Rajoy y Quiroga pactan acelerar la cita con Urkullu y no romper con el PNV
El objetivo es evitar que el PP pierda peso en Euskadi y sea visto como un problema
La realidad política es muy diferente en el País Vasco y en el resto de España. Y lo que en el mundo del PP nacional, especialmente en el sector más conservador, es una exigencia de gestos de firmeza por parte del Gobierno en el final de ETA, en Euskadi está calando como una posición dura del PP que le convierte en un problema político para rematar ese proceso de final del terrorismo. Este análisis y esta inquietud, instalada en el PP vasco, y el hecho de que el PNV se haya distanciado del Gobierno, llevó este miércoles a Arantza Quiroga, presidenta de los populares vascos, a reunirse en La Moncloa con Mariano Rajoy para tratar de calmar las aguas y buscar un nuevo clima, también de entendimiento con el PNV, en el que el PP vasco y el Gobierno tengan un papel destacado como referente de la solución, y no del problema.
La clave política está ahora en un encuentro entre el lehendakari, Íñigo Urkullu, y el propio Rajoy. El presidente y Quiroga pactaron acelerar esta cita, que es inminente aunque La Moncloa no confirma aún la fecha. La propia Quiroga también ha pedido públicamente una cita con Urkullu. Y el lehendakari insistió este miércoles en que quiere verse cuanto antes con Rajoy y está a la espera de cita.
Urkullu recordó que no se ven desde el 15 de julio de 2013, aunque sí han hablado por teléfono y se han mandado cartas.
“El mensaje es el de aportar mi reflexión, con propuestas también, para abordar este nuevo tiempo que vivimos en la sociedad vasca, un nuevo tiempo en el que todos los agentes deberíamos ser compañeros de viaje en un proceso de construcción de este nuevo tiempo, en el que hemos de consolidar la paz y trabajar por la normalización en la convivencia política”, aseguró el lehendakari.
Rajoy y Quiroga están de acuerdo en que hay que recuperar la conexión que tenían el presidente y el lehendakari y descartan absolutamente la ruptura con el PNV que le pedían desde algunos sectores conservadores después de que los nacionalistas convocaran con Sortu una manifestación en Bilbao a favor del acercamiento de presos.
Esta unidad del PNV con Sortu inquietó mucho en La Moncloa, aunque enseguida interpretaron que se trataba de un hecho puntual, una respuesta a la prohibición de la otra manifestación, y no un giro estratégico. Para Rajoy, después del frente CiU-ERC en Cataluña, el gran quebradero de cabeza político de 2014, un nuevo bloque independentista PNV-Bildu en Euskadi sería la tormenta perfecta. Pero en La Moncloa y el PP vasco no ven ese escenario. Al contrario, creen que en esa cita inminente entre Rajoy y Urkullu se acercarán posiciones.
El Gobierno tiene mucha presión del ala derecha de su partido y de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, sobre todo por los movimientos de los presos excarcelados por el fin de la doctrina Parot. Tanto que, como respuesta, el presidente busca cómo impedir que estos expresos se presenten a las elecciones locales. Sin embargo, Rajoy y Quiroga creen que el Gobierno y el PP vasco deben tener más presencia en el debate público sobre el final de ETA para que la izquierda abertzale no ocupe todo el espacio. En el PP vasco está muy instalada la idea de que la democracia ha vencido a ETA, y sus presos están aceptando todo lo que siempre rechazaron, como la legalidad penitenciaria, pero en las víctimas y el ala derecha del PP se vive el proceso como una derrota.
Por eso, y aunque Rajoy insiste en que no hará ningún movimiento en política penitenciaria, sí está dispuesto a involucrarse más, sobre todo con la reunión con Urkullu, para suavizar la tensión, buscar puntos de encuentro y poner en valor su política antiterrorista, que según el PP está surtiendo efecto con los pasos que dan los presos.
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