“Salidas cerradas y vigilantes impiden el paso: ‘De aquí ya no sale nadie más”
Una víctima y actas policiales denuncian puertas bloqueadas en el Madrid Arena
“En la madrugada del 1 de noviembre de 2012, fui al espectáculo Thriller Music Park en el recinto Madrid Arena, con varios amigos y amigas. Nunca antes había estado en un espectáculo de este tipo, no me gustan por motivos de seguridad, pero me decidí a ir por estar organizado con la garantía del Ayuntamiento de Madrid. Llegamos a las 00.30. Junto al metro de Lago había un gran botellón. La Policía Municipal pasaba entre la multitud, pero no intentó disolverlo. Sobre la 1.00, entramos al recinto. No nos pidieron el DNI ni nos registraron. No nos devolvieron el resguardo de la entrada, pese a solicitarlo. A las 3.00 era agobiante, faltaba el aire para respirar. Intentamos salir. Imposible salir. Salidas cerradas y vigilantes impiden el paso: ‘De aquí ya no entra ni sale nadie más’. Solo un pasillo. Marea de gente que queremos salir. Marea de gente que entra. Se produce un choque de fuerzas y un embotellamiento. Nos movíamos por fricción. No teníamos voluntad propia. Perdí a mis amigas. Aprisionada por la masa, sentía un dolor insoportable. Creí que me iba a morir. Me desmayé”.
Sandra Regidor tiene 21 años y se ha adscrito hace unos días a la denuncia colectiva de la Fiscalía por lo sucedido en la fiesta de Halloween celebrada en ese pabellón municipal de la Casa de Campo. Cinco jóvenes perdieron la vida. Sandra Regidor sobrevivió: “Un chico anónimo me sacó de allí, no sé bien cómo”. Su relato, extractado en el primer párrafo, ilustra la reconstrucción de los hechos que está llevando a cabo el magistrado Eduardo López Palop a través de informes técnicos y de las declaraciones a testigos e imputados.
La Policía Científica realizó en los días posteriores a la fiesta una decena de inspecciones del recinto, a las que ha tenido acceso EL PAÍS. De sus actas, documentadas con cientos de imágenes y un vídeo, se desprenden datos sobre lo que pudo ocurrir aquella noche. Estos son los más relevantes:
» “Se movieron los cuerpos”. La Policía Científica es avisada a las 5.30 del 1 de noviembre del fallecimiento de tres jóvenes en el Madrid Arena. Acude al pabellón y encuentra los cuerpos sin vida de Katia Esteban y Cristina Arce, de 18 años. Los servicios de emergencia (Samur) han trasladado a un hospital a Rocío Oña, de la misma edad, que se encuentra clínicamente muerta. Agentes de Policía Nacional informan de que “el fallecimiento se ha producido por efecto del aplastamiento originado por una avalancha de personas que, presas del pánico, intentaban huir desde la pista donde se encontraban hacia uno de los pasillos de salida, puesto que una persona desconocida había lanzado una bengala encendida sobre la concentración de gente”. Se encuentra en efecto una bengala usada de 13 centímetros junto al pasillo de la avalancha. El informe recoge que los cadáveres de las dos jóvenes fueron movidos por técnicos del Samur “desde el lugar de los hechos, la pista central, hasta la habitación contigua a la misma”. Sin embargo, el informe del Samur señala que encontró a las tres jóvenes en la enfermería del recinto, donde solo una de ellas estaba siendo atendida por el servicio médico contratado por el organizador. El acta policial está firmada a las nueve de la mañana. No hay ninguna referencia a un posible exceso de aforo.
» Varias salidas bloqueadas. El acta añade que “se llega a tener conocimiento de que la puerta que cierra el pasillo a la derecha de la principal salida del público, frente al escenario, y que comunica con el exterior, estaba bloqueada”. Se trata de una salida de emergencia, por lo que, en principio, esa circunstancia no influyó en la tragedia. Pero no era la única puerta bloqueada. Otros dos agentes de la Policía Científica acuden al pabellón a las 9.30 y relatan que uno de los ocho pasillos de entrada y salida a la pista está tapado por el escenario. Investigaciones posteriores han permitido dilucidar que dos más, a izquierda y derecha del escenario, también estaban cerrados para que el público no accediera a los camerinos. El corredor al que desembocan esos tres vomitorios estaba además “parcialmente ocupado por material de sonido”.
En el lado contrario al escenario había otros tres pasillos. El central, donde se produjo la tragedia, desemboca en un vestíbulo que también tenía una puerta parcialmente bloqueada. El aforo máximo de la pista, según el Ayuntamiento, era de 3.700 personas, pero el organizador pudo meter allí cuatro o cinco veces más. Las actas policiales recogen también el recuento de las entradas vendidas, que se encontraron en ocho cajas. Tres no estaban cerradas con candado o brida.
» Barras frente al pasillo. La pista tiene ocho corredores de entrada y salida, de dos metros de ancho. Cinco, si se restan los tres tapados por el escenario. Cuatro, si se elimina otro bloqueado por los vigilantes que debían controlar el aforo, a tenor de lo grabado por las cámaras de seguridad. “Muchos de los pasillos de entrada y salida son pasillos con las puertas cerradas”, dijo el fiscal, Manuel Moix. Además, en las fotografías de la Policía Científica se ve que las barras bloquean parcialmente algunos corredores, aunque puede deberse a que fueran movidas después de la fiesta. Hay otro acceso a la pista, de cinco metros: es una salida de emergencia. Por allí, los organizadores metieron poco antes de la avalancha hasta 2.500 personas más.
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