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Abdicar, verbo infrecuente

Carlos I, Felipe V y Alfonso XIII, los casos de más alcance de renuncias al trono

Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia firman, el 4 de abril de 1910, la reforma y prolongación de la calle de Preciados y enlace de la plaza del Callao con la calle de Alcalá.
Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia firman, el 4 de abril de 1910, la reforma y prolongación de la calle de Preciados y enlace de la plaza del Callao con la calle de Alcalá. EFE

La abdicación es una fórmula política de transmisión de titularidad regia que afecta a la institución de la Corona y que acaece generalmente en situaciones de crisis, episodios sobrevenidos o bien por causas accidentales.

La primera abdicación trascendente de la Edad Moderna correspondió al reinado de Carlos I (1500-1558), emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, fundador de la dinastía Habsburgo o de Austria en España. En 1556 el rey, nacido en Gante, cedió el cetro imperial a su hermano Fernando I y la Corona de España a su hijo Felipe II (1527-1598) para retirarse al monasterio jerónimo de Yuste, en Extremadura, donde moriría dos años después, en 1558. Ya en 1700 y al fallecer sin descendencia el último representante coronado de los Austrias, Carlos II, llamado El Hechizado, el trono de España pasaría a un nieto de Luis XIV de Francia, Felipe de Anjou que adoptaría el nombre de Felipe V. Este, a su vez, tras sufrir una de sus reiteradas crisis de melancolía, abdicó en la persona de su hijo, Luis I (1707-1724). Pese a la cortedad de su reinado, Luis I está enterrado en el Panteón de Reyes del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Felipe V, a la muerte de su hijo en 1724, como primer titular de la dinastía de Borbón, recuperó el Trono, que ejercería hasta su muerte en 1746 en que lo asumiría su hijo Fernando VI.

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Carlos IV de Borbón abdicó en 1808 a favor de su hijo Fernando VII, y este, también preso en Bayona (Francia) cedió la Corona a su padre que la entregó a Napoleón, que nombraría rey a su hermano José I Bonaparte. En cuanto a Isabel II (Madrid, 1830-1900), hija de Fernando VII, marchó al exilio tras la revolución llamada Gloriosa, que en 1868 la destronó y las Cortes, aleccionadas por el general Prim, votaron por primera vez el nombramiento de un monarca, Amadeo de Saboya como rey de España en 1870. Sin embargo, Amadeo I abdicó a su vez en 1873 a causa de la inestabilidad política reinante.

Alfonso XIII (Madrid, 1886-Roma, 1941), hijo póstumo de Alfonso XII, protagonizó una abdicación de facto, sin entregar no obstante los derechos sucesorios, al optar por el camino del exilio, del que no regresaría ya, invocando su deseo de no fomentar “el derramamiento de sangre” tras las elecciones municipales de marzo de 1931, que dieron la victoria a la causa republicana en numerosas ciudades españolas. Había jurado fidelidad a la Constitución española en el Palacio de Las Cortes, en 1902, a los 16 años de edad. Previamente y hasta su mayoría de edad, había ejercido la regencia su madre, María Cristina de Habsburgo.

Don Juan de Borbón y Battenberg (La Granja, 1913-Pamplona, 1993), tercer hijo de Alfonso XIII y padre del rey Juan Carlos —este nacido en Roma en 1938— fue jefe de la Casa Real española desde 1941 hasta 1977; marchó con él al exilio y el dictador Francisco Franco lo mantuvo alejado del poder. Residió durante décadas en la villa portuguesa de Estoril. Juan de Borbón, conde de Barcelona, protagonizó un acto formal de renuncia a sus derechos dinásticos en una celebración intrafamiliar registrada en el palacio de la Zarzuela de Madrid el 14 de mayo de 1977. En Europa han sido recientes las abdicaciones de Beatriz de Holanda, el pasado invierno, y de los reyes de Bélgica en la persona de Alberto II.

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