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“La reforma federal de España sería un ‘big bang’ constitucional”

Un nuevo modelo federal sería imposible sin reconstruir un consenso político actualmente roto

Ana Redondo, profesora y procuradora en las Cortes de Castilla y León, el pasado viernes en la Facultad de Derecho de Valladolid.
Ana Redondo, profesora y procuradora en las Cortes de Castilla y León, el pasado viernes en la Facultad de Derecho de Valladolid.JAVIER ÁLVAREZ

Junto a las consecuencias de la crisis económica, la evidencia de que las instituciones políticas son débiles da argumentos a quienes defienden un replanteamiento del modelo de Estado surgido del pacto de 1978. Pero reconocer que la casa constitucional se ha quedado pequeña no impide darse cuenta de que fabricarse otra, de carácter federal, sería imposible sin reconstruir un consenso político actualmente roto. Lo dice Ana Redondo García (Valladolid, 1966), profesora titular de Derecho Constitucional y vicesecretaria del PSOE de Castilla y León.

Pregunta. Entre los tirones de centralistas y soberanistas, las tensiones para la integración en España son más fuertes que nunca desde la Constitución. ¿Qué podría resolver un Estado federal?

Respuesta. Hay autores que definen el Estado autonómico como un modelo cuasi federal, pero ese cuasi es significativo. Las comunidades autónomas cuentan con un nivel importante de autogobierno y el marco competencial es asimilable al de un Estado federal. Sin embargo, falta la estructura constitucional propia de ese modelo de Estado, porque en la redacción de la Constitución de 1978 aun pesaba mucho el eslogan “una, grande y libre”. De lo que se trataba era de conciliar pasado y futuro, sin predecir con claridad en qué iba a consistir ese futuro que hoy es presente. Por historia y cultura carecemos de conciencia federal, que implica una idea de colaboración y cooperación entre todos los Estados federados, donde los distintos territorios están en igualdad de condiciones, con un respeto escrupuloso a la pluralidad y la diferencia.

P. En una federación, ¿cómo se denominan las partes que se federan? ¿Se trata de Estados?

R. Sí.

P. ¿Y cree posible el Estado de Castilla y León, por ejemplo?

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R. Hipotéticamente Castilla y León podría ser un Estado miembro dentro de una España federal, ¿por qué no? Sin embargo, somos la autonomía que menos sentimiento de comunidad demuestra en las encuestas. Somos el territorio donde se fraguó el Estado Nación, el sentimiento de unidad y de pertenencia a un Estado indivisible es muy fuerte. Pero una transformación radical de la Constitución que convirtiera España en un Estado federal, implicaría que Castilla y León podría ser un Estado miembro, con su propia Constitución en lugar de Estatuto (que es una ley orgánica aprobada en las Cortes Generales), con su estructura institucional completa (poderes legislativo, ejecutivo y judicial) y con un sistema de financiación propio.

P. ¿Qué cambiaría un Senado federal respecto del actual?

R. Si España fuera un Estado federal, el Senado representaría los intereses de los Estados miembros. En los escaños se sentarían los representantes de los gobiernos de esos Estados, como en el caso de Alemania, o bien los senadores designados por los Parlamentos de los Estados miembros para debatir los temas que afectan a los territorios: modelo de financiación, impuestos, competencias propias y concurrentes. En los países federales las instituciones como el Senado son el espacio de diálogo que evita la confrontación entre territorios y permiten dar soluciones negociadas, en lugar de espectáculos como los que estamos viviendo, donde las propuestas soberanistas tensionan de una manera insoportable el Estado de derecho con manifestaciones sobre el incumplimiento de la ley o de la propia Constitución.

P. Los Gobiernos nacionalistas vasco o catalán difícilmente se sentarían en esa asamblea en un plano de igualdad con los de otras partes federadas. ¿No exigen, más bien, una relación bilateral con el Estado central o la federación?

R. Por eso decía al principio que el problema no es tanto normativo o constitucional, como de cultura o sentimiento federal. El federalismo implica participación y colaboración entre Estados, donde ningún territorio es más que otro. El respeto escrupuloso a la pluralidad, a las características de cada territorio es una condición sine qua non para que un Estado federal funcione. Estamos en condiciones de iniciar este debate, pero hay que configurar una amplísima mayoría. Esta semana el Gobierno ha presentado el proyecto de reforma de las Bases de Régimen Local y, a priori, el acuerdo no parece posible; si en lo poco no nos ponemos de acuerdo, en una transformación tan ambiciosa como configurar una España federal parece ciertamente difícil.

P. ¿Un cambio de reglas necesita de otra cultura y una voluntad política previa?

R. El problema es de cultura y de sentimiento federal. Si esa voluntad está presente en los ciudadanos y en los políticos, la Constitución simplemente dota de carácter normativo a ese pacto social. Pero también es evidente que el modelo del 78 resulta hoy insuficiente. Los constituyentes no diseñaron un modelo cerrado, abrieron puertas para que España encontrara soluciones a sus históricas tensiones territoriales. Ahora, con el bagaje democrático que tenemos, podemos diseñar mejor la España que queremos llegar a ser, sabiendo que habrá que modificar la Constitución a través de un procedimiento agravado.

P. Así que esta vez, nada de reforma exprés al estilo de la que se hizo en el año 2011...

R. Imposible. Para fundar un Estado federal habría que acudir a la revisión total prevista en el artículo 168 de la Constitución. Es verdad que en nuestra Carta Magna no hay cláusulas de intangibilidad, nada que sea inamovible. El constituyente del 78 no obligó a las generaciones futuras a asumir íntegro el compromiso constitucional sin poder modificarlo, pero el artículo 168 incorpora un procedimiento agravado de reforma que solo podría superarse con un consenso político amplísimo. El proyecto se sometería a votación por 2/3 de cada cámara; si es favorable, se disuelven las Cortes; las nuevas cámaras ratifican la decisión con mayoría nuevamente de 2/3 de cada una de las nuevas cámaras; y finalmente, referéndum de ratificación.

P. Usted describe años de esfuerzos y una gran movilización.

R. Se necesitaría mucha pedagogía, mucha información, mucho debate público, mucha terapia colectiva y un amplísimo consenso político. Otra cosa es que el Partido Socialista decida que es el momento de iniciar una reflexión y de hablar de la posibilidad de transformar la España actual en un Estado Federal y discutir ampliamente esta cuestión esencial en la conferencia política para abrir el melón; pero, desde luego, no es una cuestión menor.

P. ¿Estamos realmente en condiciones de llevar a cabo un proyecto federal, con tanta crisis económica y tantos parados?

R. Una reforma de estas características sería un big bang constitucional. Quizá debamos aprovechar esta crisis para refundar nuestra democracia y las reglas con las que queremos convivir en igualdad y libertad. Ciertamente el empleo es hoy la gran preocupación de la mayoría de los ciudadanos y no las cuestiones territoriales, pero tampoco veo en el corto plazo soluciones a las urgencias económicas y sociales. Quizá es el momento de un gran debate general, sobre quiénes somos y dónde queremos llegar.

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