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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Díselo (tal vez) sin flores, pero con amor

Cinco propuestas para celebrar San Valentín a gusto de cada uno, sin que sea oneroso para el planeta ni para nuestro presupuesto

San Valentín
La dueña de una floristería de San Miguelito, en San Salvador, El Salvador, en San Valentín de 2020.JOSE CABEZAS (Reuters)

¿Te crees que porque le ofreces un ramo va a caer rendida ante tus pies? ¿Quién no ha vivido un San Valentín desastroso, en el que deseabas que tu pareja se extasiara ante ese regalo tan especial pero, una vez abierto el paquete, has leído en sus ojos la decepción más o menos camuflada tras un “gracias, cariño”?

Nuestra sociedad nos incita a expresar el amor con compras, con objetos. ¿Y si no todos fuéramos sensibles a este lenguaje? A mí me abrió los ojos en su día el libro Los cinco lenguajes del amor de Gary Chapman. El autor sostiene la tesis (a mi juicio, muy acertada) de que hay cinco maneras diferentes de expresar, experimentar y recibir cariño y si no utilizas la correcta quizá metas la pata, por muy buena intención que lleves. Puede ser que a una mujer le chifle recibir flores pero ¿y si tu pareja espera de ti otra cosa? Así que, al hilo de las cinco propuestas de Chapman, he aquí mi lista alternativa (con o sin flores) pero con ternura:

1) Palabras de afirmación. Conozco muchas personas capaces de sacar la tarjeta de crédito sin miedo y sin pausa para agasajar y cubrir de regalos a su pareja pero que a la vez son incapaces de expresar sus sentimientos y de verbalizar que les aman. Si ese es tu caso, ¿por qué no bombardearle con mensajes románticos por escrito? No se trata de ser cursi ni empalagoso. ¿Y si decoras las paredes de casa con post-it, por decir algo, y en cada uno de ellos agradeces o celebras aquello que más aprecias de tu media naranja? Escribe sobre un aspecto concreto y real, una acción particular y personal y no frases prefabricadas sacadas del horno de Google. La imaginación (y no la Visa) al poder.

Hay cinco maneras diferentes de expresar, experimentar y recibir cariño y si no utilizas la correcta quizá metas la pata, por muy buena intención que lleves

2) Tiempo de calidad. Yo que he superado ya medio siglo de vida echo la vista atrás y no acabo de creer que todos esos años ya los viví y nunca volverán. ¿Quién me robó tanto tiempo? Si no pasas hoy tiempo de calidad con ella o con él, ¿cuándo lo harás? ¿Y si el Día de San Valentín lo convirtiéramos, para empezar, en el día sin internet, sin teléfono, sin pantallas: que la única interfaz posible sea la faz de nuestro ser querido? ¿Tú también tienes el smartphone siempre al alcance de la mano como si fuera una extensión más de tu cuerpo? Que la única luz que se proyecte sobre nuestra cara, ese día, sea la que sale de la mirada de nuestro interlocutor. Delante de tanta virtualidad, volvamos a lo físico, lo real, lo carnal. Ese tiempo de calidad no necesita tampoco de gran aparato ni de gran parafernalia: solo dos (o más) personas en relación y desconectadas del mundo exterior.

3) Dar regalos. Chapman entiende que ofrecer objetos es uno de los cinco lenguajes del amor también pero no el único. No voy a hacer muchas propuestas porque el catálogo es infinito. Solo diría que puestos a comprar es mejor optar por objetos de segunda mano que nuevos; y se recomienda también comprar en tiendas locales que en grandes superficies y el colmo de los colmos es fabricar uno mismo el regalo. Va a sonar a perogrullada pero no está de más recordar que el valor del regalo no es su precio de venta al público. Puede ser un objeto que el mundillo comercial tenga en poca estima pero que para nuestra pareja sea valioso por razones sentimentales. Mi marido me regaló una vez una tetera inglesa de segunda mano en un mercadillo de barrio. No costó más de 20 euros, pero me hizo sentir como la Reina de Inglaterra: desde entonces sirvo mi té británico en una auténtica tetera made in Great Britain. En realidad, lo más difícil al regalar no es comprar sino acertar con la idea. ¡Buena suerte!

4) Actos de servicio. Si vives con tu pareja desde hace ya un tiempecito seguro que os habéis instalado en una rutina, que resulta práctica y cómoda para gestionar el día a día, pero que acaba siendo frustrante también en algunas ocasiones. Si siempre es ella quien va a hacer la compra, ¿por qué no acompañarle en esta ocasión y ayudarle con el peso? Ser galante no cuesta nada, solo sacrificio. Si siempre es él que lava los platos, ¿por qué no lavarlos a cuatro manos? En algún libro leí que a menudo la mujer espera de su pareja que “se ponga el delantal”, y ese gesto de disponibilidad para el servicio acaba tocando la fibra sensible mucho más que una retahíla de versos románticos que se los acaba llevando la primera ventisca .

5) El contacto físico. Una amiga casada y con dos hijos adolescentes me explicaba su tristeza porque por la noche, cuando al final del día se encuentran los cuatro en casa, cada cual se aísla en su habitación y no se hablan. Aun menos se tocan. Conozco muchas personas que han sufrido tendinitis en los dedos de las manos de tanto teclear en el ordenador y en el smartphone. ¿Por qué no acariciar la piel en vez de la pantalla? ¿Por qué no redescubrir ese humano que comparte espacio con nosotros? ¿Por qué no hablar sin palabras y abrazarse, por ejemplo, en medio del pasillo así sin más, sin motivo y sin objetivo? En mi caso y en mi casa, yo exijo besos a todos los miembros de mi familia antes de que se vayan por la mañana, aunque sean robados en el dintel de la puerta. Me ayuda a afrontar el día y no creo equivocarme al decir que a ellos también les reconforta.

El amor se expresa con regalos, sí, pero también con palabras, con gestos de servicio, con el tiempo de calidad y con el tacto. Ninguno de estos otros cuatro lenguajes exige transacción monetaria de por medio. ¿Será por eso que parecen no tener valor a los ojos del mundo? Sigue los dictados de tu corazón y no los de la publicidad. Investiga primero cuál es el lenguaje preferido por tu pareja y, acto seguido, regálale aquello que vaya a hacerle feliz. Quizá, después de todo, con un ramo de flores tiene más que suficiente.

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