Peregrinos
Bienaventurados los peregrinos porque ellos viajarán gratis en los transportes públicos
Bienaventurados los peregrinos porque ellos viajarán gratis en los transportes públicos. El Consorcio de Transportes de Madrid ha rebajado un 80% sus abonos a los fieles que hayan pagado los derechos de inscripción en las JMJ (Jesús María y José), pero los paganos madrileños seguirán pagando un 50% más de lo que pagaban hasta hace unos días por los billetes sencillos, que estos son tiempos de mortificación y penitencia. Los peregrinos de tercera que vienen de países con pocos recursos pagarán 30 euros por la inscripción de fin de semana, sin derecho a comida ni alojamiento. Los peregrinos de primera abonarán 210 euros por una semana a pensión completa.
Su reino no es de este mundo, pero sobre los confesionarios portátiles con forma de vela desplegada, o de nazareno de perfil, figura una mundana corona bajo el signo de la cruz. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, aunque el César de nuestro estado aconfesional pero confeso colabore con los gastos del vicario de Cristo en la Tierra, también lo hacen las empresas punteras del Ibex tan necesitadas de indulgencias en estos días aciagos. Los 200 confesionarios de diseño se despliegan por el parque del Retiro como veleros varados en las riberas del estanque, no sé si habrán colocado alguno en las inmediaciones de la estatua del Ángel caído cuya maléfica influencia quiso compensar el piadoso alcalde Álvarez del Manzano con un monumento a la Virgen, desangelado monolito que no llegó a erigirse por razones de estética. Tras el monigote de La Violetera que el edil colocó en la emblemática encrucijada de Gran Vía y Alcalá, los madrileños desconfiaban razonablemente de los gustos estatuarios del edil.
Para impedir el acceso de los indignados a Sol se cerró el acceso al metro; para no turbar la magna ceremonia pontificia, las estaciones de Banco, Colón y Recoletos sufrirán cierres parciales y una veintena de líneas de autobuses cambiarán sus itinerarios, entre ellas la que conecta con el aeropuerto de Barajas: subir al cielo estos días se ha puesto más difícil, aunque en la red de confesionarios se facilite el acceso al Paraíso. Desde principios de mes desaparecieron las marquesinas de los autobuses de Cibeles y los usuarios, cristianos y paganos, se derriten bajo el sol; los cristianos lo llevan con más resignación.
Al Papa le han hecho la ola en Cibeles, una estructura con forma de ola ocupa desde hace días un lateral de la plaza. Leí en alguna parte que la ondulada tribuna intenta evocar el hipotético y místico escenario del Sermón de la montaña donde Cristo predicó sus bienaventuranzas. Protegido por un gran paraguas que rociará agua micronizada, Benedicto XVI bendecirá con cuentagotas a los ardientes peregrinos. Deberían haber habilitado tendidos de sombra para los peregrinos de primera; sol y sombra para los de segunda y de pleno sol para los de tercera, los peregrinos del Congo, Cuba y Ecuador, por ejemplo, están más habituados al calor. Ateos, librepensadores, e indignados querían reunirse en Neptuno como los del Atleti, la Cibeles es territorio blanco como el Papa y el Real Madrid. Entre las 140 plataformas convocantes de la marcha laica figuran organizaciones católicas que critican los fastos y los gastos de la tournée pontificia, pero su llanto y su crujir de dientes han sido relegados para que no perturben sermones, homilías y bendiciones con sus clamores, o como dijo Esperanza Aguirre para que esa “maravillosa avalancha de público” que viene a Madrid tenga la seguridad y los servicios garantizados, sobre todo los transportes públicos, aunque sindicalistas librepensadores del Metro hayan convocado paros para días tan señalados. Los descreídos se niegan a peregrinar por Lavapiés, barrio de conversos para no perderse en las sombras, prefieren Sol.
La Comunidad de Madrid cifra en 100 millones de euros los beneficios de la visita papal, lo aseguró el caballero Percival Manglano, consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad, que no explicó muy bien ni el cómo, ni el porqué, ni el de dónde, saldrá esa cifra redonda y milagrosa. Fe es creer sin obras, pero los ciudadanos ateos y librepensadores y los hombres y mujeres de poca fe necesitamos más explicaciones, hace tiempo que nos extraviamos en la búsqueda del Santo Grial y no nos gusta comulgar con ruedas de molino.
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