Se necesitan estadísticas ‘queer’
La agencia de estadísticas de Brasil se niega a incluir preguntas sobre orientación sexual e identidad de género en su censo, perpetuando la exclusión en las cifras oficiales. No es casualidad: en todo el mundo, la falta de datos nacionales dificulta la lucha de los miembros de la comunidad LGBTQ+ por sus derechos
“¿Cuál es su orientación sexual?”. En Brasil, donde las estadísticas oficiales siempre han ignorado y excluido a las personas queer, esta pregunta tiene un significado especial para la comunidad LGBTQ+.
Hace poco, el país dio un pequeño paso en dirección a un cambio positivo cuando el IBGE (la oficina nacional de estadísticas) publicó su última encuesta nacional de salud que, por primera vez, incluyó preguntas sobre la orientación sexual. Según el sondeo, con datos reunidos en 2019, unos 2,9 millones de brasileños se identifican como homosexuales o bisexuales. El cuestionario, por otra parte, solo incluía cuatro alternativas: heterosexual, homosexual, bisexual o no sabe, con omisión de identidades transgénero y no binarias.
Pero a pesar de este cambio alentador, el IBGE todavía se niega a incluir en el censo nacional brasileño preguntas sobre orientación sexual e identidad de género. En junio, un tribunal federal rechazó un intento del ministerio público federal de obligar al organismo a incluir esas preguntas.
Muchas economías importantes ya las incluyen. En el censo 2021 de Canadá se preguntó a los encuestados su identidad de género y el sexo asignado al nacer. El último padrón del Reino Unido incluyó una pregunta voluntaria sobre orientación sexual. Otro reciente en Australia daba la opción de identificarse con el género masculino, femenino o no binario. Y la Oficina del Censo de los Estados Unidos está en proceso de investigación respecto de qué preguntas hacer y cómo hacerlas.
En muchos países en desarrollo, ignorar o excluir a la comunidad LGBTQ+ sigue siendo la norma. Según la doctora y activista por los derechos humanos keniana Stellah Wairimu Bosire, los censos son una herramienta crucial para la planificación pública, y la exclusión de la comunidad queer implica que las políticas de empleo, salud y protección de las personas sin techo no tengan en cuenta las necesidades específicas del colectivo LGBTQ+. Un informe de la Fundación Arcus sobre violencia contra personas LGBTQ+ en cinco países africanos, publicado en 2019, señala que la disponibilidad de datos precisos también puede ayudar a las ONG dedicadas a esta comunidad a orientar mejor las intervenciones, evaluar su efectividad y mejorar los esfuerzos de promoción.
En Brasil, una organización para los derechos transgénero, ANTRA, documentó las cifras, los nombres y las historias de las 140 personas asesinadas en 2021 por su orientación de género
Ante la falta de estadísticas oficiales, algunas organizaciones civiles han creado bases de datos propias. Brasil, por ejemplo, es el país con más crímenes registrados de personas LGBTQ+. Lo sabemos porque una organización para los derechos transgénero, ANTRA, documentó las cifras, los nombres y las historias de las 140 personas asesinadas en el país en 2021 por su orientación de género. Organizaciones similares en otras partes del mundo, como Letra Ese en México, Helem en el Líbano y TGEU en Europa, vienen haciendo un trabajo similar.
Casi todos los días, algún investigador queer me pide completar encuestas, participar en entrevistas o llenar formularios. Estas investigaciones arrojan luz sobre nuestras experiencias compartidas, pero lo que llega a las audiencias nacionales es muy poco, y casi nada procede de los gobiernos. La falta de datos oficiales nos vuelve invisibles a mí y a mi comunidad. Hace que sea extremadamente difícil promover nuestros intereses y proteger nuestros derechos, y al hacerlo nos niega derechos civiles fundamentales.
No es casualidad ni descuido. En su libro Queer Data, Kevin Guyan observa que las decisiones respecto de qué preguntar en las encuestas oficiales son reflejo de las ideas de quienes las hacen. Si los estadísticos y los políticos no ven la fobia a la comunidad LGBTQ+ como un problema, o si desean suprimir las demandas de nuestra comunidad, ¿por qué habrían de incluir en el censo preguntas relacionadas? Así, las personas transgénero permanecen invisibles y se da vía libre a la violencia homofóbica, la exclusión y la pobreza.
Incluso cuando las encuestas oficiales traen preguntas sobre identidad de género y experiencias vitales, es probable que las cifras obtenidas no reflejen la realidad. La principal razón es la falta de confianza. Mucha gente dentro de la comunidad LGBTQ+ no se siente segura dando detalles de su vida privada a organismos oficiales. Al fin y al cabo, la lamentable falta de protección de las vidas de personas transgénero en Brasil habla por sí sola, y en diversos estudios es común hallar que las minorías sexuales y de género experimentan niveles de violencia muy mayores a la media.
Mucha gente dentro de la comunidad LGBTQ+ no se siente segura dando detalles de su vida privada a organismos oficiales
Además, esa violencia suele estar al servicio del fascismo. Las autoridades de la Alemania nazi componían listas rosas de personas acusadas de homosexualidad, que entonces era un delito. A muchas se las envió a campos de concentración. En Alemania occidental, las leyes contra la homosexualidad no se derogaron formalmente hasta 1994, y se las empleó contra unas 100.000 personas. Y ahora mismo se dice que las tropas rusas en Ucrania están haciendo circular una lista de activistas LGBTQ+.
Más allá de lo que responda la gente a una pregunta sobre orientación sexual e identidad de género, el mero hecho de hacerla obra como una reafirmación. Visibiliza a las personas, normaliza la diversidad de género y nos acerca a la plena posesión de los derechos civiles.
El IBGE atribuyó su negativa a incluir preguntas de temática LGBTQ+ en el censo de 2022 a los recortes presupuestarios, con el argumento de que incluirlas iba a causar demoras
En Brasil, el IBGE atribuyó su negativa a incluir preguntas de temática LGBTQ+ en el censo de 2022 a los recortes presupuestarios, con el argumento, básicamente burocrático, de que incluirlas iba a causar demoras. El tribunal aceptó esa justificación, pasando por alto las luchas, dificultades y experiencias de la comunidad queer en nombre del pragmatismo.
Brasil es solo uno de los frentes de la batalla global por la inclusión. Hace poco, el Banco Mundial publicó un análisis comparativo de leyes que afectan a las comunidades LGBTQ+ en 16 países. Aunque este estudio pionero es un gran avance, hacer análisis internacionales o comparativos de los derechos LGBTQ+ sigue siendo una experiencia muy frustrante, por la enorme escasez de datos.
Tras la batalla por el censo, el IBGE anunció planes de incorporar preguntas de temática LGBTQ+ en estudios de menor alcance que se realizarán en 2023 y 2024. Aunque es un cambio bienvenido, todavía queda mucho por hacer.
Los políticos deben entender que cualquier censo o encuesta nacional que no incluya a la comunidad LGBTQ+ no será una representación exacta de la ciudadanía. Otra década sin datos implica otra década sin políticas adecuadas, y permitir que continúen las injusticias históricas que han mantenido a nuestra comunidad pobre, vulnerable y olvidada.
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