_
_
_
_

Así afronta Ruanda su primer brote de fiebre de Marburgo: control estricto y ensayos de vacunas en los hospitales, y vida casi normal fuera

15 personas han muerto por el virus desde que se confirmó el primer caso, el 27 de septiembre. El 70% de los infectados son sanitarios de dos centros, según el Gobierno ruandés, que asegura tener controlada la propagación de la enfermedad

Un hombre se lava las manos antes de entrar en el hospital Kibagabaga, en Kigali (Ruanda).
Un hombre se lava las manos antes de entrar en el hospital Kibagabaga, en Kigali (Ruanda).Hakorimana Gratien

Desde que el 27 de septiembre el Gobierno de Ruanda confirmase el primer caso de fiebre de Marburgo, poco ha cambiado en las calles del país. Aunque es uno de los brotes más grandes registrados de esta enfermedad similar al ébola, con una quincena de muertos, la población sigue haciendo su vida, si acaso con las manos más limpias. Sin embargo, en los hospitales sí se notan el miedo y unas medidas de prevención más estrictas, al ser el 70% de los infectados trabajadores sanitarios de dos centros de la capital, Kigali.

“Temo por mi vida”, explica a este diario Cecile, enfermera de un hospital público de Kigali, que pide que se le llame solo por su nombre de pila por temor a ser sancionada por hablar con la prensa. “Este virus es muy letal y se ceba con quienes tratamos con personas infectadas”, afirma. El periodo de incubación es de 2 a 21 días, así que los sanitarios pueden relacionarse con personas portadoras sin saberlo. “Tampoco tiene una medicación específica”, añade, por lo que los enfermos solo reciben tratamiento para aliviar los síntomas.

El virus de Marburgo causa una fiebre hemorrágica, y su letalidad puede alcanzar el 88%. Suele transmitirse inicialmente por contacto con el murciélago egipcio de la fruta (Rousettus), en minas o cuevas. Una vez introducido en la población humana, se propaga por contacto directo con los fluidos corporales de los infectados o con superficies contaminadas. El brote declarado el año pasado en Guinea Ecuatorial causó 35 muertos. Los principales síntomas son fiebre alta, fuertes dolores de cabeza, vómito o diarrea con sangre, dolor muscular y cansancio.

Desde que se confirmó el primer caso en Ruanda, el virus se ha cobrado 15 vidas, la mayoría de trabajadores sanitarios. De los más de 4.200 casos sospechosos, hay 62 casos confirmados de la enfermedad y 38 personas en recuperación, según los datos publicados el jueves por el Centro Biomédico de Ruanda. El Ministerio de Sanidad asegura que más del 70% de los infectados son trabajadores sanitarios de dos hospitales de la capital, el Rey Faysal y el hospital universitario de Kigali (CHUK por sus siglas en francés), que fueron los que recibieron los primeros casos de Marburgo. Además, varios médicos especialistas trabajan en ambas instituciones, lo que contribuyó a expandir el brote, según contaron funcionarios ruandeses en una reunión informativa.

Esta alta incidencia explica que la prevención se centre en los sanitarios en primera línea. Así, los que trabajan en centros de tratamiento y hospitales donde se ha detectado el virus están siendo los primeros en recibir la vacuna experimental que está desarrollando el Instituto de Vacunas Sabin, en lo que supone un ensayo clínico sobre el terreno, ya que aún no hay una inmunización autorizada. Desde que se inició la vacunación el día 6, más de 850 personas la han recibido, según los datos publicados el lunes por el Centro Biomédico de Ruanda. La organización sin ánimo de lucro con sede en Estados Unidos ha enviado 1.700 dosis en total.

Vacuna experimental

“No me vacuné contra la covid-19 hace tres años, pero me vacunaré contra el Marburgo cueste lo que cueste”, asegura Cecile. Consciente de que puede pasar un tiempo antes de que le toque, se refugia tras la mascarilla, los guantes y su bata blanca de plástico fino.

El virus ha obligado a cerrar las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de varios hospitales de referencia tras detectarse entre el personal. También ha obligado a limitar las visitas a los ingresados en todo el país. “A cada paciente se le permite un cuidador familiar para reducir el número de personas en las salas y minimizar el contacto físico”, explica en una entrevista Christian Ngarambe, director general en funciones del hospital universitario de la provincia meridional de Ruanda.

Un sanitario toma la temperatura a una mujer antes de entrar en el hospital de Kibagabaga, en Kigali.
Un sanitario toma la temperatura a una mujer antes de entrar en el hospital de Kibagabaga, en Kigali.Hakorimana Gratien

Dado que el acceso está estrictamente restringido, los hospitales y centros de salud registran menos afluencia de lo normal. Las enfermeras, equipadas con mascarillas y guantes, controlan a todo el que accede. Con termómetros infrarrojos, comprueban si hay fiebre, un síntoma clave de la enfermedad. También se exige a todos que se laven y desinfecten las manos.

Mercados concurridos

Fuera de las puertas del hospital, la vida sigue su curso normal, como aconseja el ministro de Sanidad ruandés, Sabin Nsanzimana, que ha declarado que las medidas de prevención de Marburgo no prohíben ninguna actividad, y que “no debe cundir el pánico entre la población”, ya que las autoridades han “identificado todos los focos de la enfermedad y están tomando las medidas oportunas”. Las escuelas funcionan con normalidad, los mercados están concurridos como de costumbre, y los autobuses y el transporte público están llenos de pasajeros.

En el bullicioso mercado de Kimironko, en Kigali, el flujo de visitantes no se ha visto afectado dos semanas después de que se detectara el primer caso. La diferencia es que jóvenes voluntarios con guantes y mascarillas supervisan los puntos de lavado de manos, guiando a los visitantes con tranquila eficacia, asegurándose de que siguen los protocolos de higiene que recuerdan las medidas de la época de la pandemia de covid.

Un voluntario administra gel hidroalcohólico a los visitantes del mercado de Kimironko, en Kigali (Ruanda).
Un voluntario administra gel hidroalcohólico a los visitantes del mercado de Kimironko, en Kigali (Ruanda).Hakorimana Gratien

Los funcionarios del Gobierno de Paul Kagame afirman que las medidas adoptadas, incluido el seguimiento de contactos, los test y el despliegue de vacunas, mantienen el brote bajo control. El director del Centro Africano para el Control y la Prevención de Enfermedades (Africa CDC), Jean Kaseya, elogió la pasada semana la gestión del brote y dijo que el riesgo de que el virus de Marburgo se propague fuera de Ruanda es casi nulo.

Según el ministro de Sanidad, el país ya está cerca de declarar la victoria sobre la enfermedad. En la última reunión informativa, celebrada el domingo, afirmó que las pruebas realizadas en los tres días anteriores habían dado resultados negativos, y destacó que en la última semana se ha producido un aumento significativo de las recuperaciones, superando el número de muertes. “Esto significa que tenemos el virus bajo control”, declaró.

El 30 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) evaluó el riesgo de este brote como muy alto a nivel nacional y alto a nivel regional, por la posibilidad de que se extendiese a países vecinos, como República Democrática del Congo, Tanzania y Uganda, y bajo a nivel mundial. Sin embargo, el día 11 afirmó que “es posible que se revise esta evaluación”. La enfermedad “no es fácilmente transmisible y se están aplicando medidas de salud pública, como la vigilancia activa en instalaciones y comunidades, la realización de pruebas a los casos sospechosos, el rastreo de contactos, el aislamiento y el tratamiento de los casos”, justificó la OMS, que también desaconseja las restricciones a los viajes y el comercio con Ruanda.

Dan Rwakagabo, conductor del aparcamiento de autobuses de Musanze, en la provincia septentrional de Ruanda, opina que los procedimientos higiénicos adicionales aplicados recientemente son suficientes. “Todos los conductores han recibido instrucciones de llevar desinfectantes de manos, que deben utilizar con los pasajeros que suben en las estaciones de autobuses” para mantener limpias todas las superficies, afirma.

Pero otros sostienen que hay que ser más precavidos. Epiphania Musanabera, una anciana residente en la ciudad de Musanze, en la provincia septentrional, muestra su preocupación por la gente que no respeta las medidas de seguridad. “Algunos jóvenes no siguen las directrices higiénicas de las autoridades locales. He visto a algunos abrazándose, pero nos han dicho que tenemos que saludarnos con la mano y lavarnos las manos tantas veces como sea posible”, explica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_