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La falta de un móvil complica la investigación del crimen de Laredo

El agresor, fue visto con "aire desaliñado" antes del homicidio, alega enajenación mental Las pesquisas sobre el apuñalamiento de un padre y su hija siguen abiertas

El bloque donde residían los fallecidos en Laredo.
El bloque donde residían los fallecidos en Laredo.

Unas cuantas sábanas blancas ondean en el tercer y cuarto piso del número 54 de la avenida de la Libertad, en Laredo (Cantabria). Dos vecinas no saben decir exactamente cuál de ellos es el apartamento donde, “desde hace años”, veranean alguna que otra temporada del año Gabino García y su familia. De ahí, en el bloque IV de la Residencia Ever, salieron la tarde del pasado domingo Gabino García y María Mercedes García en dirección a la playa. Padre e hija, asesinados a puñaladas en el arenal de La Salvé a las 18.40 de ese día por M.I.R, de 52 años, apenas estaban a 600 metros de su casa, en la primera calle a la derecha, la calle de República de Ecuador. Anduvieron un trecho de unos 400 metros, y atravesaron las dunas que llevan hasta la playa sobre unas tablas de madera con un pasamanos de cuerdas.

En la mañana del martes no hace más de 20 grados en Laredo. Aún así, la zona de Ever está concurrida. Cafeterías, panaderías, pequeñas tiendas de barrio, una escuela de surf, un supermercado, bares… todos tienen a alguien en la puerta, entrando o saliendo. Esperando. Las ventanas del edificio en el que Gabino disfrutó antes y después de su jubilación, junto a su mujer y sus tres hijos, reflejan las nubes que empiezan a encapotarlo todo hacia el mediodía y solo tres vecinos contestan. Repiten más o menos la misma frase: “No los conocía mucho. Eran una familia normal. No puedo decir otra cosa”. Dos de ellos dan un dato más: eran testigos de Jehová.

La investigación sobre lo sucedido sigue abierta para encontrar un móvil contundente. El presunto autor del doble asesinato ha alegado “enajenación mental” ante la Policía local para explicar el crimen Es un enfermero que trabaja en un hospital de Madrid que, según explicaron a Efe fuentes de la investigación, atacó primero a la mujer asestándole 11 puñaladas con un arma blanca.

Nadie logra dar respuesta a la pregunta de fondo: ¿Se conocían las víctimas y el presunto asesino?

Fuentes consultadas por este diario apuntan que el supuesto asesino no tenía relación con las víctimas, y aseguran que todo fue una cuestión de mala suerte: “Les tocó a ellos”. Tanto el arrestado como los fallecidos coincidían durante el verano en Laredo, donde tenían sendas casas próximas entre sí. La Guardia Civil mantiene abiertas varias hipótesis, aunque desde el principio descartó la violencia de género.

Antes de cometer el doble crimen, el presunto agresor, vecino de Bilbao aunque también tiene otra residencia en Madrid, fue visto por varias calles de Laredo. "Llevaba un aspecto desaliñado", ha admitido una persona que le reconoció tras ser detenido en el lugar de los hechos. "Vi que era calvo, que llamaba un poco la atención por su aspecto, pero tampoco vas a pensar que va a ir a matar a alguien", ha reconocido un testigo a EL PAÍS. Además, algunos bañistas le habían observado corriendo por una zona de dunas próxima al lugar de los hechos, en los minutos anteriores al crimen.

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Una familia de testigos de Jehová

Juan Mari Gastaca

Gabino García se jubiló hace casi una década en Vidrala, una de las empresas emblemáticas de Llodio, la localidad alavesa de donde era natural, y dedicada a la fabricación de botellas de vidrio para la alimentación. Quienes trabajaron con él le recuerdan como un operario competente y de buen trato. Uno de ellos todavía derramaba más de una lágrima cuando repasaba este lunes cómo había sido el trágico final de la vida de su compañero a manos de un homicida mientras salía en defensa de una de sus tres hijos en la playa La Salvé de Laredo cuando acababa de disfrutar de una jornada de baño y descanso.

Pero fue mayor la tristeza del hijo y hermano de las víctimas que mantiene su puesto de trabajo en la empresa Aiala Vidrio, dependiente desde hace nueve años de la matriz Vidrala y también ubicada en Llodio. Durante las primeras horas de la jornada laboral, el doble homicidio de Laredo alteró la rutina de la fábrica. Entre sus compañeros se multiplicaron las especulaciones sobre los motivos de esta brutal agresión bajo el denominador común del "horror", como ha admitido uno de ellos.

Otro de los trabajadores de Aiala Vidrio conoce bien a la familia García. Comparte con ella su condición de testigo de Jehová. En su caso, tampoco disponía de un móvil sobre el doble asesinato y, en particular, el de Mercedes García. Esta víctima y su hermana gemela, estudiantes durante varios cursos del colegio La Milagrosa -histórico centro a cargo de las Hijas de Caridad de San Vicente de Paúl- eran conocidas en algunos sectores de Llodio por su labor dominical en favor de la propagación de la Biblia y su asistencia al templo que esta religión dispone en una de las arterias principales de la localidad. "Toda la familia es testigo de Jehová", han declarado más de un vecino de esta localidad alavesa.

Sin embargo, en Llodio se pueden recoger pocas referencias sobre la vida reciente de Mercedes. Al igual que su hermana, abandonó este valle ayalés hace varios años, donde no están empadronadas a diferencia de sus padres y de su hermano, para trabajar en Alemania. De hecho, Mercedes, soltera y de 42 años, había decidido dejar Bruselas para compartir las vacaciones de este verano junto a sus padres en el apartamento que la familia posee en Laredo. Resultó una fatal elección.

Según las primeras pesquisas, M.I.R. esgrimió su arma blanca sin mediar media palabra con Mercedes y Gabino. Esta circunstancia permite concluir a los investigadores que "no les conocía". No obstante, hay quien asegura que permaneció un tiempo a la espera en el mismo espacio donde dejó mortalmente heridos a padre e hija. El arrestado, a la espera de comparecer ante el Juzgado de Instancia e Instrucción número 1 de Laredo, pasa las horas en los calabozos de la Guardia Civil.

Todo sucedió un día bañado por el sol en Laredo. "Eso hizo que la playa estuviera bastante concurrida. La gente aprovecha un día así”, narra un taxista que circula a menudo por esa zona mientras gira la cabeza en señal de desaprobación. Él, como otros vecinos de la localidad cántabra, también recuerdan a los niños que alertaron del asesinato, “que tuvieran que ser unos chavalines los que lo que vieran, no hay derecho, a nada. No hay derecho a nada”, dice una vecina septuagenaria de la avenida de la Libertad mientras intenta ponerle una cazadora a su nieto.

“Es verano, de junio a septiembre por aquí siempre hay gente”, explica una mujer detrás de un mostrador de un bazar, casi en línea recta con la puerta de la casa de Gabino. Asegura que no los conocía, “quizás de vista, pero ahora no les pongo cara”, dice mientras empieza a recoger su establecimiento. En la pequeña tienda del bajo del bloque III, una mujer entrada en los 60, de pelo miel, se posiciona sobre el mostrador con las dos manos apoyadas: “Sí. Viven ahí al lado. ¿Y qué?” Con mirada desconfiada, se gira y atiende a un cliente. Un conductor de taxi cuenta entretenido que varias personas le han asegurado que los padres del detenido tienen un apartamento en la zona de Los Pinos, al lado del bloque IV, el de la familia García. El dato abre nuevas conjeturas en los corros de la zona más viva de Ever. Ni las fuentes oficiales ni los vecinos logran dar la respuesta correcta a la pregunta que todos se hacen: ¿Se conocían las víctimas y el presunto asesino?

Txaro Sarasua, concejala del PSE-EE en Llodio,  explica que, según lo que ella sabe, eran una familia conocida en la localidad alavesa: “Tanto Mercedes como su hermana melliza hacía años que no vivían en Llodio, y trabajaban en el extranjero. En Suecia, ha dicho esta mañana su tío. Gabino trabajó en la fábrica de vidrio y ahora su hijo también trabaja allí”. Desde la fábrica de vidrio, Vidrala, no van a emitir ningún comunicado ni quieren hablar sobre lo ocurrido: “Es todo muy doloroso y personal, no tenemos nada que decir”, dice la jefa de Recursos Humanos de la empresa.

En Laredo, el alcalde Ángel Vega lleva más de 24 horas sin dormir: “No he podido pegar ojo, tengo un nudo en el estómago”. Afectado y nervioso espera que las investigaciones lleguen a una conclusión lo antes posible y sigue sorprendiéndose cuando piensa en el detenido: “Yo no lo he visto, pero sé que ha pasado la noche increíblemente tranquilo. No puedo entender cómo puede estar como si nada hubiese pasado”. Vega asegura que “como mucho este martes o miércoles declarará ante el juez”.

El alcalde, que habló frente al Ayuntamiento en la mañana del lunes para mostrar “toda su repulsa” en nombre de la localidad cántabra, atiende sin parar a diversos medios de comunicación, siempre cabizbajo. Todos quieren saber. Y todo está por confirmar.

Por su parte, el Ayuntamiento de Llodio ha decidido este lunes mantenerse a la espera y ha pedido el "máximo respeto" y apoyo a la familia. Según ha declarado su alcalde, Natxo Urkijo, están en comunicación con el grupo que lleva la investigación y la última noticia que han recibido es que "prácticamente descartan que sea un caso de violencia de género", pero ha pedido "mucha prudencia" a la hora de extraer conclusiones porque el presunto autor del homicidio podría estar siguiendo esta estrategia para su autodefensa.

Durante la reunión mantenida por la mañana, los representantes de los grupos políticos han coincidido en la ausencia de "datos contrastados" sobre el "alcance exacto" de los hechos ocurridos en Laredo. El Ayuntamiento hará un pronunciamiento más concreto cuando se conozca el móvil del crimen.

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