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La acampada de Sol sobrevive a las urnas

Los indignados del 15-M se convertirán en movimiento político, aunque no en partido

Miguel González
Los 'indignados' en la tarde de la jornada electoral en la Puerta del Sol.
Los 'indignados' en la tarde de la jornada electoral en la Puerta del Sol.PEDRO ARMESTRE

A la misma hora en que se cerraban las urnas, miles de personas reunidas en asamblea en la madrileña Puerta del Sol aprobaban una propuesta para que la entrega de la vivienda a la entidad financiera sirva para saldar la hipoteca, eliminando cualquier deuda pendiente; y debatían la posibilidad de expropiar miles de casas vacías en manos de los bancos para entregarlas a familias sin hogar. No hubo ningún anuncio por megafonía del resultado de los sondeos a la salida de los colegios y eran pocos los que, con transistores o teléfonos móviles, se interesaban por los datos de los primeros recuentos.

La aparente indiferencia hacia el resultado de los comicios más trascendentes celebrados en España desde hace tres años no debe confundirse con apatía. Al contrario, nunca se habían visto en este país debates políticos tan multitudinarios como los que desde hace una semana se celebran a pleno sol en la plaza más emblemática de la capital.

Aunque el Movimiento 15-M tiene rasgos libertarios —el carácter asambleario, el rechazo a liderazgos y jerarquías— y de que en una de las pancartas más celebradas podía leerse “si votar fuera útil, estaría prohibido”, los promotores de las protestas no llamaron en ningún momento a la abstención. El gabinete legal que asesora a los manifestantes repartió en los últimos días de campaña un folleto explicativo sobre las distintas opciones —voto a partidos mayoritarios, a minoritarios, voto nulo, en blanco y abstención—, sin inclinarse por ninguna. La abstención se ha reducido respecto a 2007, pero ha crecido en casi un 50% el voto nulo y en más de un tercio el voto en blanco.

Lo que todos tienen en común es su rechazo al bipartidismo representado por el PP y el PSOE.

Muchos de los acampados han interrumpido la protesta por unas horas para ejercer su derecho al sufragio. Es el caso de Raquel, de 24 años, dependienta en un comercio, que apoyó a IU; o de Pilar, psicóloga, que votó nulo porque no se siente representada por ningún partido. Daniel, de 22 años, electricista en paro, se abstuvo, pero solo porque se quedó al cuidado de las mochilas de sus compañeros mientras ellos emitían su voto.

Lo que todos tienen en común es su rechazo al bipartidismo representado por el PP y el PSOE. Pero ni siquiera el avance de los primeros les desanima. “No es un fracaso que gane el PP. Sí lo sería que la gente tirase la toalla y dejara de luchar”, sostiene Ráúl, con 28 años.

Al mediodía, cuando los colegios electorales solo llevaban cuatro horas abiertos, los indignados del 15-M decidieron prolongar su movilización más allá de la cita electoral. Según el acuerdo adoptado por la asamblea, el campamento levantado en el centro de la capital de España seguirá en pie al menos una semana, hasta el próximo domingo. Previamente, el sábado 28, se celebrarán asambleas en numerosos barrios de Madrid.

Falta por ver si la tolerancia policial de las últimas jornadas se mantendrá una vez concluido el proceso electoral.

No hubo ni una sola voz a favor de recoger las tiendas y volver a casa, a pesar de que al inicio de la movilización, hace ahora ocho días, se dijo que esta se prolongaría hasta el 22-M. Las únicas propuestas alternativas pedían seguir en Sol “hasta que estemos estructurados como movimiento o hasta que se consigan los objetivos”. Esto último resulta poco realista, pues el movimiento está improvisando sus objetivos sobre la marcha y muchos de ellos —como la reforma de la Ley Electoral, la eliminación de la Ley de Extranjería o de la Ley Sinde— requieren laboriosos procesos legislativos.

Más factible parece mantener la acampada hasta que el movimiento tenga vida propia y pueda sobrevivir sin apoyarse en un símbolo que le garantiza un foco permanente de atención. Pese a su origen en las redes sociales, los impulsores del 15-M reconocen que nada puede sustituir la presencia física de las tiendas de campaña en Sol, arropadas por decenas de miles de simpatizantes y curiosos.

Falta por ver si la tolerancia policial de las últimas jornadas se mantendrá una vez concluido el proceso electoral. En previsión de que no fuera así, ya se ha preparado un protocolo de actuación en caso de desalojo.

El Movimiento 15-M ha renunciado a convertirse en un partido político. Pero eso no significa que no quiera ser una influyente organización política. “Los partidos no son la única forma de participar en política”, afirma uno de sus portavoces. “Esta vez no nos han escuchado, ni siquiera en nuestra petición de que sacaran a los corruptos de las candidaturas. Ya veremos lo que sucede la próxima vez”.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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