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Las europeas tienen efectos secundarios

El PP, pendiente de nombrar candidato, se juega el final de la legislatura El PSOE de Rubalcaba apuesta todo lo que tiene con Valenciano

El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete y el diputado de UPyD Toni Cantó.
El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete y el diputado de UPyD Toni Cantó.Kiko Huesca (EFE)

“¿Sabes ya algo, Miguel?”, le preguntó un diputado socialista a Miguel Arias Cañete el pasado miércoles antes de que este compareciera en el Congreso. “No me han dicho nada todavía, pero tengo todas las papeletas”, le vino a contestar el ministro de Agricultura. Al acabar la comparecencia, Cañete avivó aún más las especulaciones sobre su posible candidatura a las elecciones europeas porque se empeñó en hacerse fotos con los diputados que forman parte de la Comisión de Agricultura, casi dando a entender que sería la última vez que acudiría en su condición de ministro. Sobre él recaen todas las miradas en el PP para encabezar la lista europea, pero Mariano Rajoy mantiene su silencio, sin dar pistas sobre su decisión.

La capacidad de decidir en solitario del presidente del Gobierno ha quedado acreditada esta semana con su dedazo sobre Juan Manuel Moreno para encabezar el partido en Andalucía, puenteando hasta a la secretaria general, María Dolores de Cospedal. “Ni Aznar en sus mejores tiempos”, sostiene un veterano dirigente del PP para referirse a esa autoridad de Rajoy.

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Si Cañete es el elegido, Rajoy tendrá que hacer el primer cambio en su Gobierno desde diciembre de 2011 y está por ver si afecta solo a Agricultura. El 25 de febrero se celebra el debate sobre el estado de la nación y el 6 de marzo se reúne en Dublín el Partido Popular Europeo (PPE). Es decir, en ese intervalo de tiempo el PP debería presentar su cabeza de lista, aunque técnicamente podría esperar hasta finales de abril.

Antes de que al actual portavoz en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, anunciara su retirada de la carrera europea, un sector importante del partido presionaba a Rajoy para que nombrara ya al aspirante. Pero ahora el escenario ha cambiado. Ya no hay tanta prisa, a pesar de que el PSOE haya movido ficha esta semana con la propuesta de Elena Valenciano como candidata para las europeas, dando idea de cuál es su apuesta. Porque la posible candidatura de Mayor Oreja era un foco de tensión interna que la dirección del partido tenía que resolver con celeridad. Y porque casi todos en el PP dan por hecho, salvo sorpresas, que Rajoy y la dirección apurarán los tiempos.

Varios cargos consideran que esta estrategia ofrece una mala imagen del partido con vistas al congreso del PPE cuando la práctica totalidad de las formaciones hermanas en Europa ya tienen candidato. Aun así, muchos minimizan el impacto de Valenciano y consideran que esperar hasta el final tiene sus ventajas. “Cuando llegue el próximo gallo, en el corral todos se olvidarán del que estaba y empezarán a hablar del nuevo”, resume un miembro del Comité Ejecutivo. “Que Valenciano aproveche este momento”. Mientras tanto, el PP, preocupado por las encuestas y el clima de división interna, ha dejado claro esta semana cuál va a ser uno de los ejes de su precampaña. Esto es, fijar un enemigo común. Y ese enemigo es la vicesecretaria general del PSOE. Los populares difundieron el viernes un documento interno que arremete contra la aspirante socialista con tono áspero, al igual que hizo el jefe del Ejecutivo con Alfredo Pérez Rubalcaba en su discurso de clausura de la convención nacional de Valladolid.

Peligrosas para los gobiernos y un espejismo para la oposición

Primera victoria nacional del PP.Las europeas suelen ser peligrosas para los gobiernos, y un cierto espejismo para la oposición. En 1994 el Partido Popular ganó por primera vez unas elecciones europeas y el candidato popular, Abel Matutes, le sacó 10 puntos al socialista, Fernando Morán, un duro castigo para el Gobierno de Felipe González. Ese resultado creó la expectativa de una victoria clara del PP en las generales de 1996, que se quedó en solo tres puntos de ventaja.

Segunda victoria en 1999. El PP, en el Gobierno, volvió a ganar en 1999, pero solo por 4,2 puntos, pese a que el PSOE estaba en plena crisis interna. Los socialistas recibieron un año después un fuerte varapalo en generales al perder por 10 puntos.

El PSOE vuelve a ganar en 2004. Los socialistas ganaron por solo 2,2 puntos esos comicios, solo tres meses después de vencer en las generales por cinco puntos.

Anticipo del cambio de ciclo. En 2009 el PP volvió a ganar por cuatro puntos, pese a que un año antes venció el PSOE en unas generales por la misma ventaja.

El argumentario carga contra la candidata y trata de ironizar con que los socialistas “reconocen que no tenían una candidata mejor para encabezar la lista de las europeas que la señora Valenciano”, lo que, en palabras del secretario de Organización del PSOE, Óscar López, supone “un arranque de campaña pobre para un partido como el PP, incapaz de poner un candidato ni un plan sobre la mesa”.

El futuro del PSOE y del propio Alfredo Pérez Rubalcaba dependen en gran parte de esas elecciones, casi como primarias de las primarias. Rubalcaba no ha decidido aún si se presentará a esas primarias o si abandonará, pero, en todo caso, la conclusión de su reflexión depende de ese resultado. Si gana el PSOE puede pensarse continuar, pero si pierde tendrá muy difícil optar a las primarias de noviembre: quedaría muy debilitado y hasta podría precipitarse algún movimiento interno para quitarle de la secretaría general. Es decir, el líder del PSOE quema todas las naves y apuesta todo lo que tiene para esas elecciones.

Los socialistas aseguran que les beneficia el hecho de que estas elecciones siempre son malas para los que gobiernan, porque castigar al Gobierno no tiene repercusión en La Moncloa. Es obvio que en este momento el PP de Rajoy está muy tocado y está por ver que los anuncios de rebajas de impuestos que concretará el presidente en el debate del estado de la nación y los apuntes de recuperación económica sean percibidos y valorados por los ciudadanos.

El calendario legislativo y el futuro del aborto están en juego

El PSOE intenta plantear una campaña muy ideológica. Por un lado, aprovechará el enorme espacio que le ha regalado el PP al abrir el debate sobre el aborto. La candidatura de Valenciano gana fuerza y sentido con ese asunto sobre la mesa. Sirve también para diferenciar las posiciones de PP y PSOE y poner en cuestión el “todos son iguales” que tanto lastra a los socialistas.

Por otro lado, los socialistas pretenden identificar Europa y el Parlamento Europeo como el lugar desde donde vienen los males de los ciudadanos o, sobre todo, los recortes y sacrificios. El voto, según planteará el PSOE, será contra la derecha europea de Angela Merkel, por simplificar. Los dos partidos se enfrentan en estas elecciones entre ellos, como es lógico, pero también en conjunto contra un enemigo común: la crítica al bipartidismo. Todas las encuestas, especialmente, las de Metroscopia muestran un pronóstico ajustado y una caída de la suma de los dos partidos en favor de otras opciones y, sobre todo, en favor de la abstención.

El líder del PSOE puede plantearse ir ir a las primarias si gana en mayo

Por eso, el reto de ambos es movilizar a los suyos y superar la barrera del 60% de participación. Por supuesto, les va la vida en que las opciones nuevas no capitalicen esa supuesta crisis del bipartidismo. Y que IU y UPyD tampoco lo hagan. El resultado tiene para el Gobierno, según reconoce un destacado ministro, un efecto determinante para lo que queda de legislatura. Porque, además, un año después habrá elecciones municipales y autonómicas, en las que muchos barones y candidatos regionales y locales se la juegan. Una derrota llevaría a una situación similar a la del PSOE en 2011, cuando ningún cabeza de lista quería compartir actos con José Luis Rodríguez Zapatero porque estaba en decadencia.

También marcará el calendario legislativo y su contenido. Alberto Ruiz-Gallardón se juega de alguna forma poder mantener su apuesta de reforma del aborto. Es consciente de que un resultado pésimo bloquearía el anteproyecto de ley porque muchos verían en él la causa directa de la debacle.

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