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Los Pérez y los Peretz

Algunos creerán que los españoles, con nuestro historial de persecución de los judíos, hemos vuelto a caer en ese error; nada más lejos de la realidad

El secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, rezan ante el Muro de las Lamentaciones, este domingo en Jerusalén.
David Trueba

Todos los que han visitado alguna vez el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén habrán experimentado esa eléctrica tensión de estar pisando el nudo central de la historia de las religiones. Por eso tiene tanto significado ver este domingo allí al primer ministro israelí Netanyahu y al secretario de Estado norteamericano Marco Rubio dejándose grabar por las televisiones en lo que habría de ser una oración privada. A menudo se introducen entre las grietas del muro unos pequeños papelitos en los que los visitantes anotan deseos y dolores con el ensueño de que la piedra indómita los haga suyos, no tanto para resolverlos como para impregnarlos de un aroma de eternidad. La visita se produce en medio de la más encarnizada venganza del ejército israelí contra la población de Gaza. Los brutales asesinatos y secuestros de rehenes por obra de Hamás en la zona fronteriza, ocurridos el 7 de octubre de 2023, provocaron una respuesta ya reconvertida en una matanza desmesurada que ha provocado la incomprensión y el despilfarro absoluto de la empatía mundial. Las sociedades empiezan a reaccionar tardíamente para detener la carnicería con gestos de enorme relevancia como la interrupción del final de la Vuelta Ciclista a su paso por el centro de Madrid, en señal de protesta por la participación del equipo de un empresario israelí íntimo de Netanyahu.

Las muertes de miles de niños, mujeres, civiles, periodistas, cooperantes y médicos bajo la coartada de perseguir a los terroristas de Hamás ha hundido el prestigio internacional de la nación israelí hasta límites que llevan a pensar que la figura de Netanyahu será recordada como la del político que más daño ha hecho a Israel desde su fundación, casi un siglo atrás. Supongo que muchos israelíes se dejarán engañar por su Gobierno, que incluso trata de tergiversar las palabras del presidente español cuando exigió sanciones para detener la invasión de Gaza. Algunos creerán incluso que los españoles, con nuestro historial pasado de persecución de los judíos, hemos vuelto a caer en ese error ancestral, pero nada más lejos de la realidad. Todos los españoles saben por experiencia propia que la cultura judía está enraizada en nuestro ser. Ahora de lo que se trata es de que los países europeos se posicionen ante las injusticias, la desmesura y el crimen. No es un papel cómodo, porque nos obliga a enfrentar muchas contradicciones propias, pero es un papel absolutamente necesario.

Los Pérez españoles sabemos lo unidos que estamos a los Peretz sefarditas, y conocemos cómo estos fueron víctimas de la persecución religiosa y política bajo el fanatismo patriótico. Eso no impide que los Pérez y los Pastor y los Herrero y Toledano sean críticos con la traición de Netanyahu a la propia historia de Israel. Nada es más deleznable que ver al Gobierno ultra de Tel Aviv bailarle el agua a los partidos nostálgicos del nazismo que resurgen en toda Europa y no haber dicho ni una palabra contra los gestos de saludo hitlerianos que muchos cómplices de Trump han expandido por los Estados Unidos, otra nación que se encuentra sumida en una teledirigida crispación ideológica regada de balas y odio. No sé si Rubio y Netanyahu se atrevieron a preguntarse frente al Muro de las Lamentaciones por su responsabilidad en el asesinato salvaje de miles de niños en Gaza, por la hambruna impuesta y la humillación intolerable contra la población civil. La oración te desgarra por dentro cuando es sincera y te invita a corregir tu comportamiento si es atroz y deleznable.

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