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‘IN MEMORIAM’

Mi amiga Pilar

Era una profesional brillante, competente, leal y además punki

Guatemala, 2003. Fiesta en casa de Pilar Fuertes, número dos de la Embajada de España. Allí  reunidos, el cuerpo diplomático y las aburridas fuerzas vivas locales. Pilar se entrega a una de sus grandes pasiones: ejercer de DJ. El volumen ensordecedor de la música interfiere en el debate acalorado de varios invitados con el embajador francés a cuenta de Jacques Chirac. “Disculpa”, le digo. “¿Podrías bajar la música, que casi no podemos hablar?”. “Olvídate. A mis fiestas hay que venir hablado”. Así empezó nuestra amistad. Y así era Pilar. Genial, punzante, divertida e irreverente.

Madrid, 2006. Crisis de las caricaturas de Mahoma. La tibieza europea indigna a Pilar. Libertaria como es, cree que hay que dar la batalla contra los fundamentalismos. Nos pone a buscar productos daneses para contrarrestar el boicot decretado en el mundo musulmán. Solo encontramos galletas. Pilar bautiza al movimiento Cookies for Freedom (Galletas por la Libertad). Luego aparecen los arenques, el carpaccio y la cerveza made in Denmark. Suficiente para otra fiesta en honor del pueblo danés. Con la música a tope, claro. En el ministerio crea una célula clandestina de cookies, que combate a los buñuelos, los colegas que abogan por contemporizar con el integrismo. Los episodios que narra son hilarantes. Que quede claro: Pilar era una profesional brillante, competente, leal e infatigable. Pero además de todo eso, era punki. Con traje sastre blanco y flor en la solapa. Pero punki.

Harare, 2010. Pilar nos deleita con sus crónicas de Zimbabue. Son relatos coloristas de la vida cotidiana, las recepciones de Mugabe o la fauna diplomática. Qué gran reportera habría sido. “Solo imaginar que mis cables salgan a la luz me quita el sueño”, bromeó cuando EL PAÍS publicó las filtraciones de Wikileaks. Seguro que son auténticas joyas.

Y ahora, este vacío atroz. Malditos años bisiestos. Vienen cargados de desgracias, decía mi abuela. Doy fe.

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