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Assam, 10 años: “Dibujo para olvidar que mi hermano está muerto"

En este Día Mundial de la Salud Mental, el 10 de octubre, esta campaña alerta del impacto psicológico que los conflictos armados producen en la infancia. Niños y niñas sirias pintan la guerra y sus secuelas

Assam, de 10 años, explica el dibujo que ha realizado para su terapia con Adelas Infantiles SOS. Vídeo: Aldeas Infantiles SOS
El País

“Dibujo para olvidar que mi hermano está muerto, para borrar estos recuerdos de mi memoria; cuanto más dibujo, más logro olvidarlo”. Es la voz triste de Azzam, un niño de 10 años que en su vida tan solo ha conocido la guerra. Al igual que Nada, Baraa y Rema. Los cuatro, de entre 8 y 11 años, crecen en la Aldea Infantil SOS de Saboura, en Siria, y participan en un programa de recuperación emocional a través del dibujo que les ayuda a afrontar su experiencia y a construir un futuro más esperanzador.

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Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este 10 de octubre, la ONG Aldeas Infantiles SOS ha querido difundir el testimonio de estos niños y niñas, y alerta del impacto que los conflictos armados tienen en la salud mental infantil, así como de la necesidad de garantizarles acceso a una atención psicológica especializada. Como ellos, más de 250 millones de menores de edad en el mundo crecen en países afectados por la guerra y los enfrentamientos. En sus cortas vidas, sufren estrés tóxico, una reacción fisiológica a una situación adversa que se prolonga en el tiempo y puede tener consecuencias a nivel neurológico, del crecimiento e inmunológico.

Nada, 11 años: "Siento enfado y tristeza a la vez"Vídeo: Aldeas Infantiles SOS

“Los niños tienen una gran capacidad de recuperación; sin embargo, en contextos de guerra es un gran desafío, especialmente cuando todavía viven con este estrés tóxico. Continúan aterrorizados internamente, están horrorizados, se sienten muy inseguros. La vida es muy impredecible para ellos”, asegura la psicóloga de Aldeas Infantiles SOS Teresa Ngigi, experta en trauma infantil que ha trabajado con muchos de ellos en países con una historia de guerra civil y conflicto como Sierra Leona, Ruanda, Somalia, Líbano y, en los últimos años, Siria. Ngigi capacita, además, a educadores y trabajadores sociales para que estén en condiciones de identificar y abordar las necesidades de salud mental de niños y adultos.

La organización se afana en acompañarlos en su proceso de recuperación emocional y en cuidar su salud mental, enfocándose en detectar y prevenir posibles trastornos y ofreciéndoles las herramientas necesarias para manejar sus emociones y hacer frente a las adversidades. “La salud mental de los niños es un derecho y nuestro deber es garantizarlo, especialmente la de aquellos que han tenido que enfrentarse a situaciones extremadamente traumáticas. Sin salud mental, no hay salud. Y sin salud, no hay futuro”, aseguran.

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