Costa no es Camps
Costa basa su defensa en que no ocupaba ningún cargo público y no podía ofrecer contratas a la red
Camps no es Costa en el juicio de los trajes. El que fuera su número dos en PP de Valencia no ha tenido ningún encontronazo con el juez Climent. Los aspavientos de Costa son interiores. Están en su mente.
Los exterioriza por el enfoque e intensidad de la mirada, que a veces dirige a su novia cuando le acompaña en los sillones del público. Si en Camps las profusas pruebas parecen afianzarse a medida que empieza a expirar el juicio, en Costa surgen matices. El testimonio del sastre José Tomás le abrió un destello de esperanza. Admitió Tomás que la secretaria de Costa le telefoneó para pedirle la factura de las prendas que él mismo le midió en Castellón. Costa sostiene que entregó a El Bigotes 1.300 euros para que saldase la compra. Frente a la duda de si se los embolsó o no El Bigotes, los informes periciales y las Fiscales Anticorrupción sostienen que no, que el pago del traje y de seis pantalones salió del dinero turbio de la red Gürtel. Como sucedió con los 12 trajes de Camps. Los peritos de Hacienda volvieron a poner ayer blanco sobre negro la estrategia defensiva de Camps.
Esto es, que el camino del dinero de los trajes fue unidireccional, sin retorno, desde la trama a la tienda de Milano. Y que en algunas facturas se incluyeran conceptos falsos (mantelerías, telas...) en nada empece que los trajes se hicieron, que se los puso Camps y que (supuestamente) los abonó Gürtel. Sobran pruebas documentales no suficientemente refutadas. Aún así, la llamada de la secretaria de Costa (“Pero llamó una vez y nunca más”, advirtió Tomás) da un ligero respiro a Costa. No a Camps, que no tiene ni tiques ni llamadas. Su palabra de que los pagó en efectivo, frente a las pruebas sumariales.
Costa basa su defensa, además, en que él no ocupaba ningún cargo público y, salvo los actos del partido, que son privados, ninguna contrata podría ofrecer a la red de El Bigotes. Piensa que no debería estar en el banquillo, y quizás por eso su mirada está perdida en lo que viene. Y entonces es posible que no haya ningún sastre salvador. Está inmerso en la investigación judicial que tratará de acreditar si detrás del lujo de los actos que montaba el PP de Valencia se escondía dinero de grandes empresas beneficiarias de no menos grandes contratas del Gobierno de Camps. Nadie liga a Camps, de momento, con la supuesta financiación ilegal. Pero cuesta creer que el máximo jefe del PP de Valencia, Camps, en esto no sea Costa.
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