El jefe de la policía era hijo de un agente de los ‘grises’ y militó en el PCE
Hace unos meses encargó a policías de su confianza que averiguaran qué había de cierto en algunas informaciones que afectaban a Ignacio González
Hijo de un agente de la Policía Armada (los viejos grises), Miguel Ángel Fernández-Chico Díaz se afilió al Partido Comunista de España en su juventud y mantuvo esta militancia incluso siendo inspector jefe de la Policía. Falleció el pasado enero, apenas unos días después de haber sido relevado del cargo de director adjunto operativo de la Policía (número dos de la institución). “Fue un policía íntegro y demócrata, que murió con las botas puestas pese a padecer un cáncer desde hacía años”, recalca un amigo.
Natural de Madrid, Fernández-Chico salió de la escuela de Policía en 1972 con la placa de inspector en el bolsillo. Fue destinado a la unidad de Policía Científica, departamento técnico al que iban a parar los agentes sospechosos de ser poco afectos al régimen franquista. Al ascender a comisario en 1991 fue trasladado a Algeciras (Cádiz).
En 1994, la entonces viceministra de Interior, Margarita Robles, le aupó al puesto de comisario general de Seguridad Ciudadana, lo que entrañaba formar parte de la cúpula policial. Se mantuvo en el puesto hasta 1996, cuando el PSOE fue desalojado del poder por el PP.
En 2004 fue nombrado número dos de la Policía por el ministro del Interior socialista José Antonio Alonso, cometido en el que continuó cuando Alfredo Pérez Rubalcaba se puso al frente de ese departamento ministerial.
Demócrata convencido y de talante progresista, fue uno de los impulsores del sindicalismo en el cuerpo, formando parte de la clandestina Unión Sindical de Policía (USP). Cuando esta organización se disolvió y se integró en el SUP, Fernández-Chico dejó la actividad sindical: “Yo estuve en el sindicalismo como forma de traer la democracia a España y a la policía. Ahora que ya hay democracia, no tiene sentido que yo esté en el sindicalismo”, argumentó entonces.
Hace unos meses encargó a policías de su confianza que averiguaran qué había de cierto en algunas informaciones que afectaban a Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Y como estas apuntaban hacia una lujosa vivienda de Marbella (Málaga), Fernández-Chico encomendó las indagaciones al comisario jefe de esa ciudad, Agapito Hermes de Dios.
Hermes, que estuvo destinado en el palacio de La Moncloa durante el mandato de José María Aznar, no era un hombre de confianza de Fernández-Chico. Sin embargo, este decidió asignar las pesquisas al comisario en cuya demarcación está la vivienda en cuestión. “Mira a ver qué hay de esto”, le ordenó. El superjefe de la Policía actuó así deliberadamente para evitar cualquier suspicacia, incluso ocultando la existencia de este expediente preliminar al comisario general de Policía Judicial, Juan Antonio González, que encabezaba la lucha contra los implicados en el caso Gürtel.
El actual Gobierno del PP concedió el pasado enero, a título póstumo, la medalla de plata al mérito policial a Fernández-Chico.
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