. He aquí un análisis de la política de Alberto Ruiz-Gallardón y de su huida hacia adelante con la campaña de los aforados.
http://blogs.elpais.com/analitica/2014/09/que-pasa-con-reforma-del-aborto.html
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