La pregunta catalana, muy diferente de la cuestión escocesa
En Reino Unido ha habido un pacto entre Londres y Edimburgo
La pregunta pactada por CiU y ERC es muy diferente a la que deberán responder los escoceses el 18 de septiembre de 2014. Primero, por el proceso en sí: en Reino Unido ha habido un pacto entre Londres y Edimburgo para enclavar la consulta en la legalidad del sistema constitucional británico y para que el resultado de la votación sea aceptado por todos tanto si es a favor de la independencia de Escocia como si los votos se decantan a favor de mantener la actual unión. Y, segundo, porque la pregunta finalmente acordaba es consecuencia de ese pacto y ha sido incluso modificada para aceptar el dictamen consultivo de la Comisión Electoral británica para asegurar la neutralidad de su enunciado.
Uno de los aspectos más importantes del pacto alcanzado por el primer ministro británico David Cameron y el ministro principal escocés Alex Salmond en octubre de 2012 es que en el referéndum se plantearía una sola pregunta, que esta sería sobre la independencia y que su enunciado sería directo, claro, simple y neutral. Salmond renunció así a su proyecto inicial de que en el referéndum los votantes escoceses pudieran elegir una entre tres alternativas: dejar las cosas como están, más autonomía para Escocia o la independencia.
El acuerdo dejó en manos del Gobierno escocés el redactado de la pregunta. Edimburgo propuso que la pregunta fuera “¿Está de acuerdo en que Escocia debería ser un país independiente? Sí/No”. El ejecutivo escocés, respetando el espíritu de neutralidad que se impusieron ambos gobiernos, aceptó en noviembre de 2012 someter esa propuesta a la Comisión Electoral para que esta dictaminara si se cumplían las premisas de que el enunciado fuera directo, claro, simple y neutral.
La comisión encargó un trabajo de campo a la consultora Ipsos MORI Scotland, que entrevistó a 265 personas que conformaban una muestra representativa del electorado escocés para conocer sus reacciones ante la pregunta. No para saber qué votarían, sino para analizar el impacto de la pregunta: desde qué conclusión sacaban a la comprensión de la pregunta, su neutralidad, posibilidades de mejorarla y comparación con posibles alternativas. El estudio no quería ser tanto cuantitativo como cualitativo e incluyó tanto entrevistas individuales como con los llamados “focus groups”.
La opinión ampliamente mayoritaria confirmaba que la pregunta era “clara, simple, concisa e iba directamente al grano”. Sin embargo, señalan las conclusiones de la Comisión Electoral, “había algunos aspectos del redactado que la gente percibió como potencialmente ambiguos o que afectaban sus percepciones sobre la neutralidad de la pregunta”.
En concreto, la formulación “¿Está usted de acuerdo…?” era percibida por algunos entrevistados como sesgada a favor del voto a favor de la independencia porque implicaba que la independencia es algo positivo “porque les estaba invitando a estar de acuerdo con ese punto de vista al estar de hecho preguntando ‘¿Está usted de acuerdo conmigo…?’ en lugar de permitir a los votantes que se formaran su propio juicio”.
Otros la percibían como una sugerencia de que la decisión ya estaba tomada y que a los votantes se les pedía simplemente que la ratificaran porque la independencia era un resultado inevitable. Algunos de los entrevistados la encontraban sesgada hacía el sí porque es más fácil estar de acuerdo que estar en desacuerdo.
A los entrevistados se les pidió también su opinión sobre tres formulaciones alternativas: “¿Debería Escocia ser un país independiente?; “¿Quiere que Escocia sea un país independiente?” y “¿Debería Escocia convertirse en un país independiente?”.
Unos pocos entrevistados preferían la pregunta que empezaba “¿Quiere usted…?” porque les parecía una formulación más educada que el “¿Debería…?”, pero esa opción fue descartada porque muchos asociaban esa formulación con una respuesta emocional más que una respuesta racional “y tenían la sensación de que no era el lenguaje adecuado ante una pregunta seria sobre una cuestión importante”.
La última opción, en la que se utiliza la expresión “convertirse en” en lugar de “ser” un país independiente provocó opiniones encontradas: a unos les parecía más clara por dar a entender que un voto a favor llevaría a un proceso de cambio mientras que a otros les parecía, en cambio, una formulación más vaga.
Al final, la Comisión Electoral decidió recomendar la pregunta inicial planteada por el Gobierno escocés pero suprimiendo el inicial “está usted de acuerdo” y dejando la frase en “¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí/No”. Los escoceses responderán a esa pregunta el 18 de septiembre de 2014.
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