De víctima-testigo a “terrorista”
El presunto dirigente de una célula yihadista evitó su expulsión al gozar de una condición especial
Lachen Ikasrrien vivía en España desde el pasado 2005 sin documentación ni permiso de residencia, vagaba sin trabajo por los barrios madrileños de Lavapiés y la Concepción, pero guardaba en su bolsillo un salvo conducto que le salvó de más de una situación comprometida y evitó— en varias ocasiones— que fuera expulsado del país: un auto de la Audiencia Nacional, fechado en 2009, en el que se le declaró “víctima testigo”.
Este marroquí de 47 años que habla un perfecto español fue detenido el pasado día 15 en Madrid como presunto dirigente de una célula terrorista que enviaba yihadistas a Siria para unirse al Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), el sanguinario movimiento yihadista que combate al Ejército de Bachar el Asad y que domina varias ciudades de Irak. En las conversaciones teléfonicas intervenidas a los miembros del grupo se habla de la búsqueda del “paraíso” y del martirio, es decir del sueño de alguno de los detenidos de morir en acciones suicidas. La Policía y el juez aseguran que dos de las personas que enviaron a Siria, dos marroquíes residentes en España, han fallecido.
Siempre llevaba consigo ese papel del juzgado. Le sirvió para que no le echarán
Pablo Ruz, titular del Juzgado número cinco de la Audiencia Nacional, no pudo ocultar su sorpresa cuando los agentes de la Comisaría General de Información le pidieron la intervención del teléfono móvil de este marroquí, casado y padre de dos hijos, que se había convertido en el principal testigo de cargo en la querella tramitada por ese mismo juzgado contra el ex presidente George W. Bush y otras autoridades norteamericanas por torturas en la cárcel de Guantánamo. Un auto del propio Ruz acaba de desestimar el recurso de reposición planteado por la Fiscalía en virtud de la nueva ley de Justicia universal.
Lachen permaneció preso durante cinco años en Camp Five, uno de los campos más duros de esta prisión, adonde llegó herido en 2001 procedente de Afganistán y con una pulsera de plástico en su muñeca derecha: “Animal número 64”. Su testimonio y el de Ahmed Abderramán, el denominado talibán ceutí, eran la base de la denuncia que presentaron contra Bush y responsables del penal. Lo hicieron tras regresar a España, gracias a las gestiones del Gobierno de José María Aznar, y ser absueltos ya que los jueces anularon las pruebas que policías españoles obtuvieron en interrogatorios en sus celdas en Guantánamo.
Lachen había solicitado la condición de testigo protegido, pero el entonces juez Baltasar Garzón se la negó y le concedió la figura de víctima-testigo para evitar su expulsión de España ya que Interior había negado al marroquí su petición de asilo. Trabajo rechazó, también, otorgarle permiso de residencia temporal. “Como voy a encontrar trabajo sin permiso de residencia”, se lamentaba pocos días antes de su detención en una conversación con este periódico.
Dos de las personas que envió a Siria han muerto, según la Policía
El auto que Lachen exhibía cada vez que la Policía le pedía sus papeles y que la Audiencia Nacional notificó a Interior dice así: “acuerdo garantizar la estancia de Lachen Ikasrrien como víctima-testigo y a tal fin deberá suspenderse cualquier medida que suponga alteración de su estatus de residente del que ahora disfruta en España, al menos hasta que su presencia sea necesaria en este procedimiento”.
Javier Nart, abogado del detenido en la causa de torturas, explica que su cliente pidió a los jueces la condición de testigo protegido para evitar su expulsión: “teníamos miedo que el Gobierno empleara la medida de expulsión —se han expulsado a un centenar de yihadistas por seguridad nacional desde 2004— y que no pudieramos localizarlo en Marruecos para que testificara en el caso de las torturas. Pedimos que le dieran la residencia para que pudiera ganarse la vida, pero se la negaron. Siempre llevaba consigo ese papel con el sello del juzgado. Le sirvió para que no le echaran”.
Lachen lo niega todo. Los agentes encontraron en su casa un documento titulado “células durmientes que se preparan” y varios vídeos sobre la yihad.
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