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Fallece un estudiante español herido en Roma al huir de la policía

El joven cayó al metro, desde una altura de siete metros Varios estudiantes estaban de botellón en las proximidades del Vaticano

A las tres de la madrugada del martes, J. D. A., de 18 años, y sus compañeros de segundo de bachillerato del instituto Alonso Berruguete de Palencia se encontraban de fiesta en Roma. Era su última noche del viaje de estudios en Italia. Según la primera versión recopilada por la Embajada de España, algún vecino del barrio de Chipre, cercano al Vaticano, se quejó del alboroto a los Carabinieri, que enviaron varias patrullas a la zona. Algunos muchachos emprendieron la huida. Entre ellos, J. D. A, que se precipitó por un desnivel de siete metros. Fue trasladado muy grave al hospital Gemelli, y ha muerto hoy, según ha informado la agencia Efe.

El cónsul general de España en Roma, Eduardo De Laiglesia, calificó el hecho como un “desgraciado accidente”. A última hora de la tarde, se encontraba en el hospital junto a los padres, una hermana y una profesora del joven accidentado. Al parecer, a eso de las tres de la madrugada, algunos vecinos advirtieron a la policía de que un grupo de chavales estaba bebiendo en la calle, montando alboroto y causando daños en algunos vehículos aparcados en las cercanías de la estación de metro de Chipre. Los agentes de los Carabinieri llegaron a tiempo de identificar a algunos jóvenes, pero otros lograron escapar, con tan mala fortuna que, en su huida, J. D. A. saltó el muro que protege la entrada del metro.

La estación de Chipre, entre las de Valle Aurelia y Octaviano, pertenece a la línea A del metro de Roma. Su entrada principal está rodeada por un muro de mármol de Carrara. Al parecer, J. D. A. no calculó el gran desnivel entre la calle y la plazoleta y la caída resultó fatal. Sus heridas, según fuentes diplomáticas, eran tan graves que le han acabado ocasionando la muerte. Los profesores y algunos alumnos de la treintena que forman el segundo curso de bachillerato del Alonso Berruguete se encontraban desde la una de la madrugada en el hotel. Otros decidieron seguir la fiesta bebiendo en la calle, pero en Roma ni se estila el botellón —y menos un lunes por la noche— ni las celebraciones se alargan hasta tan tarde. Tal vez fue eso lo que motivó la queja de los vecinos y la llegada de los Carabinieri.

A las siete de la tarde, los compañeros de J. D. A emprendieron, tal como estaba previsto, el regreso a España vía Madrid. Una profesora se quedó en Roma esperando a los padres y una hermana del compañero accidentado. Las fuentes consultadas por este periódico descartan cualquier responsabilidad de la policía italiana en el accidente.

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