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El PSC conserva Tarragona

El socialista Josep Félix Ballesteros revalida el cargo tras la ruptura de negociaciones entre CiU y PP. Todos los candidatos se votaron a sí mismos menos Iniciativa, que se abstuvo

El socialista Josep Fèlix Ballesteros ha sido investido hoy alcalde de Tarragona. Revalida su cargo y será su segundo mandato, pero gobernará en minoría. El PSC tiene 12 regidores, se quedó a 2 de la mayoría absoluta, Iniciativa per catalunya (ICV-EUiA) entra en el consistorio con un edil, y tanto el Partido Popular (PP) como Convergència i Unió (CIU) alcanzaron 7 concejales.

Todos los partidos han votado a su candidato, menos ICV, que se ha abstenido. “Somos conscientes del resultado, mi mandato se basará en el consenso, la unidad y la austeridad: los grandes temas deben estar por encima de los partidos. Sé que serán tiempos difíciles, por la aritmética electoral y por la crisis, pero no pensamos en las próximas elecciones sino en las próximas generaciones”, ha afirmado Ballesteros tras ser investido alcalde. “Queremos un alcalde que tome partido contra los recortes”, ha explicado Arga Sentís, de ICV, que hoy se estrena como regidora.

La banda sonora de la toma de posesión ha sido el ruido de cacerolas, tambores y silbidos. Los indignados que están acampados frente al Ayuntamiento habían programado una concentración y han llegado a reunir 40 personas. Las protestas no han cesado durante todo el acto. Incluso algunos de ellos han accedido al interior del consistorio y con la boca sellada con cinta aislante batían palmas para boicotear el acto.

El líder del Partido Popular, Alejandro Fernández, ha recalcado en su discurso que no pondrá palos a las ruedas y garantiza oposición constructiva. “Hemos tenido un mandato cruel, casi bolivariano, pero pese a los resultados nos comprometemos a no poner trabas. No pesará la espada de Damocles de una moción de censura durante todo el mandato. Ballesteros puede estar tranquilo”, sostiene Fernández. La número uno de CIU, Victòria Forns, se ha referido a los resultados ajustados de las tres formaciones. “No hay mayorias absolutas y tendremos que buscar consenso. Nos enfrentamos a un cambio histórico porque el ayuntamiento es variado y plural. Haremos oposición constructiva pero no dejaremos la ciudad a la deriva”, ha explicado durante su discurso Forns. Ni ha mencionado ni ha descartado presentar una moción de censura para desalojar a Ballesteros tras las elecciones generales. Ayer Fernández desveló que la cúpula de CIU trasladó esta propuesta a la dirección del PP catalán pero que los populares la desestimaron por la inestabilidad política que produciría.

Con la toma de posesión amaina la tormenta política que ha sacudido Tarragona esta última semana. Los vaivenes empezaron el lunes con el anuncio del secretario de Convergència, Oriol Pujol, de respetar la lista más votada en cada municipio, aunque dejaba la puerta abierta “a excepciones”. La orden ahogó un pacto entre PP y CIU que ambas formaciones ya tenían muy avanzado. Incluso habían acordado repartirse la alcaldía a dos años. Forns se rebeló y aposto por una alianza con los populares. Tanto es así, que Pujol tuvo que acudir el martes a Tarragona para intentar convencer a los militantes de CIU de dejar gobernar a Ballesteros. La asamblea informativa fue tensa y la inmensa mayoría de los militantes nacionalistas apostaron por un acuerdo con el PP. Pujol manifestó a la salida que la decisión se tomaría desde Tarragona, pero la cúpula convergente cambió después las exigencias del acuerdo para quebrar el pacto: Llegaron a ofrecer solo un año de alcaldía a Fernández, pese a que los dos partidos empataron en regidores y el PP solo se quedó a tres votos de CIU. El número uno de los populares se negó a ello, y la dirección nacional de CIU consiguíó su propósito de dejar gobernar a la lista más votada.

El anuncio del PP sobre la voluntad de CIU de urdir una moción de censura arroja más lecha al fuego. El plan no es nuevo: El 18 de agosto de 1989 Joan Miquel Nadal (CIU) se alzó con la alcaldía de Tarragona tras prosperar una moción de censura contra el entonces alcalde socialista, Josep Maria Recasens. El PSC había gobernado en la ciudad de manera interrumpida durante 10 años, y el desalojo del poder se hizo en complicidad con el Partido Popular y CDS. Los tres partidos sumaron 15 votos. Según develó Fernández, los anhelos iniciales de CIU eran repetir ese mismo escenario idílico. Las matemáticas juegan a favor de la oposición. A pesar de que el PP descarta el plan, lo cierto es que se abre un periodo inestable en el Ayuntamiento de Tarragona. Consciente de ello, Ballesteros tiende la mano a CIU y deja abierto un posible pacto con los nacionalistas a partir de ahora tras la investidura. “Todas las opciones continúan abiertas y hablaremos mucho de aquí en adelante”, sentencia Ballesteros.

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