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Bombas israelíes contra las ruinas de una universidad de Gaza: un sistema educativo fulminado

El ejército bombardeó un edificio de un campus donde se refugiaban desplazados, un nuevo ataque contra la vida educativa, que costará décadas recuperar

Guerra de Israel en Gaza

Ibrahim al Gharbawi, su esposa y sus tres hijos creyeron haber encontrado un refugio cuando instalaron su tienda de campaña en el cuarto piso de una antigua residencia de mujeres de la Universidad Islámica, en Ciudad de Gaza, que fue tomada como blanco en los primeros meses de bombardeos israelíes contra la Franja, pero cuyas ruinas han cobijado desde entonces a múltiples familias.

El ataque se inscribe en la intensificación de los bombardeos contra Ciudad de Gaza, que Israel desea controlar totalmente. El miércoles, el ejército pidió a toda la población civil que sigue en la localidad (al menos medio millón de palestinos) que salgan antes del viernes al mediodía y vayan a zonas situadas más al sur, donde ya se hacinan cientos de miles de personas.

Al Gharbawi, de 43 años, ya se vio obligado a dejar Beit Hanoun, en el norte de la Franja, cuando Israel puso punto final a la tregua en marzo. De ahí fue al campo de refugiados de Yabalia y, dos meses después, al oeste de Ciudad de Gaza. Finalmente, las ruinas de la universidad se convirtieron en su refugio, hasta que el pasado 14 septiembre, el lugar fue de nuevo bombardeado.

Esa mañana, el ejército israelí envió un aviso de evacuación por ataque inminente. Las familias salieron con lo puesto. Primero lanzaron un misil. Diez minutos más tarde, vino otro. En ese momento, hubo personas que regresaron al lugar para recuperar algunas de sus pertenencias, Al Gharbawi entre ellas, y entonces se produjo un tercer ataque.

La metralla perforó su cráneo y le provocó varias heridas. En el suelo, atrapado entre los escombros, este padre de familia creyó morir. “Y solo podía pensar en mis hijos”, recuerda. Pero sobrevivió.

El Ministerio de Salud de Gaza, donde gobierna el movimiento islamista Hamás, dijo que el número de muertos por los ataques israelíes del domingo en toda la Franja ascendió a 37. Fuentes del hospital Al Shifa, en Ciudad de Gaza, explicaron a este diario que el centro sanitario ha estado tan abarrotado desde el domingo que el personal ya no puede rastrear dónde resultaron heridos los pacientes, lo que dificulta confirmar los daños humanos del ataque a la universidad.

El ejército israelí explicó a la prensa local que bombardeó un edificio en el campus que era usado por Hamás y que antes emitió un aviso de evacuación. Según Al Gharbawi y otros testigos presenciales, casi una docena de familias se encontraban dentro de la universidad ese día. Según ellos, decenas de personas resultaron heridas mientras los palestinos desplazados huían en busca de refugio y los equipos de emergencia buscaban a los desaparecidos entre los escombros.

En octubre de 2023, cuando la Universidad Islámica fue bombardeada por primera vez, el ejército israelí afirmó que el centro se usaba como campo de entrenamiento de Hamás y para el desarrollo y la producción de armas. Ese mismo año, el ejército israelí también publicó imágenes de armas y explosivos que, según afirmó, fueron confiscados en la Universidad Al Azhar.

“Golpearon la torre trasera, a unos cuarenta metros de nosotros. La gente empezó a correr para salvar lo que quedaba, simples utensilios de cocina, mantas, colchones, porque es todo lo que tienen”, recuerda Abu Adnan al Ashqar, que también estaba refugiado en las ruinas de la universidad el 14 de septiembre. Entonces vino el tercer ataque. “Un gran bloque de hormigón me golpeó en el brazo. Los escombros lo cubrieron todo, no quedaba espacio”, relata Al Ashqar.

Este hombre tiene una triple fractura del brazo que exige unas radiografías que en este momento no están disponibles en el colapsado sistema médico de Gaza. Ni siquiera puede contar con los analgésicos que necesita.

La pérdida de bibliotecas, colecciones de investigaciones, manuscritos y laboratorios equivale a un genocidio del conocimiento
Samia al Ghusain, profesora de Derecho Internacional en la Universidad Al Azhar de Gaza

“Un genocidio educativo”

Según la Comisión Internacional Independiente de la ONU para los territorios palestinos ocupados, Israel ha cometido crímenes de guerra en sus ataques a instalaciones educativas que causaron víctimas civiles que se habían refugiado en ellas.

“Los ataques israelíes contra la vida educativa, cultural y religiosa del pueblo palestino perjudicarán a las generaciones actuales y futuras e impedirán su derecho a la autodeterminación”, afirmó el pasado junio Navi Pillay, presidenta de la comisión, el pasado junio.

Desde que comenzó la guerra en Gaza, en octubre de 2023, más de 17.700 escolares y más de 760 profesores han perdido la vida violentamente, según cifras divulgadas por la ONU. Al menos 63 edificios de universidades son una montaña de ruinas y el 97% de los edificios escolares de la Franja requieren la retirada de explosivos y una reconstrucción completa o una rehabilitación importante para volver a ser funcionales.

Este mes, 660.000 niños de Gaza no pudieron volver al colegio. Desde hace casi dos años, ningún estudiante de la Franja acude a una escuela. En algunos casos, se puede seguir una educación en línea, lo que hacen buena parte de los universitarios, desafiando las pésimas conexiones a internet, los bombardeos y los desplazamientos constantes.

La destrucción del sistema educativo de Gaza ha sido calificada por Naciones Unidas de "escolasticidio“. Samia al Ghusain, profesora de Derecho Internacional en la Universidad Al Azhar de Gaza, advierte de que los ataques no se limitan a destruir edificios, sino que pueden calificarse de “genocidio educativo”, ya que tienen como objetivo “empujar a la sociedad hacia el analfabetismo y borrar los logros científicos y culturales adquiridos”.

“Los bombardeos incesantes y el miedo constante han minado su concentración y descarrilado sus planes académicos. Algunos han abandonado por completo sus estudios, mientras que otros nunca lograron matricularse nuevo
Hussein Saad, profesor universitario

Según cifras de la Unesco publicadas por organismos oficiales palestinos, antes de 2023, solamente el 2% de la población de la Franja mayor de 15 años era analfabeta, uno de los porcentajes más bajos del mundo árabe

“La pérdida de bibliotecas, colecciones de investigaciones, manuscritos y laboratorios equivale a un genocidio del conocimiento”, dice Al Ghusain. “Es un ataque al derecho a la educación, un derecho fundamental, y a la memoria colectiva y la identidad cultural de un pueblo”, agrega. En su opinión, se necesitarán “inmensos recursos y un esfuerzo a largo plazo para revivir las universidades y su vida académica”.

Hussein Saad, profesor en la Universidad Al Quds en Gaza, recordó que los campus “son instituciones civiles protegidas por convenciones internacionales”. El experto recordó que “miles de estudiantes viven ahora en campamentos de desplazados y se ven obligados a estudiar, si es que lo pueden seguir haciendo, en tiendas de campaña que no son lugares aptos para el aprendizaje”.

“Los bombardeos incesantes y el miedo constante han minado su concentración y descarrilado sus planes académicos. Algunos han abandonado por completo sus estudios, mientras que otros nunca lograron matricularse nuevo”, insistió.

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