Las teles
La alegría ha vuelto a Telemadrid. Concretamente, a los informativos. Aunque los índices económicos sigan siendo nefastos, se trazan comparaciones entre cómo estaba la prima antes de las elecciones y lo que ha mejorado dicha prima después de ganar el PP, y se concluye que la cosa ha mejorado considerablemente antes incluso de que Rajoy abra la boca para decir, de una vez, quién va a ser nuestro ministro de Economía. El tono apocalíptico y el gesto grave que teñían los editoriales nocturnos y que mandaban al espectador a la cama con la seguridad de que al día siguiente España se habría hundido ha cedido el paso a un mensaje esperanzador. Este tipo de vaivenes en los estados de ánimo de la tele castiza es lo que para María Dolores de Cospedal representaría la objetividad, según se puede deducir de aquel célebre reproche que le hizo en directo a la presentadora Ana Pastor sobre la falta de ecuanimidad de TVE durante el periodo de Zapatero.
Realmente, no sé cuánto mérito del buen hacer periodístico en nuestra tele pública en los últimos años corresponde al Gobierno saliente o a los periodistas que se empeñaron en una información menos prisionera del mando político. De cualquier manera, ha funcionado. Hay una cantidad considerable de profesionales de RTVE satisfechos de lo que emiten, de la misma forma que hay una cantidad nada despreciable de trabajadores de Telemadrid que llevan mucho tiempo en guerra con una información indisimuladamente escorada a la derecha.
Tal vez peco de ingenua si pienso que cabe la posibilidad de que por una vez no se toque algo que funciona, que prevalezca la sensatez o esa templanza que dicen los analistas que caracteriza el carácter de Rajoy, que no es desde luego el rasgo más significativo de Esperanza Aguirre ni de la tele que ha tenido en ella su gran inspiradora. Crucemos los dedos.
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