Sin apoyo en la cúpula del partido ni entre los barones
Mayor Oreja es el único miembro del Comité de Dirección próximo a Aznar
Cuando en el PP se plantea una cuestión relacionada con José María Aznar o el sector que indirectamente representa, el espectro de las repuestas remite casi siempre a otra pregunta: “¿Y qué apoyos tiene?”. El expresidente del Gobierno y, en definitiva, muchos de los planteamientos que defiende públicamente, cuentan con un respaldo casi nulo en la cúpula del partido y entre los barones.
Lo ha demostrado en los últimos días la inmensa mayoría de los dirigentes, en reflexiones públicas y privadas, al cerrar filas con Mariano Rajoy. Jaime Mayor Oreja, exministro y portavoz de los populares en el Parlamento europeo, es el único miembro del Comité de Dirección del PP —integrado además por María Dolores de Cospedal, Carlos Floriano, Esteban González Pons, Javier Arenas, Alfonso Alonso y José Manuel Barreiro— realmente próximo al exjefe del Ejecutivo.
Esta semana no se quiso pronunciar sobre los ataques de Aznar al proyecto político de Rajoy. Pero, al margen de las muestras públicas de respeto de Alberto Ruiz-Gallardón o Ignacio González, Mayor es, junto a Esperanza Aguirre, uno de los pocos dirigentes que no suelen ocultar su respaldo a las palabras del antecesor de Rajoy al frente del PP.
Y si el partido no se da por aludido en los asuntos del expresidente —el jueves, por ejemplo, emitió un comunicado para desmentir los pagos a Miguel Blesa, mientras que no lo hizo en el caso de Aznar—, muchos de sus cargos han tratado de apagar el fuego y zanjar la polémica creada por sus declaraciones desde un plató de Antena 3. El primero en decirlo fue Floriano, número tres de los populares. “Ese tema está zanjado”, aseguró en los pasillos del Congreso de los Diputados. Tanto el secretario de Organización como el portavoz adjunto en el Congreso, Rafael Hernando, y Vicente Martínez-Pujalte se remitieron a las palabras de Rajoy, quien quiso dejar bien claro que no va a cambiar de rumbo.
Incluso el análisis más prudente, el que considera que las críticas de Aznar solo generan “ruido” y que forman parte del papel de un expresidente, refleja una distancia que se apuntala en dos argumentos. En primer lugar: si alguien ataca al líder del partido, más en este momento, se quedará solo frente a la cúpula, como sucedió en el caso de Aguirre durante el último Comité Ejecutivo Nacional. En segundo lugar, se recuerda que estos mensajes, en el fondo, no son nuevos —aunque lo es la escenografía— y no han tenido mayor trascendencia. En un acto reciente, Aznar se refirió al “proyecto político del PP” lamentando: “Hemos estado demasiado tiempo apartándonos de lo que nos ha llevado al éxito. Y las consecuencias son necesariamente las que venimos padeciendo”.
No obstante, a pesar de los intentos de desactivar el debate —ayer Pons subrayó que el PP es “el partido de Raúl Serrano [último afiliado], pero también de Fraga, de Aznar, de Miguel Ángel Blanco, de Gregorio Ordóñez, de Loyola de Palacio, de Mariano Rajoy”-, en las filas populares se ha instalado también la sensación de que el PP no debe cerrar ninguna polémica, puesto que ese papel debería corresponderle a quien la creó.
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