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El jurista que no se veía de portavoz

Ministro de Interior y de Defensa, además de portavoz parlamentario en la pasada legislatura, Alonso solo aspiraba a la cartera de Justicia por su carrera judicial

De lo único que se veía José Antonio Alonso (León, 1960) era de ministro de Justicia. De eso es de lo que sabía desde que, en 1985, ingresó por oposición en la carrera judicial, que ejerció en Cantabria, Pamplona, Gran Canaria y Madrid, antes de convertirse, en 2001, en vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por la asociación minoritaria y progresista Jueces para la Democracia (JpD), de la que fue portavoz.

Pero lo que marcó el futuro de Alonso fue tener como compañero a José Luis Rodríguez Zapatero. De la misma edad, compartieron estudios en León y, aunque sus trayectorias vitales se separaron, nunca se deterioró su amistad, por lo que Zapatero lo incluyó en 2004 en la lista al Congreso por León, pese a no ser afiliado al PSOE.

Tras la victoria electoral esperaba tener que bregar con sus antiguos compañeros de toga, pero el presidente le encargó que se hiciera cargo del Ministerio del Interior, conmocionado aún por los atentados del 11-M. Aquellos primeros meses, en los que temía despertarse cada mañana con un nuevo atentado islamista o una nueva bomba informativa de los promotores de la teoría de la conspiración, fueron de los peores de su vida, según confesaría más tarde. Dos años después, el presidente le pidió que cubriese el hueco dejado en Defensa por José Bono y aplicase una sobredosis de tranquilizantes a las Fuerzas Armadas, sobresaltadas por el ruido de la negociación con ETA y las reformas estatutarias.

Y así, sin hacer nunca lo que le gustaba ni dedicarse a lo que sabía, fue ganando popularidad, como reflejaban las encuestas del CIS, que lo situaron repetidamente como uno de los ministros más valorados. Él quería seguir en el Gobierno, aunque no en Defensa. Pero Zapatero le pidió que fuera portavoz parlamentario. Él tampoco se veía. Pero bastaron dos horas para vencer su resistencia. Carecía de experiencia en el regate parlamentario y no es aficionado a la soflama dialéctica, así que, en palabras de José Blanco, Alonso no se veía como portavoz del Grupo Socialista en el Congreso. Pero tampoco se veía como ministro del Interior en 2004, ni como ministro de Defensa en 2006. Y en ambos casos acabó aceptando. Zapatero jugaba sobre seguro. Alonso no sabe decir que no a un amigo.

Esta legislatura dio un susto a los parlamentarios cuando sufrió una cefalea aguda que fue confundida con un ictus. Se incorporó a los 10 días a su puesto.

Y cuando aspiraba a mantenerse como diputado raso por León, donde ha repetido candidatura como número uno, los resultados electorales le han llevado a seguir de portavoz parlamentario. Hasta que se decida el futuro del partido en el congreso de febrero, Alonso continuará al frente del Grupo Socialista. Con una excepción. Será Alfredo Pérez Rubalcaba el que de la réplica a Rajoy en la sesión de investidura.

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