Cinco coronas de flores sobre la pista de fútbol
Monterrubio se congrega en el polideportivo donde los jóvenes fallecidos jugaban al fútbol
A Monterrubio de la Serena le queda muy grande la teoría de los seis grados, esa que sostiene que todos en la tierra estamos conectados a cualquier otra persona a través de solo cinco intermediarios. En este pueblo no hace falta dar ni medio paso para encontrar a alguien que ha perdido a un vecino, un amigo o un familiar este jueves.
Los 2.700 habitantes de este municipio de Badajoz están consternados por el accidente de tráfico que se llevó la vida de cinco menores de entre 12 y 15 años. Todos son de Monterrubio, salvo uno que vive en una aldea próxima, La Nava.
El vínculo de estos jóvenes era el fútbol sala. Pertenecían al Club Deportivo Monterrubio. Y, cuando ocurrió el accidente pasadas las 21.20 del jueves, volvían de jugar un partido en el pueblo de Herrera del Duque. Bernardo, José Manuel, Juan Pedro, Javier e Ismael se quedaron en la carretera BA-051, a solo 15 kilómetros de casa. El miniautocar en el que volvían del partido chocó con una máquina retroexcavadora.
El tramo en el que se produjo el siniestro es una larga recta con algún cambio de rasante. Al sol de este mediodía, en el arcén, había dos zapatillas de fútbol sala, mezcladas entre trozos del chasis y del motor del pequeño autobús, en el que viajaban 18 personas.
A 15 kilómetros de ahí, Monterrubio ha cerrado este viernes las puertas. Ni bares, ni tiendas, ni colegio. Banderas a media asta en los edificios públicos y las próximas fiestas de San Isidro suspendidas. Todo el pueblo está de luto y agolpado en el polideportivo, donde se ha instalado la capilla ardiente de los menores. La misma pista en la que los chicos entrenaban se ha llenado de sillas. Cinco coronas de flores esperan a los menores. Se espera que los restos de los jóvenes lleguen la tarde de este viernes.
Pero el polideportivo y sus alrededores están llenos de vecinos desde prácticamente la noche del accidente. “Aquí conoces a todo el mundo”, comenta Laura Hidalgo, sentada en un bordillo del parque que hay frente a la pista de deportes. A su lado, David Balsera, también de 24 años como su amiga, asiente. Él ha perdido a un primo segundo en el accidente. Otro primo viajaba también en el autobús, pero se ha salvado.
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