Griñán retrasa el debate del cambio en Ferraz hasta después de las catalanas
El presidente del partido reclama más presencia de Andalucía en las decisiones
Los socialistas andaluces se resisten a aparecer como la agrupación que está zarandeando la silla del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, pero no ocultan que defienden un cambio de rumbo y de estrategia ante el descenso acelerado de la bolsa de votos de su marca en toda España. La posición destacada en este contexto de José Antonio Griñán —presidente federal del partido y el único líder autonómico socialista con un relevante poder institucional— ha hecho que todas las miradas se paren en él, aún más cuando desde su círculo se ha apostado a las claras en las últimas semanas por inyectar más agilidad y ritmo en los planes de Rubalcaba.
El golpe que han supuesto los resultados en el País Vasco y en Galicia ha reforzado la figura de Griñán. Sin embargo, el propio presidente de la Junta ha mandado ralentizar el proceso y esperar a los comicios catalanes del 25 de noviembre para proponer cambios. Lo dijo ayer en un acto en Écija (Sevilla): “Estamos a un mes escaso de las elecciones catalanas, y entre todos debemos forjar un proyecto sólido y coherente, y tener unos resultados como los que conseguimos en Andalucía [no ganó, pero logró fraguar una coalición de Gobierno con IU y mantener la presidencia de la Junta]”. El socialista reclamó más presencia de Andalucía en el debate político nacional. “Para el cuadro que se configure a partir de estos resultados y los que se obtengan en Cataluña, la presencia a nivel nacional de Andalucía es muy importante, porque tenemos un modelo de Estado y ese modelo de Estado beneficia a Andalucía”, señaló. Griñán lanzó una propuesta de federalismo “cooperativo y social” después de la Diada, que no ha tenido por ahora la resonancia esperada en Ferraz. De momento, ha creado un grupo de expertos sobre la reforma del modelo de Estado que pretende hacer llegar al conjunto del partido.
El número dos de los socialistas andaluces, Mario Jiménez, ya avisó el pasado sábado, cuando se produjo la primera reunión, que la idea es que Andalucía dirija el debate territorial como lo hizo en la configuración del Estado de las Autonomías, en la Transición. Ayer abogó, tras admitir que los resultados en Galicia y Euskadi no eran buenos, porque la Ejecutiva Federal realice una “reflexión profunda” aunque, eso sí, tras las catalanas del 25-N y el debate de los presupuestos.
Griñán apoyó en el congreso federal de Sevilla la candidatura de Carme Chacón para liderar el partido, frente a la de Rubalcaba. Ahora ha cerrado la página de aquel agitado cónclave y apoya a Rubalcaba como secretario general, si bien no ha dejado de tener contacto con Chacón, quien también se ve con frecuencia con la secretaria del PSOE de Sevilla y consejera de la Presidencia e Igualdad de la Junta, Susana Díaz. El miércoles pasado todos cenaron juntos (incluidas sus parejas) en la capital andaluza.
Mario Jiménez y el líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, reclamaron la semana pasada una oposición más contundente de Rubalcaba, aunque para no herir susceptibilidades buscaron una frase con el mismo significado en la que se subrayó el respaldo al líder: “Tenemos que fortalecer desde las distintas federaciones las posiciones del PSOE”. Esa precisión no evitó, sin embargo, el malestar de Rubalcaba y su equipo, que no se acaban de fiar de dónde y con quién está ahora Griñán. Los dirigentes andaluces niegan la mayor y enfatizan. “No hay ningún movimiento organizado, ahora tocan las catalanas”.
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