Euskadi se enfrenta al reto de asentar la convivencia
Las víctimas rechazan de entrada una convivencia fácil e inmediata con los asesinos
Cinco décadas de terror, más de 800 asesinatos, casi del 70% de ellos cometidos en Euskadi y Navarra, miles de heridos y de víctimas... Y, del otro lado, los victimarios: terroristas muertos en enfrentamientos con las Fuerzas de Seguridad, centenares de presos y sus familiares. Y un sector social, la izquierda abertzale, apoyado en las últimas elecciones por más de 313.000 personas que sigue defendiendo la existencia de un “conflicto político” entre España y Francia y Euskal Herria que debe solucionarse con la independencia de esta.
Sobre esas cifras, sobre ese escenario, el final de la violencia abre ahora en Euskadi el debate de cómo asentar la convivencia en una comunidad de apenas 2,2 millones de habitantes, en la que decir que todo el mundo se conoce es un tópico en las grandes ciudades, pero una realidad cotidiana en decenas de localidades pequeñas y medianas.
Los propios términos juegan aquí un papel fundamental. Por eso las víctimas rechazan por completo el uso de la palabra “reconciliación” para definir el tiempo que se abre. “¿Por qué me tengo que reconciliar con quien me ha puesto una diana?”, asegura un profesional que tuvo que llevar escolta muchos años. “Como aquí no ha habido ningún conflicto no me tengo que reconciliar con nadie. Desde luego, lo que nunca voy a hacer es reconciliarme con los asesinos de mi hermano”, enfatiza Mari Mar Blanco, parlamentaria vasca del PP y hermana de Miguel Ángel Blanco, una de las víctimas cuyo secuestro y asesinato en 1997más impacto emocional tuvo en la sociedad.
“Me parece un paso muy arriesgado y poco consistente plantearnos un posible escenario de reconciliación porque el recorrido previo no se ha realizado. Una cosa son las buenas intenciones, pero hay que ser realista y faltan muchas cosas por lograr”, opina de su lado otra víctima de ETA, Cristina Cuesta.
El día siguiente a ETA caminará socialmente de la mano de cuál sea el relato que se haga y quede de este medio siglo de terror
“Hay que construir la convivencia” es la idea y la expresión que se formula desde el Gobierno vasco. ¿Resulta posible? “Si esta sociedad algo ha hecho durante mucho tiempo es convivir de alguna manera”, incide el senador socialista Imanol Zubero, profesor de Sociología en la UPV y uno de los fundadores de la organización pacifista Gesto por la Paz. “Hemos convivido cuando ETA mataba a 80 personas al año y no ha habido una ruptura radical de la vida social”, agrega.
El día siguiente a ETA caminará socialmente de la mano de cuál sea el relato que se haga y quede de este medio siglo de terror. “¿Quién escribirá la historia? ¿Dejaremos que sean quienes mataron a Jorge los que la escriban?”, se preguntaba en voz alta el pasado 22 de febrero Begoña Elorza, la madre del ertzaina que escoltaba al exvicelehendakari socialista Fernando Buesa y cayó a su lado asesinado por la banda en tal día como aquel de 2000. Tras 11 años de dolor, era la primera vez que accedía a hablar en el acto de homenaje que el PSE dedica a ambos cada 22 de febrero.
Momentos después el propio lehendakari, Patxi López, le respondía: “No solo la historia, sino este país, lo construiremos sobre la memoria de las víctimas y la verdad de lo sucedido”.
Esa importancia de la construcción del relato, en la que insisten una y otra vez no sólo las víctimas, sino socialistas, populares y muchos nacionalistas, es lo que ha llevado al Gobierno vasco a organizar un plan por el que los propios afectados por el terrorismo están contando sus experiencias —de forma presencial o a través de testimonios en vídeo— a alumnos de Primaria y Secundaria en todos los colegios de Euskadi.
El Gobierno vasco quiere poner en marcha un Instituto de la Memoria y la Tolerancia
“Es fundamental que tengamos claro todos que no podemos pasar página desde el olvido, no podemos repetir el modelo de la Transición después de la dictadura, que se basó en el olvido y en la desmemoria”, destaca Txema Urkijo, asesor de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco. “Tenemos justamente tenemos que defender lo contrario y que la convivencia se base en una memoria de lo sucedido que deje claro, a través de un relato compartido sobre bases éticas, que algunas de las cosas que han pasado en los últimos 50 años nunca tuvieron justificación”, añade.
El Gobierno vasco quiere poner en marcha un Instituto de la Memoria y la Tolerancia, con la intención de coordinar los distintos centros y acciones para recordar a las victimas y fomentar el relato de lo ocurrido. Además trabaja en un mapa de la memoria, que deje constancia de los lugares donde se han cometido crímenes. “Seguimos invitando a Ayuntamientos concretos donde se han producido atentados con victimas para que promuevan esos tipos espacios de la memoria y continúen complementando el mapa”, dice Urkijo.
“Tenemos que insistir en cómo ha sido la historia y no nos pueden intentar convencer de que Polonia invadió Alemania, punto. Y es una obligación sobre todo de cara a las víctimas”, enfatiza Zubero. “Debemos conseguir que sean ellas las que nos trasmitan su propia experiencia y que nadie se apropie de su memoria”, añade.
“Todavía hoy triunfa una narrativa legitimadora del terrorismo, indudablemente, en el ámbito vasco. Y la narrativa de las víctimas del terrorismo que reclamamos justicia, memoria y dignidad no se ha asentado en el País Vasco”, opina Cuesta.
El también profesor de Sociología de la UPV Xabier Aierdi sostiene: “En el corto plazo estaremos más en una situación de coexistencia, lo cual ya me parece que es un avance. Respecto a la convivencia entendida de una forma más sustantiva me imagino que tardaremos unos años y en esos años junto a valores democráticos, de una ética civil compartida”. A su entender, la reconciliación entre víctimas y victimarios requerirá un tiempo. “Me imagino que habrá debate la lucha de los relatos de los vencedores y los vencidos”.
Esa es otra de las claves. La histórica dirigente abertzale Jone Goirizelaia defendía esta mañana en la SER, horas antes de que la banda hiciese público su comunicado, “una paz sin vencedores ni vencidos”, reclamación repetida en los últimos tiempos por los independentistas y que las víctimas y los partidos mayoritarios rechazan del plano.
Después del conflicto violento va a emerger el político, que siempre ha estado ahí. “Hay que deslindar ambos”, dice Aierdi. Ese conflicto político también será clave en la dimensión que adquiera la construcción de la convivencia.
El histórico dirigente de Batasuna Tasio Erkizia asevera: “El debate de la convivencia tiene que tener un fundamento y es el reconocimiento por todas las partes de que existe un problema político. Y, segundo, que hay voluntad política para solucionarlo y cuáles son las bases para una convivencia duradera”.
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