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Los díscolos extremeños de Lara

Así son los diputados que, con su abstención, permitirán el Gobierno del PP en Extremadura

Joaquín Gil
El secretario general del PP de Extremadura, Fernando Manzano (i), junto a los diputados de IU Víctor Casco (2i) y Pedro Escobar, y la portavoz popular, Cristina Teniente.
El secretario general del PP de Extremadura, Fernando Manzano (i), junto a los diputados de IU Víctor Casco (2i) y Pedro Escobar, y la portavoz popular, Cristina Teniente.EFE

Los diputados de IU Pedro Escobar, Víctor Casco y Alejandro Nogales permitirán con su abstención que el popular José Antonio Monago presida la Junta de Extremadura durante los próximos cuatro años. Los tres han “evolucionado” desde la ortodoxia hasta posiciones muy críticas con el PSOE y que facilitarán, por primera vez, un gobierno del PP en la región. Esta es su historia.

Pedro Escobar: El guardián de las esencias

El coordinador general de IU en Extremadura, Pedro Escobar, sintió desde adolescente la llamada comunista. Con 20 años se afilió al PCE, que por entonces permanecía ilegalizado a la espera de aglutinar a la oposición del Franquismo en la Junta Democrática, que el histórico Santiago Carrillo presentó en París en 1974.

Entre asambleas y lecturas de El Capital, Escobar (Acedera, Badajoz, 1950) se hizo maestro. El asesinato de Carrero Blanco, que convulsionó al país y esbozó el cambio, le pilló dando clases en un centro de personas adultas de Badajoz llamado Abril, como el mes que los militares portugueses se levantaron contra el salazarismo en 1974. Después llegó el exilio exterior como profesor de español durante diez años en Italia, Francia y Portugal.

De regreso a Extremadura, se volcó en la política hasta alcanzar la primera línea. Fue concejal en el Ayuntamiento de Badajoz durante dos legislaturas (1987-1995) y en, su segundo periodo, ocupó un escaño de la Diputación pacense, que le confirió la proyección mediática que necesitaba para ganar peso en la coalición. En 2007, este comunista de trato afable y rostro penetrante, tomó las riendas de IU.

Víctor Casco: El marxista de Gruocho

En el despacho que Víctor Casco (Cáceres, 1978) colgaron durante años dos textos: Un pasaje de Lewis Carroll de Alicia en el País de las Maravillas y el poema de Blas de Otero Digo vivir -“vivir se ha puesto al rojo vivo”. El rojo y la utopía sentenciaron la carrera política de este hombre de físico contundente, que en la niñez acarició la idea de ingresar en el seminario y en la adolescencia se hizo ateo tras leer el Génesis. “Soy ateo gracias a dios, y republicano. ¿Qué es eso de que unos bribones me quieran heredar como súbdito?”, asegura en su blog.

Se afilió a Izquierda Unida con 18 años y uno más tarde ya era secretario de Organización de la rama juvenil. Fue portavoz municipal en Cáceres antes de convertirse en coordinador general. “Cuatro años después presentaba mi dimisión irrevocable. Una subida vertiginosa y una caída a la velocidad de la luz”.

Licenciado en Historia, Casco trabaja en la Isla, que no es un accidente geográfico, sino una biblioteca en el corazón de Cáceres situada en un palacio del siglo XVI. Allí, arropado por Otero, Doyle, y Verne, que son sus autores de cabecera, pasa los días. Se define como libertino, comunista y marxista “de Groucho”. “He perdido (lo digo ya) muchas de mis verdades absolutas”, confiesa.

Junto a las letras, sus "pasiones" pasan por la ciencia y las matemáticas, que cultiva para alcanzar el fin de mes. Frecuenta colectivos de “mal vivir”, como el Ateneo de Cáceres. Entre tertulias y discusiones sobre el futuro del periodismo, la historia, o el sentido del pensamiento libertario en el siglo XXI, preconiza que otro mundo es posible. Su moral, dice, se reduce al pensamiento del pensador francés Nicolas Chamfort: “Goza y haz gozar sin causar daño a nadie”.

Alejandro Nogales: Sindicalista de muñeca dura

“Tiene la muñeca dura, muy dura”, dice sobre la capacidad de negociación del diputado Alejandro Nogales un amigo de la adolescencia. La frase sirve para ilustrar la vehemencia con la que el dirigente, número tres de IU en Extremadura, defiende sus posturas: “Ni por activa ni por pasiva daré mi apoyo a Vara”, llegó a decir cuando todos los focos periodísticos le apuntaban.

De 62 años y padre de tres hijos, Nogales se afilió al PCE en 1969 para después recalar en CCOO, donde llegó a ser secretario regional. Presenció la Transición desde la trinchera y, en los claroscuros de la dictadura, sufrió la represión al ser despedido de una oficina del INEM de Galicia por abrazar el comunismo en las reuniones clandestinas del PC.

Su fama de afable y buen conversador le abrió la puerta de la política municipal de Zafra (16.000 habitantes), donde fue concejal entre 1983 y 1991. Después, saltó al tablero autonómico. Ocupó un escaño en la Asamblea de Extremadura durante tres legislaturas (1983-1991).

Lector empedernido de novela, mantiene buena relación con intelectuales como el escritor Rafael Chirbes. Los suyos destacan su capacidad analítica, como recuerda su amigo Juan Fernández, propietario de La tertulia de Zafra, que Nogales frecuenta para arreglar el mundo, debatir el fututo de la izquierda o, simplemente, saludar a sus compañeros de partido. Sus decisiones, según un concejal del Ayuntamiento de Zafra que pide el anonimato, están marcadas por un principio: El odio visceral al PSOE.



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Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

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