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Vía de agua en el buque insignia

Perder un escaño por provincia en Andalucía “está dentro de la lógica” para el PSOE. Por primera vez desde 1996, generales y andaluzas no coinciden

Lourdes Lucio
Guerra, en la presentación de las candidaturas al 20-N
Guerra, en la presentación de las candidaturas al 20-NALEJANDRO RUESGA

En Andalucía se había convertido en una costumbre hacer coincidir elecciones generales y autonómicas. Así ha sido en las últimas cuatro convocatorias electorales (1996, 2000, 2004 y 2008) y siempre con buen resultado para los socialistas, frente al PP, tanto en número de votos como en escaños.

Toda esta historia de éxito está ahora puesta en cuestión y no hay nadie en el PSOE que crea que se pueda repetir el resultado logrado hace cuatro años, cuando consiguió 36 de los 61 escaños al Congreso en juego y 24 de los 32 senadores. Perder un escaño en cada una de las ocho provincias “está dentro de la lógica”, asegura un dirigente.

La dirección del PSOE andaluz no quiere decir cuáles son sus objetivos. Ni siquiera se atreve a pronosticar algo que siempre se ha dado por hecho en Andalucía y en el resto de España como es el que será el partido más votado. Eso sí, afirman que “salen a ganar”. Solo Alfonso Guerra, cabeza de lista por Sevilla, ha vaticinado que ganará “con claridad” al PP en esta provincia.

Y es que el buque insignia del PSOE, su feudo más fiel, tiene importantes vías de aguas como se comprobó en las pasadas elecciones municipales, en las que por primera vez la derecha le superó en votos en el conjunto de la comunidad. Con ser este un dato relevante, no lo es menos que el PP obtuvo en Andalucía el 67% de los 557.956 votos en los que incrementó su cuenta electoral en las municipales.

Hoy por hoy, ese resultado —el PP ganó por 7,2 puntos de ventaja— se ve hasta bueno, pero pensando no tanto en las elecciones generales del 20-N sino en las autonómicas de marzo de 2012. De repetirse, significaría que Javier Arenas, en su cuarto intento por acceder a la presidencia de la Junta, ganaría pero sin mayoría absoluta.

El presidente andaluz y secretario general de los socialistas andaluces, José Antonio Griñán, ha tomado una decisión arriesgada al optar por agotar la legislatura y separar lo más posible su suerte de la que corra Alfredo Pérez Rubalcaba. Dos fechas son las que baraja para las andaluzas, el 18 o el 25 de marzo, y será cuando se recuenten los votos cuando se vea si acertó o erró en su apuesta. Cree que el tiempo juega a su favor porque considera que la política de recortes que empieza a verse en las comunidades del PP le da margen para poner en marcha una estrategia de contraste con la derecha.

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De hecho, el proyecto de ley de Presupuestos de la Junta de Andalucía, en el que ha preferido sacrificar la inversión para subir los gastos en educación, dependencia y mantener los de sanidad, le da cobertura para resaltar “que hay otra manera de ahorrar sin recortar derechos”. Un mensaje que Rubalcaba ha incorporado a su discurso.

Los socialistas andaluces están acudiendo a las puertas de los colegios y a los centros de salud para explicar a los votantes que la cobertura social con la que cuentan puede “acabar en la PPapelera”, como afirman en sus folletos. Y van a centrar su campaña en las llamadas ciudades medias o agrociudades —entre 20.000 y 50.000 habitantes— donde el PP experimentó una fuerte subida en las municipales.

Para algunos sociólogos estos esfuerzos van a servir de bien poco porque estiman que la pulsión de cambio en Andalucía, donde hay un millón de parados, es muy profunda, tras 30 años de gobiernos socialistas.

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