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Sin pistas del tumor del asesino

El falso maestro shaolin justificaba sus reacciones con su supuesta enfermedad La Ertzaintza no ha encontrado ninguna evidencia que demuestre que está bajo tratamiento médico

Luis Gómez

La reconstrucción de las piezas del pasado de Juan Carlos Aguilar, el falso maestro shaolín, contienen un episodio muy concreto que el propio personaje se encargó de divulgar: sufre un tumor cerebral. La Ertzaintza, sin embargo, no encontró, durante el registro de la sede del gimnasio y de su domicilio particular, ninguna evidencia (informe médico, pruebas analíticas, recetas o cualquier otro documento) que demuestre que está bajo un tratamiento médico o padece dicha enfermedad. Las primeras indagaciones entre centros médicos han dado resultado negativo. Dada su propensión a fabricarse un currículo, los investigadores no descartan que esta dolencia pudiera ser otro capítulo más de su fantasía.

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Porque es el propio Aguilar quien utiliza el argumento del tumor cerebral para explicar algunas de sus reacciones o desencuentros con colaboradores. Lo hace a menudo en los últimos tiempos. Se lo dice también a los ertzainas que le detienen.

Hay muchos testigos que aseguran que Aguilar entra en una deriva a partir del año 2006. Rompe con alguna gente con la que colaboró activamente, como es el caso de Alfredo Tucci, editor de la revista Cinturón Negro y propietario de Budo International, una franquicia dedicada a la venta de artículos relacionados con las artes marciales. Tucci es un hombre al que muchos responsabilizan de la popularidad que llegó a adquirir Aguilar. El editor se defiende de esta acusación a través del correo electrónico —“ha sido uno de tantos colaboradores de nuestra revista”— y confirma que hace algún tiempo comenzó a distanciarse de Aguilar: “Hace ya varios años que por desacuerdos con la línea editorial de la revista, decidí no publicar nada más de Juan Carlos; se lo comuniqué y así fue. Puede comprobarlo en las hemerotecas”.

“Hace aproximadamente un año”, manifiesta Tucci, “me contactó por Facebook pidiendo perdón por cualquier diferencia pasada, aduciendo que ya entonces probablemente manifestaba síntomas de un tumor cerebral que afirmaba estar padeciendo. […] Le dije que no se preocupara, pero al mismo tiempo no dejé opción a ningún tipo de colaboración posterior, que todo dicho sea de paso, él tampoco pidió. Aparte de esas comunicaciones por Facebook no le he visto en años”.

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