Según un testigo, Otegi dijo tras matar a dos ‘ertzainas’: “Dos hijos de puta menos”
El supuesto etarra admite que fue consciente de que “había roto tres familias”
El supuesto etarra Mikel Otegi aseguró este miércoles en el juicio que se sigue contra él en la Audiencia Nacional por el asesinato de dos ertzainas en 1995 que cuando se entregó era consciente de que “había roto tres familias y que tenía que ir a la cárcel”. Frente a ese supuesto arrepentimiento, varios testigos han dado cuenta del grado de agresividad y el odio que manifestaba Otegi contra la policía. “Dos hijos de puta menos”, le oyó decir un vecino poco después de que hubiera disparado con una escopeta contra los agentes.
No es la primera vez que este etarra se sienta en el banquillo por esta causa. En 1997, un jurado popular le absolvió al entender que cuando cometió los asesinatos no era dueño de sus actos. Ese juicio se celebró en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa al concluir los jueces que el doble asesinato no tenía carácter terrorista. Tal decisión, sobre todo la absolución del encausado, causó entonces una enorme polémica política y ciudadana y un fuerte disgusto en las familias de las víctimas.
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco anuló el fallo y ordenó repetir el juicio, una decisión que fue refrendada por el Tribunal Constitucional.
El nuevo juicio nunca pudo llegar a celebrarse porque Otegi huyó de España. Fue detenido en Francia en 2003 y condenado en ese país a siete años de cárcel por un delito de asociación de malhechores con fines terroristas.
La Audiencia de Gipuzkoa decidió en junio de 2005 remitir la causa a la Audiencia Nacional al entender, en contra de lo que sostuvo en un primer momento, que el asesinato de los ertzainas tuvo carácter terrorista.
Al inicio del juicio, Otegi, que se negó a contestar a la fiscalía y a las acusaciones, dijo a preguntas de su defensa que en la época en que tuvieron lugar los hechos no era miembro de ETA y que el doble asesinato estuvo motivado por la “tangana” que tuvo con los agentes.
Los hechos tuvieron lugar a primera hora de la mañana del 10 de diciembre de 1995, cuando Otegi, tras discutir con un ertzaina en un bar, se dirigió en coche a su caserío, en la localidad guipuzcoana de Itsasondo. Su forma de conducir alertó a la patrulla formada por los agentes Ignacio Jesús Mendiluce y José Luis González, quienes acudieron al caserío. El acusado se percató de su presencia a las puertas de la finca y fue en busca de una escopeta semiautomática, para la que tenía licencia. Otegi salió de la vivienda y les disparó a una distancia aproximada de dos metros, falleciendo ambos agentes en el acto.
Tras acabar con la vida de los ertzainas, el acusado se dirigió al coche patrulla y comunicó a la policía por el radiotransmisor: “Un casero ha matado a dos cipayos” (término despectivo para referirse a los policías).
Según Otegi, no recuerda las palabras exactas que pronunció en la emisora policial, pero sí explicó ante el tribunal que el asesinato fue fruto de una “tangana”, en la que uno de los agentes acabó sacando una pistola. Entonces entró en su casa y cogió la escopeta, aunque aseguró que su intención era amenazar a los ertzainas para que se marcharan. El acusado recordó que metió tres cartuchos en la escopeta y que disparó dos veces.
El reo relató que previamente había mantenido varios incidentes con la Ertzaintza y que “percibía que le perseguían sin motivo aparente alguno”. Tras eso, afirmó que tiene “ideas antimilitaristas” —se declaró insumiso—, negó haberse integrado en las organizaciones ilegalizadas Jarrai-Haika-Segi y añadió que el colectivo de presos de ETA nunca le planteó unirse a ese grupo cuando ingresó en prisión.
Otegi negó haber gritado “dos hijos de puta menos” tras matar a los policías, pero uno de sus vecinos testificó en la vista oral que él escuchó esas palabras.
La fiscalía pide para Otegi 70 años de prisión al atribuirle dos delitos de asesinato de carácter terrorista en el concurso ideal con otro de atentando, así como un delito adicional de integración en organización terrorista, todos ellos con el agravante de alevosía.
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