Lo que el PP quiere esconder
El cónclave popular rehúye cualquier polémica y busca vender la recuperación
La dirección del Partido Popular ha recurrido este viernes a uno de los principios más socorridos de la estrategia política. Es importante lo que se dice, cómo se comunica, aunque a menudo lo es más lo que se pretende tapar. Y lo que quedó muy claro en el arranque de la convención nacional del PP que se celebra en Valladolid es todo lo que el partido, en principio, no quiere abordar, al menos oficialmente.
Los populares se emplean para que cale un mensaje de unidad, hablan de las reformas del Gobierno y aspiran a concretar algo más acerca de la promesa incumplida de reducción de impuestos. Pero se niegan a debatir algunas de las cuestiones que han marcado la agenda del partido y del Ejecutivo. En una semana de máxima tensión con el ala derecha de la formación, el objetivo consiste en rehuir la polémica y evitar nuevos incendios.
El argumentario de la cúpula ciñe este cónclave al debate de “lo que el Gobierno ha hecho hasta ahora y las perspectivas de futuro”. Y, pese a que la reforma de la ley del aborto se presentó hace apenas un mes y medio, el PP rechazó tratar el polémico proyecto del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. No lo hará a pesar de las presiones de destacados dirigentes y de barones como el presidente extremeño, José Antonio Monago, que ven necesario iniciar una reflexión interna sobre el texto. El número dos del PP andaluz, José Luis Sanz, mantiene, por ejemplo, serias dudas de que este sea el momento más oportuno para abordar la reforma y este viernes defendió abiertamente en la cadena SER que la convención debería ser el foro de debate sobre el aborto.
No fue así, pese a la creciente división interna y a una enérgica oposición social que este viernes llevó hasta Valladolid la protesta del llamado Tren de la libertad, una caravana en defensa de los derechos de las mujeres que hoy tiene previsto llegar a Madrid. Frente a la sede de la convención, en el Auditorio Miguel Delibes, se concentraban anoche unas 1.500 personas, según fuentes policiales, vigiladas por al menos 10 furgones que les retenían a varias decenas de metros de la puerta, por lo que dentro no se les escuchaba.
El PP tampoco abundará en sus planes de regeneración democrática justo cuando se cumple un año de la publicación de los papeles de Bárcenas en EL PAÍS. Los retos de la vida política sí están contemplados en la ponencia coordinada por Esteban González Pons, pero las referencias al escándalo del antiguo responsable de finanzas quedan supeditadas a la voluntad de cada uno. Ayer lo censuró el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, anfitrión del cónclave junto al alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva. Herrera lamentó “bochornosos casos y un descrédito que nos conciernen como políticos y como partido”. Pero nadie nombró a Bárcenas, que, por no estar, no asomaba en ninguna imagen de la exposición fotográfica sobre la historia del partido a pesar de las numerosas fotos de grupo.
Las críticas internas al proyecto político de Mariano Rajoy fueron otro de los silencios. Nadie las planteó. León de la Riva se limitó a rechazar lecciones de austeridad del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y reclamó ante el presidente del Gobierno una rebaja del IVA cultural.
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