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Obiang ensombrece el funeral de Suárez

El dictador guineano fue el único jefe de Estado extranjero presente en La Almudena El Gobierno escondió su saludo con el Rey y Rajoy

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS | BALLESTEROS (afp)

El funeral de Estado por Adolfo Suárez, un acto católico en la madrileña catedral de La Almudena, logró reunir a toda la política española, incluidos los 17 presidentes autonómicos, en una foto de unidad que culmina una semana en la que la muerte del expresidente ha marcado una especie de tregua política. Sin embargo, lo que debía ser un acto casi protocolario, sin mayor contenido político que esa esperada foto, se vio totalmente ensombrecido por el gran protagonista inesperado: Teodoro Obiang, el dictador guineano, el único jefe de Estado, con el Rey, presente en la catedral madrileña.

El Gobierno y la Casa del Rey trataron de restarle protagonismo a esta incómoda visita, y llevaron el momento crítico, en el que el Rey y Rajoy debían saludar a Obiang, a un lugar de la catedral apartado de las miradas de las cámaras, de la prensa y de los presentes en la ceremonia. El presidente, el Rey y Adolfo Suárez Illana, el hijo mayor del expresidente, se saludaron a la puerta de la catedral, a la vista de las cámaras. Y después entraron a reunirse con las demás autoridades y la familia Suárez, momento también recogido en imágenes. Pero entre uno y otro, en una antesala, el Rey y Rajoy saludaron casi a escondidas a todos los representantes extranjeros, con la clara intención de evitar las molestas imágenes con el dictador Obiang. Las cámaras de televisión no lo grabaron. Solo había allí fotógrafos oficiales, pero La Zarzuela y La Moncloa decidieron no hacer públicas esas fotos. En la catedral, Obiang estaba frente al Rey y Rajoy, pero a mucha distancia.

El Ejecutivo explica que no podía hacer nada para impedir esta presencia porque invitó a las embajadas de todos los países con los que hay relación —Guinea está entre ellos— y ellas decidieron qué representación enviar. Podía haberla vetado, pero habría supuesto una grave afrenta a un país en el que España ansía obtener importantes acuerdos económicos.

Obiang se plantó en Madrid, de camino a Bruselas, donde también generará polémica porque tiene prevista una conferencia en el Instituto Cervantes. Obiang tuvo además una relación conflictiva con Suárez, ya que el expresidente fue enviado por España en 1992 como mediador en Guinea para buscar una transición a la democracia, pero Obiang acabó vetando su entrada y destruyendo ese intento de apertura. Rajoy, pese a que en el pasado el PP fue muy beligerante contra Obiang y a favor de la oposición guineana, mantiene ahora una política con esta dictadura y con otras muy centrada en los intereses económicos de España. Son esos intereses los que le han llevado a modificar la legislación sobre justicia universal para satisfacer al Gobierno chino, por ejemplo.

La oposición rechazó con dureza la presencia del dictador guineano en el funeral de Estado por el primer presidente del Gobierno de la democracia recuperada. Todos sus portavoces la contrapusieron con el hecho de que el acto sea, precisamente, para homenajear a quien protagonizó la llegada a España de la democracia, tras 40 años de dictadura.

Para Soraya Rodríguez, portavoz del PSOE en el Congreso, “sorprende mucho la invitación por parte del Gobierno y la presencia del dictador”.

Sin embargo, el Grupo Socialista no presentará ninguna iniciativa parlamentaria para exigir explicaciones al Gobierno por la presencia de Obiang.

Sí lo harán UPyD e Izquierda Unida en la próxima sesión plenaria del Congreso, ya que esta semana no hay pleno de la Cámara. “Al funeral de Suárez, el gran demócrata, viene el gran dictador”, resumió la diputada de UPyD, Irene Lozano. En su opinión, esta presencia sigue la lógica de la acción diplomática del actual Gobierno, que “antepone los intereses a los derechos humanos allí donde ve posibilidades de negocio”.

En esta línea, el diputado de IU Gaspar Llamazares habló de la “dictadura cleptómana” de Obiang. En su opinión, “mancha la figura de Adolfo Suárez y el propio acto de reconocimiento a un presidente democrático, y el Gobierno tenía que haber dicho que no” cuando la Embajada de Guinea Ecuatorial lo informó de su presencia.

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