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el fin de la banda terrorista
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El revulsivo que se espera y falta

Aumenta la presión sobre ETA y Sortu para que consoliden el final del terrorismo

Luis R. Aizpeolea

No es casualidad que en el País Vasco se alcancen acuerdos de calado en materia económica y fiscal, preparados durante meses entre el PNV gobernante y su antecesor, el PSE, mientras todo lo que afecta a la consolidación del final de ETA permanece estancado. La explicación es que la primera preocupación de los vascos, como la de los españoles, es la crisis económica y el paro mientras se da por asumido que la amenaza terrorista ha pasado a la historia, según señalan las encuestas.

Pero hay algo más que resulta letal para ETA y la izquierda abertzale: el paso del tiempo. Junto con la amortización del final de ETA, la exigencia social aumenta sobre ella y su antiguo brazo político. Las encuestas vascas, que también piden movimientos en política penitenciaria al Gobierno central, reclaman a ETA que se desarme y disuelva de una vez, y a la izquierda abertzale que reconozca el daño causado por su pasada complicidad con la banda.

Esta situación explica que en el discurso del lehendakari Urkullu, del PNV, sobre la paz predomine la exigencia a ETA del desarme y a la izquierda abertzale del reconocimiento del daño causado sobre la denuncia del inmovilismo del Gobierno de Rajoy en política penitenciaria, pese a que ETA cesó hace casi dos años.

También explica que el PSE no se incorporase ayer, en la fecha prevista, a la ponencia parlamentaria sobre paz y convivencia y haya puesto como condición que Bildu asuma el suelo ético reafirmado por PNV, PSE y PP en marzo.

El suelo ético, que Bildu no asume por ahora, propone a los partidos vascos el reconocimiento de la injusticia de la violencia y del daño causado y el compromiso de que ninguna causa política puede colocarse por encima de los principios básicos de la ética y del respeto a los derechos humanos.

El PP había anunciado, meses atrás, su inasistencia por temor a que la ponencia parlamentaria se convierta en un arma de presión al Gobierno de Rajoy en política penitenciaria. Con la ausencia del PP y PSE, el PNV se limitó ayer a constituir la ponencia con Bildu, pero sin convocar nuevas citas hasta que se incorporen socialistas y populares, porque, como dijo Urkullu, no puede estar ausente en la consolidación de la paz ninguna de las cuatro grandes fuerzas vascas.

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EL PSE pretende utilizar su ausencia de la ponencia como un instrumento de presión sobre la izquierda abertzale para que dé los pasos que le exige la sociedad: el reconocimiento del daño causado y su influencia sobre ETA para lograr su desarme y disolución.

El PSE argumenta ante la izquierda abertzale que las instituciones han reconocido el daño causado con los decretos de apoyo a las víctimas de los grupos parapoliciales y de los abusos policiales, aprobados la pasada legislatura. Y le ha trasladado que, tras el crucial avance que supusieron los estatutos de Sortu, donde reconocía el daño causado, y su presión sobre ETA para su cese definitivo, en el último año se ha estancado en su progresión unilateral hacia el final.

El argumento más potente de la izquierda abertzale para justificar su estancamiento es el inmovilismo cierto del Gobierno de Rajoy en política penitenciaria —ni siquiera un acercamiento de presos tras el cese definitivo de ETA—. Pero tanto el PNV como el PSE creen que si la izquierda abertzale sigue dando pasos unilaterales, y arrastra a ETA al desarme, logrará su apoyo, con la opinión vasca a su favor, para conseguir que el Gobierno cambie su política penitenciaria. Ese es el revulsivo que se espera y falta.

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